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iñigo gurruchaga
Corresponsal. Londres
Sábado, 13 de junio 2020, 22:04
Boris Johnson al fin ha encontrado un asunto en el que se siente confiado, las estatuas. El admirador del ateniense Pericles se siente dolido por las pintadas en el memorial a Winston Churchill en la Plaza del Parlamento y las peticiones de que se retire. « ... Expresó a veces opiniones que eran y son inaceptables para nosotros hoy», ha escrito, pero «derribarlas sería mentir sobre nuestra Historia y empobrecer la educación de futuras generaciones».
Johnson sabe que sus palabras conectan con la mayoría. Con matones pseudonazis que atacaron ayer a la Policía o a amigos de pícnic en el parque de St. James, buscando batallas con manifestantes de 'Black Lives Matter', pero sobre todo con millones de británicos que no han ido quizás en su vida a una manifestación pero que votaron a Churchil como el más grande británico de todos los tiempos en una encuesta de la BBC a un millón de personas, en 2002.
La acusación a los partidarios de retirar estatuas de mentir sobre la Historia habrá extrañado a William Dalrymple, autor reciente de un extraordinario relato de la East Indian Company, 'The Anarchy'. Ha abogado estos días por la retirada a un museo de la de Robert Clive, levantada frente al Foreign Office, que proyecta al mundo la sociedad británica junto a la figura de un colonizador con un currículum criminal.
La factura del coronavirus. La gestión de la pandemia por parte del Gobierno es la que tiene menor apoyo de su población en Europa
Quizás Johnson proyecta su ansiedad por guarecer de la turba futuros monumentos a su persona. Sus biógrafos han recordado su conversación con un amigo que le preguntaba por qué quería cambiar el periodismo por la política, cuando ganaba mucho más dinero que un diputado, trabajando menos y con poca responsabilidad. «No se levantan estatuas a los periodistas», replicó Johnson.
No es cierto. La de Indro Montanelli es ahora objeto también de disputa en Italia y en el castillo de Dublín sigue firme el busto de Veronica Guerin, asesinada por investigar a las mafias de las drogas en la capital irlandesa. Y el líder conservador no se está cubriendo de gloria. La oposición laborista y su líder, Keir Starmer, le han quitado en dos meses su ventaja en las encuestas. La gestión de la epidemia por su Gobierno es la que tiene menos apoyo de su población en Europa.
Esta semana comenzó la cuarentena obligatoria de los pasajeros que llegan a Reino Unido, que los científicos no avalan y que los políticos achacan al gurú de Downing Street, Dominic Cummings. Sus éxitos pasados son campañas electorales y sería él el inspirador de la cuarentena tras comprobar que es popular con los británicos de sus muestras demoscópicas. Las grandes líneas aéreas la han denunciado a los juzgados. Miembros del Gobierno saben que es un sinsentido.
Se iban a reabrir de nuevo las escuelas primarias, pero se ha abandonado la idea cuando se ha confirmado tardíamente que mantener el distanciamiento físico no deja espacio para los alumnos. La campaña contra la exigencia de dos metros como barrera contra el contagio crece, porque prolonga la zozobra de comercios y de la hostelería. La relajación se ha convertido en una cadena de reglas demasiado complejas comparadas con el confinamiento con paseo y compra.
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No hay liderazgo, dicen diputados conservadores al 'Financial Times'. La caída de Johnson y de su Gobierno es vertiginosa. En su último paso sobre el 'brexit' de fin de año, se ha visto forzado a dejar que entren sin control los bienes procedentes de otros países de la Unión Europea, con la esperanza de que los importadores hagan los papeles y paguen las tasas más tarde, mientras la UE parece mejor preparada para controles aduaneros que no buscó y los aplicará desde el primer día.
En fin, que el reloj avanza -coronavirus, verano de 'brexit', coronavirus y 'brexit' en el año nuevo,...- hacia las elecciones en Escocia, en mayo de 2021. El independentista SNP tiene pronósticos estupendos, la independencia tantos partidarios como la unión. Y el impacto real del 'brexit' rechazado por la mayoría de escoceses entrará en campaña en plena crisis económica. Quién le iba a decir a Johnson que había que trabajar tanto para que le eleven una estatua.
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