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Óscar B. de Otálora
Jueves, 26 de octubre 2023, 15:03
Las fuerzas que esta noche han penetrado por primera vez en Gaza, en lo que parece el prolegómeno de la invasión terrestre, tenían una misión muy concreta: lo que en terminología militar se denomina 'reconocimiento en fuerza'. Su objetivo es provocar al enemigo para intentar ... averiguar de qué fuerzas dispone y dónde se oculta. La incursión nocturna se ha encargado a una de la unidades de élite israelíes: la Brigada Gelavi. Quizás, una de las más duras del Ejército pero también de las más polémicas, ya que su misión principal es enfrentarse cara a cara con Hamás dentro la Franja, en el terreno de los terroristas. Es decir, en una zona urbana y repleta de civiles.
La incursión nocturna responde casi al milímetro a una misión de reconocimiento destinada a sondear qué se encontrarán los soldados cuando entren de verdad en la Franja. Así, los tanques israelíes han accedido y salido del territorio palestino sin ninguna intención de permanecer en el terreno. Una vez dentro, según se aprecia en las imágenes difundidas por las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), han atacado algunas de las ruinas de la Franja antes de regresar a territorio seguro. Todo ese desplazamiento de una columna blindada ha estado protegido por aviones para controlar cualquier intercambio de fuego. Jjunto a los tanques, además, se han utilizado bulldozers, indispensables para asegurar las rutas de entrada y de salida.
Este tipo de acciones no buscan enzarzarse en un combate profundo ni provocar daños al enemigo. Su misión principal es conseguir información sobre el terreno. Es decir, si hay minas, francotiradores o trampas. Casi todos los Ejércitos utilizan este tipo de maniobras para obtener datos de inteligencia sobre el enemigo porque, de otra forma, la posibilidad de caer en una celada es muy elevada. El mayor ejemplo de la necesidad de incursiones se ha dado en Ucrania, donde se ha visto a las tropas rusas lanzarse de cabeza a zonas en las que les aguardaban fuertes contingentes enemigos sin haber realizado de manera previa ninguna operación de reconocimiento.
La misión de reconocer el terreno ha recaído en una de las unidades más especializadas de las FDI, la Brigada Gelavi. Este grupo se creó en 1948, durante la guerra de Independencia. En los años 80 se incorporó al Comando Sur, la sección de las FDI que tiene encargada la vigilancia de Gaza, tras haberse especializado durante bastante tiempo en operaciones anfibias. Su papel más importante en la historia reciente de Israel comenzó en el año 2000, cuando las unidades de reconocimiento de la brigada comenzaron a ser protagonistas de hechos que afectaban a la historia de su país.
En 2004, esta unidad fue la encargada de entrar en la zona del paso de Rafah, la frontera entre Gaza y Egipto, para acabar con las decenas de túneles que Hamás empleaba para su contrabando. El grupo militar se convirtió entonces en uno de los más discutidos de las FDI, ya que para asegurarse de que acababan con los túneles de los terroristas demolieron las casas más cercanas a la frontera. Gelavi, a partir de ese momento, ha sido una de las unidades más señaladas, tanto por la prensa internacional como por la propaganda palestina, por sus presuntos excesos. De forma paralela, ha sido una de las más condecoradas por el Gobierno de Tel Aviv.
La brigada participó en 2008 en las incursiones para intentar rescatar al soldado Gilad Shalit, secuestrado por Hamás, acción que se saldó con un fracaso. En esos años, se especializó también en la localización y demolición de los túneles empleados por los yihadistas. Este tipo de tareas han convertido a sus integrantes en auténticos expertos en el combate urbano, el más díficil al que se puede enfrentar un ejército. En especial, en una área superpoblada como Gaza, donde los terroristas se protegen tras la población civil.
Uno de los batallones más destacados de la brigada es el Dolev, especializado en el arma de ingenieros. Su elemento característico son los bulldozer D9, unos gigantes de acero encargados de abrir las rutas para los tanques o limpiar los caminos de trampas explosivas. Estos monstruos metálicos han sido desarrollados por las propias FDI y están diseñados para que su tripulación -puede llevar una o dos personas en su interior- resista todo tipo de ataques. En los modelos más experimentales, en servicio desde 2018, ya no se necesitan conductores sino que se manejan a distancia como si se tratase de un dron.
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