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Zigor Aldama / agencias
Shanghái
Martes, 23 de junio 2020, 19:36
Al primer ministro de India, Narendra Modi, le gusta decretar medidas drásticas a las bravas y también lo ha hecho con la crisis del coronavirus. Decretó el 24 de marzo una de las cuarentenas más estrictas del mundo.
No dio tiempo para gestionar el ... confinamiento y dejó súbitamente en el paro a millones de migrantes rurales que no tenían medios económicos para continuar en las ciudades en las que residen. Y tampoco transporte para regresar a sus hogares. Por miedo a ser internados en los aterradores 'centros de cuarentena' de los norteños estados de Bihar y Uttar Pradesh, en los que la gente estaba hacinada sin los medios más básicos, muchos han recorrido a pie cientos de kilómetros para reencontrarse con sus seres queridos y hallar cobijo.
Los datos parecían demostrar que, a pesar de todo, la estrategia de Modi estaba funcionando. Hasta el día 28 de abril, el segundo país más poblado del mundo, con más de 1.200 millones de personas, ni siquiera sumaba mil fallecidos por la Covid-19. Pero esa cifra era un espejismo. Muchos acusaban al Gobierno de mentir en los datos y, tras una revisión que sumó de golpe 2.000 fallecidos el pasado día 17, este martes el número ya se había disparado hasta los 14.011.
Son todavía muchos menos que los 28.000 registrados en España con una población mucho menor, pero la curva que parecía domada ha adquirido una pronunciada tendencia ascendente que preocupa mucho a las autoridades. Este martes se registraron 300 nuevas víctimas mortales y a diario se detectan más de 15.000 nuevos casos, que elevan el total hasta más de 440.215. Es una cifra que sitúa a India en la cuarta posición de este macabro ránking y que supera en 170.000 los casos identificados en España.
Podrían ser muchos más, porque diversos medios locales han entrevistado a personal de los cementerios y de los crematorios, y en todas las instalaciones se afirma que el número de cadáveres supera en mucho al que debería resultar de la suma de los fallecimientos habituales en esta época del año y la cifra oficial de muertos por la epidemia. Por si fuese poco, un estudio británico que pronto verá la luz en la revista 'The Lancet', y que ha analizado los casos de casi 35.000 pacientes, concluye que los habitantes originarios del subcontinente indio son los más propensos a sucumbir al coronavirus.
«Me preocupa la velocidad con la que aumentan los contagios. La densidad de población de las ciudades indias puede estar contribuyendo a este hecho, ya que vemos una tasa de infección superior en urbes como Mumbai, Delhi o Chennai», comentó el director del Instituto de Salud Global de Harvard, Ashish Jha.
«Pero lo que más me preocupa son las grandes aglomeraciones urbanas de estados como Bihar o Uttar Pradesh que todavía no han sido golpeadas con fuerza. Cuando lo hagan, posiblemente veamos un mayor número de casos y de muertos. Tenemos que estar preparados», sentenció antes de advertir de que, según el modelo de Youyang Gu, India podría sumar 136.000 muertos hasta el 1 de octubre.
Así que, cuando el país debería estar inmerso en el proceso de desescalada iniciado el día 8, está sucediendo todo lo contrario. Los centros sanitarios de la capital, Delhi, están tan saturados que la semana pasada comenzaron a ingresar pacientes en 500 vagones de tren reconvertidos para acoger a 8.000 enfermos. Mientras, el viernes decretaron de nuevo el confinamiento en la ciudad sureña de Chennai. «La cuarentena durará doce días y solo se permitirá que estén operativos los servicios esenciales», anunció el Gobierno.
Uno de los países que se enfrentó con mayor éxito la batalla contra la primera oleada del coronavirus, allá por febrero, se ha visto también obligada a desplegar de nuevo sus fuerzas para combatir un nuevo ataque del patógeno, al que se creía ya derrotado. La capital, Seúl, ha sido el principal escenario de un importante aumento de infecciones, tanto importadoas como de transmisión local. Con los nuevos datos, el balance coreano se eleva a 12.484 personas contagiadas.
El régimen de los ayatomás se prepara para recibir un nuevo golpe del Covid-19 y teme que puede ser más contundente que el primero que dejó cerca de 10.000 fallecidos. Los casos de este rebrote son virulentos y sumen a las autoridades en otra crisis ya que el sistema sanitario sigue tan precario como hace tres meses. Se registran casi 3.000 positivos nuevos al día, una cifras que superan a las contabilizadas que a finales de marzo.
Israel se niega a admitir que es víctima de una segunda oleada, pero los números así parecen apuntarlo. De hecho, el Gobierno de Benyamin Netanyahu tiene previsto aprobar en las próximas horas la implantación de zonas restringidas en los núcleos del país que más infectados registran. Asimismo, la Autoridad Palestina ha establecido cuarentenas en Hebrón al duplicarse los casos positivos en apenas dos semanas tras la desescalada.
Australia, uno de los países en el que el coronavirus apenas encontró caldo de cultivo en su ofensiva inicial, ha vuelto a imponer una situación de confinamiento a cerca de un millón de sus habitantes, la mayoría residentes en el estado de Victoria. La detencción de un repunte en los casos tras recuperar la práctica de reuniones familiares y fiestas de cumpleaños ha obligado al Gobierno a volver a medidas de contundenca. Melbourne, la segunda ciudad más poblada del país tras Sidney, centra la mayor preocupación.
Los lusos han constituido un ejemplo a seguir a la hora de afrontar la crisis del Covid-19. Supo anticiparse a la llegada de la pandemia con la adopción de medidas preventivas, pero aquella experiencia no evitar que sus autoridades estén preocupadas por el ritmo de nuevos contagios de los últimos días, algo que puede anticipar una segunda oleada. El Gobierno ha impuesto desde este martes nuevas restricciones en la región metropolitana de Lisboa, la capital. La limitación de asistentes a concentraciones se reduce de veinte a diez personas y habrá severas multas para quien incumpla la normativa. Los establecimientos comerciales cerrarán obligatoriamente a las ocho de la tarde, salvo los restaurantes que sirvan cenas.
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