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rafael m. mañueco
Moscú
Jueves, 16 de julio 2020, 21:23
En el Kremlin dicen no estar dispuestos a tolerar acusaciones de haber patrocinado ciberataques con el objetivo de obtener información científica sobre vacunas contra la COVID-19. «No tenemos información sobre quién puede haber pirateado empresas farmacéuticas y centros de investigación en el Reino Unido. ... Podemos decir una cosa: Rusia no tiene nada que ver con estas tentativas», manifestó ayer taxativamente el jefe del prensa de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.
Según sus palabras, «no toleraremos estas nuevas acusaciones de Londres, son tan infundadas como las que hizo sobre la interferencia rusa en las elecciones parlamentarias del Reino Unido en diciembre de 2019». También la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, calificó de «carentes de fundamento» las denuncias del ministro de Exteriores británico Dominic Raab, quien aseguró que su país y sus aliados darán con los responsables del intento de pirateo y les exigirán responsabilidades.
El Centro Nacional de Seguridad Cibernética del Reino Unido (NCSC) afirmó ayer en un comunicado que piratas informáticos rusos trataron de robar datos sobre la vacuna contra el coronavirus. El NCSC sostiene que el grupo de hackers rusos APT29 está involucrado en la operación y atacó «repetidamente» este año a varias organizaciones vinculadas con el desarrollo científico del fármaco. «Condenamos estos despreciables ataques contra aquellos que realizan un trabajo vital para combatir la pandemia de coronavirus», declaró Paul Chichester, director de operaciones del NCSC.
La Universidad de Oxford y el Imperial College de Londres fueron objetivo de los piratas rusos. El NCSC informaba también de que los ataques tuvieron un ámbito muy amplio, no sólo dentro del Reino Unido, sino también contra laboratorios y centros científicos de Estados Unidos y Canada.
Aunque tales tentativas parece que no se coronaron con éxito, tanto Londres como Washington creen que detrás del APT29 está el GRU, la inteligencia militar rusa.
El Ministerio de Exteriores británico, mediante un nota de Raab, su titular, reaccionó a las revelaciones del NCSC anunciando que trabajará con EEUU y Canadá para esclarecer los hechos y llevar a los culpables ante la Justicia. «Es completamente inaceptable que los servicios de inteligencia rusos actúen contra quienes trabajan para combatir la pandemia de coronavirus», señalaba el jefe del Foreign Office en el comunicado publicado en la página web.
Raab apuntó directamente al grupo de piratas informáticos rusos APT29, también conocido como Cozy Bear y Dukes, activo, según los expertos, desde 2014, justo después de la anexión de Crimea y la guerra en el este de Ucrania. Entonces la UE y EEUU adoptaron sanciones contra Rusia y se acrecentó la presión contra el Kremlin. Esta misma unidad de hackers fue acusada de piratear información del Comité Nacional del Partido Demócrata de los Estados Unidos en la víspera de las elecciones presidenciales de 2016. Se le atribuyen también diversos ciberataques a instituciones estatales de varios países europeos, entre ellas el Bundestag, en 2015. La prensa alemana escribió recientemente sobre ataques de hackers contra centros científicos que desarrollan vacunas contra la COVID-19 y sospechan también de Rusia.
En febrero de 2018, Estados Unidos acusó al GRU de haber lanzado, en junio de 2017, el «ciberataque más destructivo y costoso de la historia». Fue denominado «Petya» (diminutivo de Pióter -Pedro-) y causó pérdidas millonarias en Europa, Asia y América, pese a que supuestamente estuvo dirigido solamente contra Ucrania.
El grupo de hackers del GRU fue creado, según los expertos, con la intención de tejer un sistema de seguridad capaz de proteger a los centros neurálgicos del poder en Rusia, sobre todo al Kremlin y al Gobierno, de posibles ciberataques. Pero tales tecnologías son de doble uso, sirven para defenderse y atacar.
Además, según denunció hace dos años el fiscal especial estadounidense, Robert Mueller, Moscú estuvo utilizando contra Washington la llamada «Fábrica de Trolls» de
Lajta, situada en Ólguino, barrio de la periferia noroeste de San Petersburgo. Desde esa sede, que lleva el nombre de Agencia de Estudios de Internet, llevaron a cabo lo que Mueller llamó «guerra informativa contra Estados Unidos». Lajta fue fundada por Evgueni Prigozhin, el «cocinero de Putin», en 2013, creador a su vez del grupo de mercenarios Wagner.
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