Protestas este lunes en Minsk. Reuters

Lukashenko propone reformar la Constitución para aplacar las protestas

La excandidata Tijanóvskaya se ofrece para liderar la transición hasta unas nuevas elecciones en Bielorrusia

Rafael M. Mañueco

Moscú

Lunes, 17 de agosto 2020, 18:29

En medio de una intensificación de las protestas por la manipulación de los resultados de las elecciones presidenciales del pasado día 9, con muchas de la principales empresas del país en huelga, incluida una parte de los estudios centrales de televisión, y la reprobación internacional, ... el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, insiste en su propósito de no abandonar el poder y de no repetir ahora los comicios.

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Pero ha abierto la puerta a «compartir el poder» mediante una reforma constitucional, tras la que sí se convocaría unas elecciones presidenciales. El proceso, no obstante, podría dilatarse mucho en el tiempo y para iniciarlo exige el cese de las movilizaciones. «Una redistribución de las responsabilidades debe pasar por un proceso constitucional y no por acciones callejeras», lanzó esta mañana Lukashenko ante los trabajadores de la fábrica de automoción pesada MZKT de Minsk (Volat).

Los obreros de la planta están en huelga en solidaridad con los manifestantes que piden unas nuevas elecciones y el fin de la represión, pero el primer mandatario del país, que llegó allí a bordo de un helicóptero en compañía de su hijo menor Kolia, anunció que no habrá ninguna repetición electoral por ahora. Les pidió también que regresen a sus puestos de trabajo. Nada más llegar, Lukashenko tuvo que escuchar a coro de los presentes la palabra«¡lárgate!» continuadamente.

Él ni se inmutó y les dio las gracias cuando terminaron de gritar. Sorpresivamente, el momento fue retransmitido en directo por el canal estatal ONT.A continuación tomó la palabra. Muchos medios de comunicación rusos interpretan la oferta de modificar la Carta Magna como un señuelo a la Unión Europea y a la oposición para ganar tiempo y tratar de parar las movilizaciones. Advirtió que, «bajo presión no se puede cambiar la Constitución». Poco antes, aseguró que «no lograrán jamás que yo haga algo porque me presionan». Pero, por el momento, no ha detallado a qué estamento irían a parar parte de sus actuales prerrogativas.

Lukashenko visitó después otras fábricas con el mismo mensaje de que renuncien a los paros, pero cada vez son más las que se unen a la huelga. Además de MZKT, están parcial o totalmente en paro factorías como Belaruskali, Naftan, MTZ, MAZ y BelAZ. No obstante, el jefe del Estado trató de convencerles de que la mayor parte de la industria está funcionando. Les dijo también que las movilizaciones «no me doblegarán» y repitió lo que declaró ya el domingo en cuanto a que «ni muerto entregaré el país». Están también en huelga más de la mitad de los empleados de la Compañía de Radio y Televisión de Bielorrusia.

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El domingo se produjeron las manifestaciones más multitudinarias desde el comienzo de las protestas y Lukashenko organizó también su mitin frente a la Casa del Gobierno, en la plaza de la Independencia, con mucha menos gente que la movilizada por la oposición. Llegó a decir que la OTAN amenaza a Bielorrusia desde Polonia y trató de dar una imagen de líder resolutivo e inamovible. Ha hablado ya dos veces con el presidente Vladímir Putin en los últimos días, según dijo, para que Moscú ayude al país a «garantizar su seguridad».

Desde el comienzo de las protestas, ha habido dos muertos, centenares de heridos y cerca de 7.000 detenidos, de los que por lo menos 2.000 fueron puestos en libertad. La Fiscalía General de Bielorrusia sostiene que apenas quedan manifestantes en los calabozos, aunque no hay constancia de que todos hayan sido liberados. Muchos de ellos han denunciado torturas y vejaciones mientras estuvieron bajo arresto.

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Oferta opositora

Por su parte, Svetlana Tijanóvskaya, la adversaria del presidente Alexánder Lukashenko, en unas elecciones amañadas, que muy probablemente ganó ella, ha visto mermado su margen de maniobra desde que se exilió en Lituania por fuertes presiones del régimen. De hecho, la oposición ya no exige que se reconozca su victoria sino que se repitan los comicios.

Aún así, Tijanóvskaya difundió este lunes desde Lituania un nuevo vídeo anunciando su intención de ofrecerse para dirigir la transición. «Estoy dispuesta a asumir responsabilidades y a actuar en esta coyuntura en calidad de líder nacional, para que el país se calme, recobre su ritmo normal, para liberar a todos los presos políticos y preparar con brevedad la normativa y las condiciones para celebrar unas nuevas elecciones presidenciales auténticas, limpias, transparentes y que sean reconocidas sin ninguna traba por la comunidad internacional», declara en su comunicado.

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Así mismo, admite que nunca quiso ser política, pero, subraya, «el destino me puso en la primera línea de la confrontación con la arbitrariedad y la injusticia». Dirigiéndose en particular a sus seguidores, Tijanóvskaya señala en su misiva que «a ustedes, que creyeron en mí, y me dieron la fuerza, les admiro hoy por cada minuto de coraje demostrado». Aseguró que «hay que salir de este círculo sin fin en el que nos encontramos desde hace 26 años», cuando Lukashenko se hizo con el poder.

Llegó a la campaña electoral de forma improvisada sin ninguna experiencia y, aunque al principio se mostró insegura y vacilante, poco a poco, fue tomando aplomo. Sus dos intervenciones televisivas en el marco de los espacios concedidos a los candidatos, durante los que denunció sin ambages los vicios y las mentiras del régimen, fueron brillantes y despertaron grandes esperanzas de cambio. Pero pasó lo previsible, el autócrata jugó sucio y manipuló el escrutinio.

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Los datos oficiales de los comicios dieron la victoria a Lukashenko con el 80% de los votos y ella obtuvo el 10%. Pero, viendo ahora la envergadura que están alcanzando las protestas, con más de 200.000 personas en la calle el domingo en Minsk, nadie se cree esos resultados. Su esposo, Mijaíl Tijanovski, fue excluido como candidato y encarcelado el pasado mes de mayo. Por eso, ella se presentó a las elecciones en su lugar.

Tijanóvskaya estuvo arropada por otras dos mujeres, Verónica Tsepkalo y María Kolésnikova. La primera, esposa de otro carismático opositor, Valeri Tsepkalo, antiguo embajador bielorruso en Estados Unidos, está también fuera del país junto con su marido, huido por temor a represalias. Salieron de Rusia con sus hijos la semana pasada en dirección a Ucrania y con la intención de llegar a Polonia.

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Así que la única que permanece en Bielorrusia al pie del cañón es Kolésnikova, asistente de otro candidato fallido, el antiguo banquero, Víctor Babariko, también en prisión. Kolésnikova estuvo ayer con los trabajadores de las fábricas y con los empleados de la televisión pública para animarlos a seguir la huelga y las movilizaciones contra Lukashenko.

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