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iñigo fernández de lucio
Sábado, 27 de agosto 2022, 22:05
«No creemos en los gobiernos». La frase la pronunció en julio el ex primer ministro australiano Scott Morrison, cristiano devoto, en un sermón pronunciado en una iglesia pentecostal. Habían pasado dos meses desde que perdió el poder después del batacazo que sufrió la alianza ... liberal-nacional que lideraba en las elecciones federales de mayo. La frase no pudo ser más premonitoria. Sus tejemanejes durante los últimos dos años han puesto al país al borde de una crisis constitucional.
Morrison se convirtió en primer ministro de rebote en 2018 después de la renuncia de Malcolm Turnbull y tras ganar un proceso de primarias a su compañero de partido Peter Dutton. En 2019 su coalición se impuso en las urnas. Y en primavera de 2020 llegó una pandemia mundial. Ahora, más de dos años después, se ha descubierto que Morrison se adjudicó en secreto los poderes de cinco ministerios de su Ejecutivo sin que lo supieran los propios titulares de las respectivas carteras.
Las áreas en cuestión fueron Salud, desde el 14 de marzo de 2020; Finanzas, desde el 30 de marzo del mismo año; Interior y el Tesoro, desde el 6 de mayo de 2021; e Industria y Ciencia, desde el 15 de abril de 2021. En la práctica, esta asunción irregular de funciones no se tradujo en nada relevante salvo en una ocasión, en la que Morrison utilizó sus poderes para paralizar un controvertido proyecto gasístico.
«Eran tiempos extraordinarios y requerían medidas extraordinarias para responder. El objetivo primordial de nuestro Gobierno era salvar vidas y medios de subsistencia, y lo conseguimos», se defendió Morrison una vez se destapó el escándalo. «Ustedes se encuentran en la orilla después de los hechos. Pero yo manejaba el timón del barco en medio de la tormenta», afirmó al más puro estilo del Leviatán del escritor y filósofo inglés John Hobbes.
Es cierto que el mandato de Morrison ha sido de todo menos plácido. La nueva alianza militar con Reino Unido y Estados Unidos –bautizada como Aukus– enfureció a China, vecino regional, y desató una crisis diplomática sin precedentes con Francia. El Gobierno australiano canceló un contrato multimillonario con el astillero militar galo Naval Group y optó por un acuerdo alternativo con sus nuevos socios. En lo sanitario, la pandemia azotó el país y la última ola de la variante ómicron, activa desde noviembre del pasado año, puso en jaque el sistema. Y a principios de 2021 Morrison tuvo que hacer frente a una de las peores olas de incendios de la historia reciente australiana.
En cualquier caso, el escándalo es mayúsculo y ha avivado un gran debate. «Éste es el tipo de actividades de 'pacotilla' que ridiculizaríamos si fuera en un país no democrático. El pueblo australiano merece algo mejor que este desprecio por los procesos democráticos y nuestro sistema de Gobierno», manifestó el actual primer ministro del país, el laborista Anthony Albanese.
La cuestión ahora es dilucidar hasta dónde llegan las responsabilidades del exmandatario. El fiscal general del país austral, Stephen Donaghue, ya ha dicho que las acciones de Morrison no fueron ni ilegales ni inconstitucionales, pero sí «socavaron profundamente» los principios del Gobierno responsable y del sistema democrático. Hay ya varias investigaciones abiertas.
Las reacciones no se han hecho esperar. El líder del Partido Liberal, Peter Dutton, que sustituyó precisamente a Morrison al frente del partido, ya le ha pedido que abandone su escaño en el Congreso. Algo a lo que se niega rotundamente.
Aún hay dudas por despejar. Por ejemplo, el papel del gobernador general de la isla, David Hurley, que actúa como representante de la reina Isabel en Australia. Hurley fue quien firmó y autorizó los nombramientos secretos de Morrison. Habrá que esperar al final de las pesquisas
La idea del exmandatario de unificar en su persona los principales ministerios de su Gobierno ya tiene su reflejo en las encuestas, siempre temidas por la clase política. El gran beneficiado ha sido Albanese, el actual primer ministro, que ganó las elecciones federales de mayo y devolvió a los laboristas al poder después de diez años de Gobierno conservador. Tiene el respaldo del 55% de los ciudadanos, de acuerdo a un sondeo reciente realizado por la empresa demoscópica Resolve para el periódico 'Sidney Morning Herald'. Dutton, líder del Partido Liberal en sustitución de Morrison, apenas llega al 17%.
En cuanto a los partidos políticos, la brecha también es amplia. El 42% apoya al Laborista (33% en mayo), mientras que la coalición de liberales y nacionales ha caído del 36% al 28% en el mismo periodo.
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