Borrar
Mikel casal
John McAfee, el cerebro que tenía los plomos fundidos

John McAfee, el cerebro que tenía los plomos fundidos

El excéntrico inventor del programa antivirus, hallado colgado esta semana en su celda barcelonesa de la prisión de Brians 2, llevaba años protagonizando una esperpéntica huida hacia adelante salteada de drogas, prostitucióny delitos fiscales

jon G. aramburu

Domingo, 27 de junio 2021, 00:27

El vídeo no tiene desperdicio. Cuatro minutos y 25 segundos en los que el fundador del antivirus McAfee -bata burdeos y de fondo una biblioteca labrada en maderas nobles- explica cómo desinstalar el mismo programa que le hizo millonario y que él no ... duda en calificar como «el peor software del mundo». Tras encender un cigarrillo con un billete, media docena de chicas embutidas en cuero entran a cámara y le dejan en calzones, le revuelven juguetonas el pelo, le acarician el torso desnudo y se restriegan contra él. John, acostumbrado a estas lides, no pierde su aplomo. Transmite instrucciones mientras besuquea pies y muestra su aguileña nariz empolvada en una sustancia blanca. La grabación concluye con el genio informático sacándose una pistola de la sobaquera, apuntando a cámara y descerrajando un tiro al portátil. Fundido a negro.

John McAfee ha muerto esta semana con 75 años, a los que ha sacado chispas. Lo ha hecho en su celda de la cárcel barcelonesa de Brians 2, donde había acabado después de ser arrestado por la Policía Nacional en el aeropuerto de El Prat cuando se disponía a volar a Turquía, en cumplimiento de una requisitoria emitida por los tribunales de su país. La justicia norteamericana le reclamaba por varios delitos fiscales, en concreto la evasión de 4 millones de dólares en impuestos que le correspondía pagar por las ganancias obtenidas con el comercio de criptomonedas de 2016 a 2018.

A decir de las autoridades penitenciarias, John no era un preso conflictivo. Tampoco se le apreciaban conductas suicidas y si compartía celda no era en cumplimiento de ningún protocolo de protección. Es más, el propio recluso se había encargado en su momento de pregonar en las redes sociales que si aparecía ahorcado como Jeffrey Epstein, no iba a ser por decisión propia. Sea como fuere, su muerte se produjo el mismo día que llegó el aviso de su extradición a Estados Unidos, donde juran y perjuran que sus delitos 'solo' le hubieran supuesto una pena de 5 años y eso en el escenario más desfavorable.

A las cuatro de la tarde pidió permiso para ir a su celda y un par de horas más tarde los funcionarios lo hallaron muerto. A la espera de que se conozca el resultado de la autopsia, todo indica que se quitó la vida, tesis que defiende también Javier Villalba, su abogado, quien en declaraciones a Reuters señaló que lo ocurrido es «el resultado de un sistema cruel que no tenía motivos para mantener a este hombre en prisión tanto tiempo».

La trayectoria de John McAfee es digna de un guión cinematográfico y empieza mucho antes de su arrollador éxito en la escena informática y financiera. Nació en Reino Unido al término de la Segunda Guerra Mundial, hijo de un soldado norteamericano que había hecho la guerra contra el nazismo. De vuelta en su país, su progenitor entró en una dinámica de autodestrucción y acabó saltándose la tapa de los sesos. Espiral de la que contagió a su hijo, que con sólo 15 años se bebía hasta el agua de los floreros y era ya un drogadicto de libro.

Con semejantes cartas en la mano, todo hacía prever que John era carne de cañón, pero contra todo pronóstico desarrolló una brillante carrera académica, hasta el punto de lanzarse a conseguir un doctorado en Matemáticas en la Universidad de Louisiana, de la que fue expulsado por seducir a una de sus becarias y con la que se acabó casando.

Demasiadas emociones

John pasó por la NASA, por Siemens, por General Electric, sin que fuera capaz de mantener a raya sus adicciones hasta que en 1984 estas le costaron el matrimonio. Parece que a cambio sufrió una epifanía, una lo bastante radical como para mantenerle alejado de los malos hábitos -al menos de algunos- durante las siguientes tres décadas. Fue entonces cuando fundó McAfee... y saltó la banca. Él, que se vanagloriaba de no usar programas antivirus y de proteger su equipo sólo cambiando la IP y no entrando en páginas sospechosas.

Pues bien, siete años más tarde se cansó de aquel juguete. Renunció a todos sus cargos directivos, pero conservó su participación y un paquete accionarial que con el paso del tiempo le reportarían cien millones de dólares. Cualquiera en su situación ya tendría resuelta la vida, pero John decidió entrar en una espiral de negocios para los que no demostró el olfato que de tanto le había servido en el mundo de las tecnológicas. Hizo fuertes inversiones inmobiliarias y la crisis del ladrillo se comió literalmente su patrimonio.

Empezó entonces un periplo por el Caribe que no haría sino acrecentar su leyenda, ya para entonces bastante negra. Después de montar un resort y una farmacéutica en Belice -que registró la Policía ante las sospechas de servir de tapadera a un negocio de drogas- y de zambullirse de nuevo en la cocaína como si no hubiera un mañana, McAfee fue investigado por la muerte a tiros de un compatriota, vecino por más señas. Se libró por los pelos, aunque poco después fue una prostituta de 16 años la que disparó contra él, al parecer por un asunto de celos, dejándole sordo de un oído. Demasiadas emociones hasta para él.

El excéntrico empresario saltó de allí a Guatemala (de donde fue expulsado), luego a Oregon (donde se introdujo en el negocio de las criptomonedas que ha acabado convirtiéndole en un prófugo) y, por último, a República Dominicana (donde tampoco pasó desapercibido). Todo ello mientras salpimentaba su biografía con detenciones por conducir borracho y armado, o se presentaba como candidato a las elecciones presidenciales norteamericanas, primero por las filas del Cyber Party y luego en las del libertario. «Si no puedes divertirte con lo que estás haciendo, prueba con algo nuevo», era su consigna.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

burgosconecta John McAfee, el cerebro que tenía los plomos fundidos