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Mikel Ayestaran
Lunes, 31 de agosto 2020, 14:50
Líbano recibió este lunes al presidente francés, Emmanuel Macron, en visita oficial al país, con la designación de Mustafa Adib como nuevo primer ministro con el apoyo de los principales partidos. A punto de cumplirse un mes desde la brutal explosión en el puerto de ... Beirut, que mató a 200 personas y arrasó media ciudad, el hasta ahora embajador del país en Alemania recibió el voto de 90 de los 120 diputados del parlamento, incluidos los de Hizbolá, y obtuvo el encargo de formar gobierno a la mayor brevedad posible para hacer frente a la grave crisis económica y política que sufre el país. Este lunes mismo, el Banco Mundial estimó n 3.900 millones de euros los destrozos causados por la deflagración y otros 2.900 en cuanto a las pérdidas sufridas por el sector productivo desde entonces.
Lo primero que hizo el diplomático de 48 años al conocer su designación fue acercarse a las zonas más afectadas de la capital, algo que no se han atrevido a hacer hasta ahora ni su antecesor y primer ministro en funciones, Hasán Diab, ni el presidente, Michel Aoun. «Necesito formar gobierno en un tiempo record para implementar reformas de forma inmediata y lo primero es alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)», declaró Adib, quien pidió «unidad para recuperar la confianza de los libaneses».
Las conversaciones con el FMI sobre un rescate de 10.000 millones llevan meses en suspenso debido a las diferencias internas en el país. Si el trabajo de Adib no era ya suficientemente complicado, deberá sumar un problema de última hora tras la dimisión de Talal Salman, asesor del Ministerio de Finanzas durante los últimos seis años y negociador principal con el organismo internacional, según informó Bloomberg. El FMI vinculó la llegada de cualquier tipo de ayuda a la reforma previa de un sistema enfermo de corrupción.
Adib, doctor en Derecho y Ciencias Políticas, trabajó durante dos décadas como asesor del ex primer ministro y multimillonario hombre de negocios Najib Mikati. El sistema libanés reparte los puestos principales entre las confesiones y el primer ministro debe ser musulmán suní, mientras que el presidente del país es cristiano y el portavoz del parlamento, musulmán chií.
«Tiene el apoyo de la jerarquía suní y el de Macron, pero cuenta con el mismo respaldo de la calle que su antecesor, es decir, nulo. En resumen, solo está ligeramente mejor posicionado que Diab dentro del sistema corrupto responsable de la explosión», reflexionó ayer el analista y director de la Asociación Árabe de Derecho Constitucional, Halim Shebaya.
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