Miguel Pérez
Viernes, 16 de agosto 2024, 12:24
Decenas de colonos radicales, algunos de ellos enmascarados, han arrasado la aldea palestina de Jit, en Cisjordania, donde un joven de 23 años ha muerto y otro resultado herido por disparos de bala. El ejército atribuye los hechos a entre cincuenta y un centenar de extremistas, que incendiaron casas y vehículos. El presidente israelí, Isaac Herzog, no ha dudado en calificar de «pogromo» el asalto, que ha concitado la condena de países como Estados Unidos, cuyo responsable en Oriente Medio se ha confesado «horrorizado».
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Los hechos ocurrieron este jueves de noche. Los asaltantes irrumpieron en la aldea con extrema violencia. Algunos portaban armas de fuego. A su paso por la población, situada al oeste de Nablus, arrojaron cócteles molotov y piedras contra las propiedades de los palestinos. Al menos cuatro casas y media docena de coches quedaron reducidos a cenizas. Numerosos habitantes huyeron a la carrera en busca de refugio.
El Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina informó de que un palestino de 23 años, llamado Rasheed Seda, perdió la vida por «las balas de los colonos». Otro civil resultó herido grave. La Policía israelí ha señalado que todavía no se ha localizado al autor, o autores, de los disparos.
Las Fuerzas de Defensa movilizaron tropas, así como agentes de la Policía fronteriza, para frenar los incidentes y proteger a los vecinos de la ciudad. Algunos mensajes señalan que los colonos se comportaron con extrema dureza. Los soldados utilizaron material antidisturbios y en algunos casos se vieron obligados a disparar al aire para expulsar a los radicales israelíes. Al menos un individuo fue detenido, pero más tarde quedó en libertad. Hay testigos que aseguran que las fuerzas de seguridad intervinieron con bastante retraso, una queja no infrecuente en anteriores incidentes de este tipo en Cisjordania.
El ejército, junto con la Policía y la agencia de Seguridad Nacional Shin Bet, han iniciado una investigación sobre los disturbios, que coinciden con la celebración en Doha de las conversaciones para un alto el fuego en Gaza. Rápidamente, el presidente y el primer ministro hebreos, así como la Casa Blanca, han emitido sendos comunicados de condena. La Autoridad Palestina se ha pronunciado este viernes y ha descrito el asalto de la aldea cisjordana como un acto de «terrorismo de Estado organizado».
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Hamás, que no participa de manera directa en la negociación pero sí a través de un diálogo interpuesto, todavía no ha manifestado su opinión. La Yihad Islámica, en cambio, lo ha asumido como una «declaración de guerra» mientras el movimiento palestino de Al-Muyahidín ha pedido a «todos aquellos que puedan tomar las armas que se levanten para frustrar los planeas criminales de los israelíes». Al-Muyahidín asegura que «los colonos sitiaron la aldea, quemaron propiedades y dispararon contra ciudadanos desarmados», lo que representa »una peligrosa escalada de la agresión sionista contra nuestro pueblo».
El ataque ha causado sorpresa e inquietud por las repercusiones que puede tener en medio de una negociación de alta tensión en Doha, pero también porque se desconoce si puede convertirse en la chispa que inicie nuevos enfrentamientos colonialistas en territorio palestino. Desde la masacre causada por las milicias islamistas en los kibutz próximos a Gaza el 7 de octubre, al menos diez palestinos han muerto apaleados por israelíes que ocupan sus tierras.
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La última oleada de disturbios se produjo entre los pasados 12 y 20 de abril, cuando fueron atacadas al menos ocho poblaciones cisjordanas, con un balance de cinco fallecidos por disparos, uno de ellos un menor de 17 años. Los colonos incendiaron, como en el caso de Jit, viviendas, coches, garajes e incluso plantaciones de árboles de agricultores palestinos, según denunció Amnistía Internacional.
Estados Unidos ha calificado de «prometedor» el arranque de las reuniones para un alto el fuego. Este viernes acaba de iniciarse la segunda jornada de lo que muchos consideran la última oportunidad de pactar la paz y liberar los rehenes. De la negociación puede depender también una escalada bélica en la región si Irán decide bombardear Israel. De ahí se deriva la preocupación de la Casa Blanca respecto a cualquier altercado que pueda suceder entre israelíes y palestinos. Además de la reprobación de Washington, su embajador en Israel se ha mostrado «consternado « y ha señalado que los ataques «tienen que cesar y los criminales deben rendir cuentas».
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Las Fuerzas de Defensa israelíes, que en anteriores incidentes han sido acusadas de pasividad por parte de organizaciones de derechos civiles, también ha emitido su propio comunicado de condena. Aparte de «perjudicar la seguridad, la ley y el orden», el ejército ha advertido que los alborotadores desvían a las tropas de «su misión principal de frustar el terrorismo» en La Franja, donde por segundo día consecutivo los militares han instado a los civiles a evacuar Khan Jounis.
Sin embargo, la crítica más severa ha procedido del propio presidente israelí. Isaac Herzog ha descrito la devastación en Jit como el «pogromo de Samaria», el nombre de la provincia bíblica que corresponde al norte de Cisjordania. Ha culpado de la destrucción a «una minoría extremista que perjudica a la población colona respetuosa con la ley, a la colonización en su conjunto y a Israel en el mundo». La oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha advertido que «los responsables de cualquier acto criminal serán arrestados y perseguidos por la Justicia».
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El sector ultra del Gobierno es el máximo defensor de la colonización de Cisjordania. Se da la circunstancia de que el asalto tuvo lugar un día después de que el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, anunciase la demarcación de una parcela de 60 hectáreas para construir un nuevo asentamiento en Cisjordania. Smotrich, un político de ultraderecha al que EE UU define como un «peligro» para las conversaciones de paz y las liberaciones de los rehenes, manifestó hace meses su intención de levantar cinco nuevos establecimientos y éste es el primero de ellos, que ocupará terrenos de cultivo de la población palestina. Fuentes cisjordanas han subrayado al respecto que la operación infringe las normas impuestas por la ONU.
El ministro ha declarado que el asalto a Jit «no estaba relacionado de ninguna manera con la empresa de asentamientos ni con los colonos», sino con grupos de «violencia anarquista» y «criminales que las autoridades policiales deben castigar con todo el peso de la ley». Otros líderes de la extrema derecha se han aprestado igualmente a desvincular a los colonos israelíes de los «terroristas» que han arrasado la aldea.
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