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Habilitan el Centro de Convenciones de Oregón para que los ciudadanos son aire acondicionado puedan refugiarse de las altas temperaturas. AFP
Norteamérica llega a los 50 grados y supera las 200 muertes

Norteamérica llega a los 50 grados y supera las 200 muertes

Canadá sufre los principales efectos letales de la 'olla a presión' por la ola de calor, mientras 36 incendios castigaban EE UU

Miguel Pérez

Miércoles, 30 de junio 2021, 23:32

Nunca desde 1937 Canadá había sido sometida a tal prueba de fuego como la que ahora provoca muertes súbitas en las calles o los hogares y revienta el asfalto de las carreteras. La ola de calor que azota Norteamérica se ha convertido en un cementerio. ... Las autoridades del país notificaron ayer la muerte de al menos 233 personas en cuatro días como consecuencia de unas temperaturas que han alcanzado los 49,6 grados centígrados en la provincia de Columbia Británica.

También en Estados Unidos llueve plomo fundido. El efecto denominado 'olla a presión' causa estragos entre la población, con al menos una decena de fallecidos y múltiples hospitalizaciones de ciudadanos aquejados por problemas cardiacos, crisis de hipertensión y golpes de calor. Además, 36 incendios se propagaban por los bosques de California, Oregón, Washington, Colorado y Arizona, donde se encuentran desplegados 9.000 bomberos.

Las autoridades de ambos países siguen con incredulidad el desarrollo de esta antorcha de aire, que se origina cuando las altas presiones atrapan el aire caliente como si fueran una tapadera generando una cúpula de calor sobre la superficie terrestre. No se trata de un suceso novedoso -hace menos de un mes un sistema parecido extendió otra ola de menor magnitud en Estados Unidos-, pero sí resulta excepcional por su extrema intensidad.

La agencia de meteorología canadiense se reconocía ayer «sin palabras» para describir la envergadura de esta 'olla', aunque admitió que con temperaturas rayanas a 50 grados era de esperar que «resultara mortal». La última ocasión en que ocurrió un fenómeno similar, en 2018 en la región de Quebec, hubo unos setenta fallecimientos. El país no se había enfrentado a una situación así desde que hace 84 años los termómetros de Midale, en la provincia de Saskatchewan, registraran 45 grados centígrados.

A la tragedia se une el miedo. La ONU y un nutrido grupo de científicos norteamericanos coinciden en que esta ola es fruto del progresivo calentamiento global «que provoca temperaturas más altas durante más días seguidos». «Las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas. Empiezan antes y terminan más tarde, y se cobran un precio cada vez mayor en la salud humana», diagnostica la Organización Meteorológica Mundial.

Lo saben bien en Lytton, el nuevo Valle de la Muerte. Situada en las Montañas Rocosas, a 250 kilómetros de Vancouver, el verano suele llegar a esta localidad de la Columbia Británica con la necesidad de abrigarse con una chaqueta por las noches. Pero desde el fin de semana, el mercurio no ha bajado de los 46 grados. Y ayer se situó en 49,6. Por las noches, el infierno ha seguido trabajando. «Estamos observando temperaturas más bien típicas de Oriente Medio o África del Norte», apunta la ONU. La cúpula de calor se extiende a Vancouver, en la costa del Pacífico, donde ha habido un centenar de muertes, Yukón, Alberta y los territorios del noroeste de Canadá, que en esta época no suelen sobrepasar los 25 grados. Los expertos consideran que el fenómeno continuará hasta mañana.

La Policía canadiense informó que la mayoría de los fallecimientos se han producido por muerte súbita y en personas mayores de 60 años, aunque también entre trabajadores expuestos durante horas al sol. Desde el martes, sin embargo, es difícil ver movimiento en las calles. Los colegios han cerrado, hay empresas que han recuperado el teletrabajo, nadie hace actividades al aire libre y las campañas de vacunación contra el coronavirus se han interrumpido como mínimo hasta el fin de semana.

El calor también ha multiplicado los problemas en la red de transporte público. «Es algo insólito. Un calor insoportable. Muchos no se arriesgan ni a salir con el coche. Y lo peor es que la situación apenas decae por la noche, lo que acentúa la sensación de sofoco y los problemas de salud», señalan las autoridades canadienses, que han improvisado grandes centros refrigerados con aire acondicionado y cortinas de agua pulverizada donde los ciudadanos pueden encontrar refugio. Allí comparten espacio los sintecho que han sido trasladados fuera de las calles y quienes carecen de climatizadores en sus hogares, un electrodoméstico escaso en estas regiones.

Una cremallera de fuego

«El calentamiento global está causando la peligrosa combinación de calor extremo y sequía prolongada», manifestó el presidente de EE UU en una reunión extraordinaria convocada ayer para analizar la oleada de incendios en el norte del país. Joe Biden pidió a los republicanos escépticos ante el calentamiento global –un movimiento amplio encabezado por su predecesor, Donald Trump– que no caígan en un «debate partidista» y unan sus fuerzas con los demócratas para luchar contra el efecto invernadero.

La frontera entre Canadá y Estados Unidos es una cremallera de fuego. A este lado hay miles de hectáreas de terreno afectadas, granjas destruidas, ganado muerto e infraestructuras destrozadas. Portland y Seattle alcanzaron entre 42 y 46,5 grados el martes, el mayor registro desde 1940. Biden anunció que elevará el sueldo de los bomberos –ahora fijado en 15 dólares la hora– para agradecerles su descomunal esfuerzo y advirtió que su trabajo «ya no es estacional».

Tampoco es único, La ONU ha detectado que la ola de calor se ha expandido por Europa, el norte de África, la península Arábiga o India, como revelan los altos e inusuales valores medidos en estas regiones. Incluso Moscú puede rebasar hoy los 30 grados, aunque se quede en una anécdota en comparación a los más de 50 que se han anotado en el Sahara.

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