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Soldados ayudan a pasar la frontera a civiles que huyen de la guerra. efe

«Lucharé para que Ucrania siga siendo Ucrania»

Numerosos ucranianos de la diáspora regresan por la frontera de Polonia para combatir y evitar que su país caiga en manos del enemigo

mikel ayestaran

Enviado especial a Medyka

Domingo, 27 de febrero 2022, 00:14

La mayoría viene en grupos no muy grandes. Destacan por su juventud, las cabezas rapadas, con look 'zhub' (de cosaco ucraniano, con los laterales rapados y una coleta en la parte central a lo mohicano), tatuajes, ropa de camuflaje y equipaje ligero. Responden con monosílabos, ... no quieren cámaras y bajan la mirada si alguna les enfoca. Se ponen a la cola como el resto y esperan a que el agente de seguridad les de luz verde para entrar al paso fronterizo de Medyka, al sureste de Polonia. El ataque de Rusia contra Ucrania ha provocado un éxodo de civiles y ya son más de 100.000 los que han entrado en el país vecino en las últimas 72 horas, según los datos de las autoridades de Varsovia.

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Pero también hay ucranianos que toman el camino inverso. Vuelven a casa y lo hacen con una sola idea en la cabeza: combatir a Rusia. Yaroslav acaba de llegar con «dos amigos». Cuando empezaron los ataques salió de Ucrania con el objetivo de reclutar a compatriotas que viven en Polonia y quieran volver a luchar. Ya ha acercado a doce y mañana tiene a otros cuatro que le esperan para hacer el mismo camino de vuelta a casa. «Es mi obligación, mi forma de servir al país, pero dentro de una semana seré yo mismo quien cruce la frontera y coja el kalashnikov», afirma.

Habla mientras se despide de Max y Oleg, a quienes ha recogido en Cracovia y que se dirigen a Jmelnitsky. «Cada combatiente procura servir a su ciudad, al lugar que mejor conoce. Allí contacta con el Ejército e inmediatamente le destinan a alguna posición de defensa», explica Yaroslav. La llamada a filas les obliga a dejar la vida que habían construido fuera de su país, pero «es una obligación y por eso llamo a todos los ucranianos de la diáspora a volver a casa y luchar», concluye este reclutador.

Ley marcial

El presidente, Volodímir Zelenski, declaró la ley marcial y todos los varones entre los 18 y 60 años deben acudir a la llamada a filas. Esto hace que la mayor parte de los refugiados que huyen en las últimas horas sean mujeres y niños. Los hombres se quedan, las autoridades reparten incluso armas entre los civiles y desde Polonia llegan como refuerzo estos jóvenes a quienes la contienda ha sorprendido fuera y quieren sumarse a la defensa del país.

Algunos no detienen su paso firme con dirección a la frontera cuando se les pregunta por el motivo de la vuelta a casa. Dimitri ya combatió en la guerra de 2014 y regresa «para defender Kiev». «La capital es el corazón, la clave de esta guerra y yo quiero estar allí para que no caiga en manos del enemigo». La conversación se produce casi a la carrera. Lleva una mochila a la espalda, la cabeza tapada con un gorro de lana y mantiene su mirada al frente. «La situación es peligrosa, pero no tengo miedo. No me lo he pensado dos veces a la hora de regresar. Esta guerra la vamos a ganar», asegura con extrema seriedad.

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Entre los que esperan para cruzar la frontera hay una extraña mezcla. Por un lado, están los combatientes, pero por otro hay un importante número de personas que lo hace para rescatar a familiares. Es el caso de Alexia, que ha volado de urgencia desde Francia para recoger a su hija Sofía, de 3 años, y volver juntas a París. «Me espera al otro lado, voy a cruzar, abrazarle y volver sin pasar más de un minuto en Ucrania porque ha dejado de ser un país seguro», sostiene.

Cada día que pasa aumenta el número de refugiados, pero en esta ocasión Polonia abre las puertas de Europa a los recién llegados. Cuanta más gente llega, mejor es la organización y más voluntarios acuden desde todo el mundo para ayudar. Unos se van en busca de la seguridad y para dejar atrás la guerra, otros regresan para empuñar las armas y «lograr que Ucrania siga siendo Ucrania por muchos años». «Lo que está en juego es la supervivencia del país en el que hemos nacido», piensa Yaroslav, a quien cada vez le queda menos para dejar sus labores de reclutador y acudir a la línea de un frente cada vez más amplio.

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