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Despliegue policial ante el Parlamento de Georgia, en Tiflis. Reuters
Una delegación rusa provoca una crisis política en Georgia

Una delegación rusa provoca una crisis política en Georgia

La oposición se echa a la calle y consigue la dimisión del presidente del Parlamento, pero reclama también elecciones legislativas

Rafael M. Mañueco

Moscú

Viernes, 21 de junio 2019, 12:08

La primera consecuencia de los graves desórdenes registrados el jueves por la noche en el centro de Tiflis, la capital georgiana, en protesta por la presencia de una delegación parlamentaria rusa, fue la dimisión este viernes del presidente del Parlamento del Georgia, Irakli Kobajidze, solicitada ... por los multitud. Pero podrían caer más cabezas, ya que en el punto de mira de la oposición está también el ministro del Interior, Gueorgui Gajaria, a quien se acusa de haber lanzado brutalmente a los antidisturbios contra la multitud, e incluso el propio jefe del Gobierno, Mamuka Bajtadze.

Los manifestantes salieron de nuevo a la calle en la tarde de este viernes para exigir además la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. La líder del Partido Republicano, Tamar Kordzaia, anunció que continuarán las movilizaciones si no renuncia ya el titular de Interior y son puestos en libertad los arrestados. Kordzaia dijo hablar en nombre de una «coalición opositora».

En los enfrentamientos con la Policía del jueves se produjeron 240 heridos, 80 de ellos miembros de las fuerzas del orden, y se practicaron más de 300 detenciones. Los agentes emplearon contra la multitud gases lacrimógenos, balas de goma y agua a presión. Estallaron cuando cerca de 10.000 manifestantes opositores trataron de penetrar en el edifico del Parlamento.

La Cámara georgiana acogió el jueves el foro llamado Asamblea Interparlamentaria Ortodoxa con participación de legisladores de varios países. Durante el evento, el diputado ruso, Serguéi Gavrílov, se hizo cargo de la presidencia de la conferencia y se sentó en el sillón del presidente del Parlamento.

El detonante

Este hecho, al parecer, fue el detonante de la manifestación de protesta, ya que Gavrílov, además de ser un incondicional del presidente, Vladímir Putin, mantiene estrechos contactos con los dirigentes separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, provincias pertenecientes a Georgia pero desgajadas del país con la ayuda de Moscú. La delegación rusa tuvo que abandonar atropelladamente Georgia con destino a Moscú ante el cariz que estaban adquiriendo los acontecimientos.

Tras los choques con la Policía frente al Parlamento, los manifestantes se trasladaron después a la sede del partido gobernante, llamado Sueño Georgiano, asaltaron las oficinas y quemaron en la calle las banderas de la formación que hallaron en el interior del edificio. Mientras, la presidenta georgiana, Salomé Zurabishvili, que se encontraba en Bielorrusia para asistir en Minsk a la apertura de los Juegos Europeos, interrumpió la visita y regresó a Tiflis. Según unas declaraciones suyas a través de Facebook, detrás de los disturbios está Rusia, país al que ha tachado de «enemigo y ocupante». El portavoz del Kremlin, por su parte, Dmitri Peskov, los tachó de «provocación rusófoba».

Tras la guerra relámpago que lanzó Rusia contra Georgia en agosto de 2008, cuando el entonces presidente Mijaíl Saakashvili dio orden de recuperar por la fuerza el control sobre Osetia del Sur, Moscú reconoció la independencia de éste territorio secesionista y también la de Abjasia, convirtiéndolas en protectorados rusos.

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