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mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Martes, 9 de junio 2020, 23:07
Ni el coronavirus, ni las guerras abiertas en Siria y Libia frenan la purga masiva puesta en marcha en 2016 en Turquía tras el golpe militar contra Recep Tayyip Erdogan. La Fiscalía ha ordenado estos día la detención de otros 191 miembros de la Fuerza ... Aérea por su supuesta vinculación con el clérigo Fetulá Gulen, a quien el presidente acusa de ser el cerebro de la fallida asonada.
Esta operación policial se extendió a 22 de las 81 provincias del país, según la agencia Anadolu, que detalló que entre los arrestados hay al menos 8 tenientes y 173 suboficiales en servicio activo. El goteo es constante y en los últimos cuatro años más de 19.500 miembros del Ejército han sido expulsados por presuntos vínculos con el gulenismo. Las Fuerzas Armadas son el principal objetivo de la purga, pero se extiende también a otras instituciones y diferentes estamentos de la sociedad. Más de 120.000 funcionarios han sido destituidos y unos 50.000 encarcelados.
Gulen, predicador sufí exiliado en Estados Unidos desde 1999 y exaliado del propio Erdogan, niega cualquier vinculación con lo sucedido en el verano de 2016. Las autoridades otomanas, sin embargo, le acusan de crear un «Estado paralelo» en el que durante décadas habría colocado a sus adeptos y de aprovechar sus redes de influencia para orquestar el golpe. Ankara considera «organización terrorista» a esta cofradía que podría equipararse a una especie de Opus Dei en versión islámica, según los expertos.
Organizaciones como Amnistía Internacional piden en cada uno de sus informes «contención y respeto» al Estado de Derecho en las investigaciones y exigen procesos legales con garantías a un sistema judicial también afectado por las purgas, ya que al menos 2.700 jueces han sido suspendidos. «Esta caza de brujas sin fin es parte del plan de transformación del país de Erdogan en su intento de crear una Turquía a su medida (…) Por ello purga a todos los que no comparten esa visión», opina el analista turco Abdullah Bozkurt, director del portal nordicmonitor. Para Bozkurt, que tras el golpe de 2016 escapó de Turquía debido a la persecución y encontró refugio en Suecia, «pese a las detenciones, los gulenistas siguen teniendo un peso considerable y mantienen una red internacional fuerte, lo que supone todo un desafío para Erdogan». En la actualidad 47 periodistas están en prisión en el país, según los datos del Comité para la Protección de Periodistas.
Las últimas detenciones se produjeron en una jornada en la que Turquía miró hacia Libia, donde su intervención militar a favor del Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), el reconocido por la comunidad internacional, ha dado un giro total a la situación. Erdogan anunció que mantuvo una conversación telefónica con Donald Trump en la que alcanzó «algunos acuerdos» que podrían abrir la puerta a una «nueva era» en el conflicto en el país norafricano. El dirigente islamista no entró en detalles pero hizo alusión a «un paso en común» entre los dos países para ayudar a calmar la situación.
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