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Solo las próximas horas, o días, determinarán si la entrada este sábado a Gaza de un convoy de ayuda humanitaria fue únicamente un espejismo o el inicio de una esperanza. El paso fronterizo de Rafah permaneció abierto un tiempo apenas apreciable, lo necesario para que ... veinte camiones –uno de ellos presumiblemente con el logo internacional de una empresa vasca impreso en el remolque– finalizaran su espera de varias jornadas en el lado egipcio, tramitaran los papeles administrativos y accedieran al diminuto enclave donde se hacinan cientos de miles de palestinos que huyen de la guerra en el norte. Aunque toda aportación es vital en este momento «crítico» para la supervivencia de los refugiados, la ONU admitió que los «suministros salvadores» trasladados a bordo de este convoy que no ocuparía el aparcamiento de una gasolinera resultan «insuficientes» para evitar la «catástrofe» derivada de la falta de agua, alimentos y medicamentos.
«El pueblo de Gaza necesita un compromiso para mucho más tiempo, una entrega continua de ayuda» a gran escala, denunció el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en su discurso en la cumbre de El Cairo ante los líderes árabes, occidentales y africanos. Los camiones «marcan una diferencia de vida o muerte», añadió Guterres, para los ciudadanos de la Franja. En total, son 2,4 millones de personas a las que Tel Aviv cortó el abastecimiento de agua, alimentos, electricidad y combustible después de que Hamás desatara una carnicería en el lado israelí, con 1.400 civiles y soldados masacrados de las formas más brutales inimaginables.
«Este primer convoy no debe ser el último», declaró el coordinador de emergencias de Naciones Unidas, Martin Griffiths,al pie de Rafah. Allí, el ingreso de los vehículos marcados con la Media Luna Roja fue recibido con la épica de los necesitados, palestinos que ondeaban banderas y jaleaban a los conductores que entregaron la mercancía a las agencias de la ONU para su distribución.
En total, los trabajadores descargaron 150 toneladas de comida enlatada y víveres de larga caducidad, además de medicinas, colchones y mantas. La Cruz Roja informó que el agua se quedó en Egipto, pese a constituir una necesidad perentoria en un enclave donde hay población que ya bebe de charcos y balsas estancadas. En cambio, otras fuentes, entre ellas inspectores israelíes que revisaron la carga, afirmaron que entre los pertrechos había cajas con agua embotellada. Los suministros serán distribuidos fundamentalmente en los hospitales, situados al borde del colapso.
Lo que también se echó mucho de menos es el combustible. Ni una gota pasó la divisoria de Rafah. La ayuda cumplió así las directrices de Israel, que prohibió taxativamente su introducción ante el supuesto de que pudieran terminar requisadas por Hamás y desviadas a sus instalaciones o dedicadas a repostar su flota militar y artillera. Una de las finalidades del cerco a la Franja consiste en asfixiar la vida de los milicianos que permanecen resguardados en los túneles de Gaza al dejarles sin alimentos ni energía y obligarles a salir a la superficie o huir. El portavoz de las Fuerzas de Defensa, el contralmirante Daniel Hagari, explicó este sábado que a partir de hoy, domingo, se intensificarán los ataques de la aviación y la artillería contra el norte de Gaza porque «tenemos que entrar en la siguiente fase de la guerra (operación terrestre) en las mejores condiciones» y «minimizar el peligro».
Después de la leve ilusión generada por los primeros veinte camiones, el flujo de ayuda humanitaria sigue a expensas de un frágil hilo. La diplomacia ha necesitado varios días para abrir la frontera con Egipto y franquear el paso a Gaza de una mínima parte de los 175 vehículos pesados que aguardan al otro lado cargados de comida. Distintos medios consideran que el futuro del abastecimiento, de ninguna manera garantizado en este momento, depende de factores tan exógenos y palpables como la continuación de los bombardeos, el inicio de la invasión terrestre, las gestiones destinadas a facilitar la salida de ciudadanos extranjeros por Rafah y las actitudes políticas de los gobiernos de Israel y Egipto.
Además de todo ello, queda por decidir cómo coninuará el controvertido control de los camiones que lleguen a Gaza, un aspecto que ha ralentizado sobremanera la primera entrega. La ONU aseguró que los primeros trailers no fueron inspeccionados en busca de armas u otro contrabando dirigido a los combatientes de Hamás. Según una información publicada en 'The New York Times', se estableció un «proceso acelerado» para que los chóferes solo tuvieran que presentar el manifiesto de carga a los enviados a la frontera de Naciones Unidas y de los gobiernos de Egipto e Israel.
Sin embargo, un portavoz israelí rechazó que no se hubieran establecido controles. «Todo el equipo fue revisado antes de entrar en Gaza» y se comprobó que «solo incluía agua, alimentos y equipo médico». Diversos expertos consideran que lo habitual en estas operaciones es fijar inspecciones antes de que se mueva un sólo transporte, y más en este caso, ya que Tel Aviv teme que, de producirse un tránsito sostenido, la milicia islamista aproveche para introducir clandestinamente armas u otros recursos destinados a fortalecerse en el norte. «Hacemos hincapié en que Israel es capaz de asegurarse de que no entre ni salga nada excepto lo antes mencionado», añadió el portavoz.
Las eventuales futuras aperturas del paso deberán tener en cuenta además qué hacer con los palestinos estadounidenses y ciudadanos con doble nacionalidad que quieren salir de Gaza. Según 'The Times of Israel', una multitud de personas con pasaportes estadounidenses, canadienses, alemanes y británicos vieron cómo la verja de Rafah volvió a cerrarse tras la salida de los camiones frustrando su quinto intento en una semana de cruzar a Egipto.
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