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iñigo gurruchaga
Corresponsal. Londres
Jueves, 27 de mayo 2021, 21:56
El Gobierno británico quiere neutralizar los efectos de las acusaciones de Dominic Cummings, exasesor del primer ministro, ante un comité de la Cámara de los Comunes, rechazando responder a preguntas concretas. La cobertura de los medios es intensa y las portadas de los diarios ... eran un amargo desayuno para Boris Johnson, ávido lector de prensa.
El ministro de Sanidad, Matthew Hancock, de quien Cummings dijo que mintió a otros miembros del Gobierno sobre la existencia de un plan para hacer test a enfermos de Covid-19 en hospitales, antes de ser enviados a residencias de mayores, rechazó en el Parlamento ofrecer una versión alternativa sobre lo sucedido. Aunque la consecuencia fue de miles de muertes.
«Esas alegaciones no corroboradas sobre honestidad no son verdad», dijo como respuesta a una pregunta de la oposición. «He dicho la verdad en privado y en público, hemos sido transparentes». Diputados del grupo conservador fueron movilizados por los encargados de su disciplina y apoyaron al ministro con elogios o preguntas sobre sus actividades actuales.
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Unos 25.000 enfermos de Covid fueron enviados de hospitales a residencias desprotegidas entre la mitad de marzo y de abril de 2020, según un informe de otro comité parlamentario. El 12 de marzo, el Gobierno había anunciado que no haría más test entre la población y que se centraría en los trabajadores de la Sanidad Pública. Las revistas médicas ya publicaban artículos sobre casos de transmisión asintomática del virus.
Hancock, ministro también responsable de las residencias de mayores, operaba en ese contexto. Según Cummings, les dijo al más alto funcionario del Gobierno y a él mismo que se sometería a test a los trasladados. Cuando descubrieron que no se hacían test, culpó a otros. El funcionario investigó y llegó a la conclusión de que Hancock les había mentido. Ambos pidieron a Johnson que lo cesara.
El primer ministro no ha cesado a Hancock y no quiere tampoco responder a acusaciones concretas. Que sea apto para ocupar la jefatura de Gobierno es un insulto de Cummings que carece de importancia. Es más dañino que describa al primer ministro desobedeciendo el asesoramiento científico y presidiendo una administración caótica, pero el éxito de la vacunación le inmuniza.
Las portadas del día replican el número drámatico de Cummings, «decenas de miles de muertes evitables». ¿Murieron por sus acciones u omisiones?, le preguntaron a Johnson en la televisión Sky. «Creo que no, pero tuvimos que tomar, por supuesto, una serie de decisiones de increíble dificultad; y no tomamos ninguna a la ligera», respondió.
El Gobierno cree que se conecta con las preocupaciones de la mayoría de la población, centrándose en el avance de la cepa india y en las evaluaciones sobre su transmisión, a tres semanas de la planeada apertura general del país, el 21 de junio. Y confía en que la población sea indiferente al hecho de que Johnson diera a Cummings tanto poder o a que Hancock, en un día tan difícil, dé una vez más cifras exageradas de los test que se están haciendo en Bolton, la población más afectada por la nueva variante.
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