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Rafael M. Mañueco
Moscú
Sábado, 10 de octubre 2020, 18:39
El jueves fue bombardeada dos veces la emblemática catedral cristiana de Cristo Salvador de Shusha (Nagorno Karabaj), conocida con el nombre de Ghazanchetsots. Tras el primer ataque, acudieron periodistas para ver los desperfectos causados y, estando en el interior contemplando las partes más dañadas, se ... produjo la segunda incursión aérea, nadie supo decir a ciencia cierta si fueron aviones o drones.
Tres reporteros resultaron heridos, dos de ellos rusos y uno continúa en estado grave aunque ha recuperado el conocimiento y ha sido desconectado del aparato de respiración artificial. En cuanto al edificio religioso, tiene un enorme boquete, en uno de los laterales del techo de crucero, ha perdido casi todas las vidrieras y una bomba que explotó en la nave central ha dejado numerosos desperfectos por todas partes.
La reacción de las autoridades armenias y karabajíes fue de denuncia y conmoción. El defensor del pueblo de Nagorno Karabaj, Artak Beglarián, calificó el acto de «barbaridad» impropia de naciones civilizadas. Por supuesto, todos las miradas apuntaron a Bakú, cuyo Ejército inició el pasado 27 de septiembre su actual ofensiva con la intención de recuperar el enclave montañoso que los armenios hicieron suyo, aunque la ONU reconoce que pertenece a Azerbaiyán.
La polémica se ha extendido también a Rusia, en donde la condena a las fuerzas azerbaiyanas por atentar contra un templo cristiano que es además un monumento histórico ha sido unánime. La conocida periodista y bloguera rusa de origen georgiano, Tina Kandelaki, ha comparado lo sucedido en Shusha con los desmanes cometidos por el Daesh en Palmira (Siria) y con la destrucción de los budas de Bamiyán (Afganistán) por parte de los talibanes.
El Ministerio del Interior azerbaiyano, sin embargo, sigue insistiendo en que sus tropas no tuvieron nada que ver con los ataques contra la catedral de Shusha. Ya el día de los bombardeos el departamento castrense aseguró en un comunicado que «el Ejército azerbaiyano no ataca monumentos de valor histórico y cultural, menos todavía si son religiosos, a diferencia de las fuerzas armadas armenias que con sus disparos artilleros del pasado 4 de octubre contra la ciudad de Guiandzhá dañaron infraestructuras civiles, edificios de viviendas y el complejo Imanzadé, un monumento único de la arquitectura religiosa». Algunas publicaciones rusas especulan con la posibilidad de que la catedral de Shusha pudiera haber sido objetivo de los ataques de aviones F-16 turcos.
La catedral de Shusha fue construida en la época del zar Alejandro III, el padre de Nicolás II, que fue el último monarca ruso. El campanario data de 1858, aunque sobre su base hubo mucho antes una iglesia, y el templo propiamente dicho empezó a erigirse en 1868 y fue terminado en 1887. De siempre fue un símbolo de Nagorno Karabaj. Milagrosamente, este bello templo, ahora parcialmente destruido, sobrevivió a todos los conflictos del siglo XX, dos masacres que los turcos perpetraron en Shusha y la guerra que les enfrentó con Azerbaiyán entre 1991 y 1994. Durante aquella contienda, los azerbaiyanos instalaron en la catedral un almacén de cohetes. En 1998, el templo fue completamente remozado y, según el presidente de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj, Araik Aratunián, ahora también será restaurado y «volverá a lucir».
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