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M. Pérez
Sábado, 9 de marzo 2024, 15:24
Sentados dentro de jaulas, decenas de familiares de rehenes israelíes cortaron este viernes la principal carretera entre Tel Aviv y Jerusalén. Los allegados de las diecinueve mujeres que permanecen en manos de Hamás se repartieron también por otras tantas manifestaciones convocadas con motivo del Día ... Internacional de la Mujer en todo el país. Sus reclamaciones fueron respaldadas por miles de personas que reclamaron el «final de este infierno».
Las protestas continúan hoy, sábado, y es así porque las familias son conscientes de que posiblemente se hallan ante el último grito que haga posible el retorno con vida de la mayoría de los cautivos.
En la antesala del Ramadán, que comienza mañana, e impelidos por el avance de las operaciones militares en el centro de Gaza, el colectivo sospecha que si Israel y la milicia no firman una tregua de modo inmediato, es muy posible que las esperanzas finales se diluyan y la salvación resulte demasiado tarde para el día en que los negociadores vuelvan a buscar un nuevo pacto. Demasiado tarde, piensan ellos, para unos hijos, padres, hermanas o parejas sometidos a abusos, amenazados por los bombardeos, exhaustos por un encierro cruel tan prolongado y al límite de sus fuerzas debido a la falta de comida en la Franja que castiga violentamente a la población civil.
En las últimas veinticuatro horas, el nerviosismo de los familiares se ha vuelto más acuciante. La protesta del viernes en la Ruta 1 israelí se fraguó después de que un medio, el Canal 12, informara de que varias «decenas» de familias habían recibido durante esta semana pruebas de vida de sus parientes cautivos. El dato ha sido recogido hoy en 'The Times of Israel', aunque no se precisa su número ni qué tipo de «señales» son o como han llegado a los familiares.
En cualquier caso, según el mismo canal, esta circunstancia provocó que los afectados intensificaran las manifestaciones, conscientes de que todavía hay una oportunidad pero bajo la sensación de que el tiempo para los secuestrados se termina. Los manifestantes quemaron neumáticos en la carretera y se encerraron en jaulas de metal de las que colgaban carteles con términos como «sálvanos», «llevadnos a casa» o «ayuda».
Las familias instaron al primer ministro, Benjamín Netanyahu, a desoír a los ministros de Seguridad Nacional, Ben Gvir, y de Finanzas, Bezalel Smotrich, partidarios de una línea ultradura en esta crisis, y le exigieron «traer a casa a las personas que ustedes descuidaron y que han estado en el infierno durante 154 días». El colectivo atribuyó al jefe del Gobierno la incapacidad de desbloquear las negociaciones, advirtió que ganar la guerra sin recuperar a los prisioneros equivaldría a una derrota y le retó: «Si no puedes llegar a un acuerdo ahora, hazte a un lado y deja a alguien que sí pueda».
Las presuntas pruebas de vida han realimentado la energía de una población que poco a poco ha visto apagarse cualquier esperanza. El mismo hecho de encerrarse dentro de jaulas de metal en la carretera tiene un significado muy claro: recordar a la población hebrea la tortura cotidiana de los rehenes, de quienes nadie sabe en qué situación física y psicológica se encuentran tras cinco meses en cautiverio. Son similares a las que el ejército ha encontrado en los túneles de Gaza y que sospecha que fueron utilizadas por los milicianos para retener a los secuestrados. Se trata de jaulas para animales, donde una persona no puede permanecer de pie ni estirarse, ni mucho menos disfrutar de la mínima intimidad.
Yifat Kalderon, primo de uno de los cautivos, ha señalado al Canal 12 que las movilizaciones se han vuelto más urgentes que nunca porque «las posibilidades de que regresen con vida están disminuyendo». «Necesitamos que el Gobierno actúe y haya un acuerdo ahora» porque, de lo contrario, «matarán a los rehenes». Yifat ha declarado también que las familias y gran parte de la opinión pública son conscientes de que un pacto es la única solución porque «no podremos lanzar otras 134 misiones de rescate».
Ese es el número 'oficial' secuestrados que sigue en poder de Hamás, aunque la cifra haya pasado a un plano teórico. Según los extremistas, unos 70 habrían perdido la vida por los bombardeos israelíes y la desnutrición que azota la Franja a causa del «bloqueo israelí». Los militares, por su parte, mantienen que los fallecidos rondan la treintena, pero no descartan que las «deplorables» condiciones de su cautiverio haya conducido a otros al mismo fin. Algunas fuentes incluso creen que varios secuestrados podrían haber sido ejecutados por las células que los custodiaban antes de huir acosados por el avance de las tropas.
La realidad es que nadie parece saber nada exactamente, aunque en el Día Internacional de la Mujer los allegados se esforzaron por recordar que hay 19 mujeres cautivas en Gaza. «Todavía hay 19 mujeres en Gaza. ¿Cómo vive Israel en paz con esto? ¿Cómo está pasando esto?», señaló un portavoz, tras recordar el informe de la ONU que asegura que los abusos sexuales siguen produciéndose en cautiverio.
«Mi hija está en manos de las personas más terribles de la tierra. Esto es el infierno en la tierra», manifestó Meirav Leshem Gonen, madre de una joven de 25 años capturada el pasado 7 de octubre. «Todo lo que hacemos en casa de la mañana a la noche, siete días a la semana, es trabajar para traerla de vuelta«.
El presidente de EE UU, Joe Biden, ha dicho que tiene una confianza muy escasa en que se produzca una tregua antes del Ramadán. Su delegación continúa en El Cairo junto con la egipcia y la catarí. Los negociadores de Hamás se marcharon el viernes de la cumbre y este sábado se supone que discuten con la cúpula del movimiento islamista sus próximos pasos. Meirav confía en que el lunes, cuando los palestinos vuelvan a la capital egipcia, lleven una propuesta más flexible, y que Israel, que participa en la negociación a distancia, vía telefónica, también suavice su postura. «A medida que se alarga la discusión se acorta la vida de los rehenes», lamenta.
Hasta ahora, la milicia ha venido exigiendo entre sus premisas fundamentales la retirada total de las tropas de Gaza y el retorno al norte de los civiles que debieron huir de los combates. Tel Aviv se niega en redondo y reclama conocer la situación de los cautivos. Fuentes militares han destacado este sábado el temor del Gobierno a que la milicia les devuelva solo cadáveres. El Gobierno ha intentado también, sin éxito, la liberación de las cinco mujeres soldado que fueron capturadas por los terroristas en cuarteles próximos a la frontera con Gaza. Con ellas, los islamistas se llevaron a otros catorce militares, reclutas sin experiencia en su mayoría.
De todos los civiles hechos presos por la milicia islamista, cien son israelíes y el resto extranjeros. La mayoría, hombres. Una treintena fueron hechos prisioneros en el festival de música Supernova. Los demás, en los kibutz.
Al menos, hay otras tres brigadas extremistas con cautivos en su poder. El problema es que la mayoría de las células, escondidas originalmente en la mitad norte de la Franja, han debido trasladarse atropelladamente hacia el sur a medida que el ejército destruía sus túneles y comunicaciones, y se han desconectado unas de otras. Además, al menos una quincena de jefes militares que coordinaban o podían tener conocimiento de los lugares de cautiverio han muerto durante los combates.
Israel se prepara ahora para ocupar lo que queda intacto de Gaza: el sur, Rafah, y el entorno de la ciudad de Khan Younis. Allí es donde se supone que quedan cuatro batallones de la milicia, pero también los secuestrados todavía vivos. Sus allegados urgen a liberarlos antes de que las bombas caígan sobre sus cabezas.
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