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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Domingo, 3 de noviembre 2019, 19:57
La desobediencia civil se apoderó de las calles de Bagdad y de las principales ciudades del sur de Irak que desde hace un mes protestan contra la corrupción y el desempleo en una oleada de movilizaciones en las que ya han muerto 257 personas. ... Miles de manifestantes cortaron las principales carreteras de la capital con sentadas y barricadas y colocaron carteles que rezaban «cerrado por orden del pueblo». Durante toda la mañana la circulación en Bagdad fue un caos, pero a última hora de la tarde la Policía consiguió despejar las arterias más importantes sin tener que recurrir a la violencia. La misma estrategia se repitió en Basora, donde la protesta bloqueó la ruta de salida del puerto de Um Qasr, pero aquí sí se registró una auténtica batalla campal con las fuerzas de seguridad. Esta nueva estrategia, similar a la empleada en Líbano, se completó con el llamamiento a una huelga de cinco días del Sindicato Independiente de Profesores, lo que hizo que la mayor parte de escuelas y universidades cerraran sus puertas.
Irak vive las movilizaciones sociales más importantes desde la caída de Sadam Husein, durante cuyo régimen solo estaban permitidas las manifestaciones en apoyo al presidente. Sin la dirección de sectas o partidos, los iraquíes gritan a favor de «la caída del régimen» establecido tras la invasión de Estados Unidos y exigen un cambio completa de la actual clase política. El presidente, Barham Saleh, y el primer ministro, Adel Abdul Mahdi, han tratado de sofocar la ira popular con promesas de reformas, pero las calles no confían en sus dirigentes y la gente mantiene su protesta, pese al uso extremo de la fuerza por parte de las autoridades. Bagdad, Diwaniya, Kut, Al Hilla o Basora son los puntos más calientes de las últimas horas.
El incremento de las protesta hizo que el presidente realizara una declaración pública para mostrar su posición «favorable a una elecciones anticipadas, con una comisión electoral nueva e independiente». Saleh anunció además que el jefe de Gobierno accedería a presentar su dimisión, una de las peticiones que los manifestantes piden con más fuerza, con la condición de que las fuerzas políticas lleguen a «un entendimiento respecto a un sustituto para impedir un vacío constitucional».
El escritor Khaled Beydoun lamentó la poca atención mediática que recibe en Occidente «la revolución de Irak». En su opinión, «la muerte de Al Badadi (califa del grupo yihadista Estado Islámico) ha tenido 100 veces cobertura, lo que significa que un líder del EI es más noticia que los 100.000 iraquíes que están en las calles pidiendo democracia», según apuntó en su cuenta de Twitter.
El final de la guerra contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) y la llegada al poder hace un año de Abdul Mahdi abrieron una puerta a la esperanza en un país que arrastra décadas de conflictos, pero pasan los meses y las cosas no cambian. La seguridad ha mejorado, pero el desempleo y los servicios mínimos, como la electricidad o el agua corriente, siguen siendo cuestiones que el nuevo Gobierno no puede resolver pese a que la producción y el precio del petróleo están a niveles históricos.
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