HISTORIADOR. Gabriel Tortella, fotografiado en su casa. VIRGINIA CARRASCO
Gabriel Tortella, economista e historiador

«Las sanciones económicas también castigan a quienes no tienen culpa»

la entrevista ·

Está convencido de que Rusia sufrirá a muy corto plazo un colapso pero advierte de que no es fácil prever qué va a suceder con la guerra. «Los precedentes históricos ayudan poco en una situación así», comenta

Domingo, 6 de marzo 2022, 00:58

Las sanciones económicas a Rusia por la invasión de Ucrania tienen pocos precedentes en la Historia. Y aunque son injustas porque castigan a una ciudadanía que no tiene culpa de las decisiones disparatadas de su Gobierno y tardarán un tiempo en sentirse en toda su ... crudeza, van a afectar de manera muy notable a una economía como la rusa, que es la de un país semidesarrollado con un sistema financiero que está ya ahora mismo al borde del colapso. Lo dice Gabriel Tortella (Barcelona, 1936), catedrático emérito de Historia de la Economía, especialista en la Edad Contemporánea y autor de libros de referencia como 'Capitalismo y revolución', 'La revolución del siglo XX. Capitalismo, comunismo y democracia' y 'El desarrollo de la España contemporánea'.

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- Hasta ahora, las sanciones económicas se imponían a países que desencadenaban guerras y las perdían. ¿Hay algún precedente histórico comparable a lo que está sucediendo con Rusia?

- Hay que distinguir entre sanciones, reparaciones, bloqueos, embargos... Las sanciones de ahora se parecen de alguna forma a las que ya se impusieron a Rusia cuando la ocupación de Crimea, Donetsk y Lugansk. Pero aquellas fueron sanciones llevaderas y que no se prolongaron demasiado en el tiempo. En el siglo XX, las más famosas, que fracasaron, fueron las impuestas a Italia cuando la invasión de Abisinia, en 1935. Creo que un caso como este de Rusia, por su importancia y la celeridad con que se han impuesto, tiene pocos precedentes.

- La guerra convencional causa muchos daños entre la población civil. ¿Más o menos que la guerra económica?

- Eso es más difícil de establecer. La ventaja de las sanciones es que son incruentas. Aunque si son duras, se prolongan y afectan mucho al comercio pueden producir hambrunas. La desventaja es que su efecto es mucho más lento, frente al impacto instantáneo de una ofensiva militar. Las sanciones económicas son un arma de doble filo por definición, porque también perjudican al sancionador.

- De ahí la reticencia de algunos países a adoptarlas...

- Claro, porque si se decide no comprar gas a Rusia, la compañía del gasoducto quiebra, pero suben los precios y hay escasez de suministro para los clientes. De ahí la renuencia de algunos países, como Alemania, que finalmente ha cedido. Esa es la razón de que en los países sancionadores siempre haya quienes se oponen a esas medidas y de ahí también la dificultad de aplicarlas con rigor. Funcionan mejor con los países pequeños. Y no olvidemos que en el fondo son injustas.

- ¿A qué se refiere?

- A que puede que a los ricos del país sancionado les embarguen sus aviones privados, pero al ciudadano de a pie se le disparan los precios. Lo que sucede es que las sanciones castigan a quienes no tienen culpa. En el caso de Rusia, a pesar de su tamaño, al ser un país semidesarrollado no controla los servicios bancarios y eso ha generado un caos financiero. Por eso la vida cotidiana ya se está viendo muy afectada.

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- La clase dirigente no sufre las hambrunas. Eso dice la Historia.

- Y es así. Pero tampoco sufre los bombardeos. Aunque en Ucrania toda la población está afectada. Es en Rusia donde la guerra no afecta a los gerifaltes.

Alternativas de Moscú

- ¿Las sanciones tienen más efecto en un mundo globalizado que en uno menos interdependiente, como el de hace medio siglo o un siglo?

- Es más fácil que las medidas tengan efecto ahora. Aunque en parte lo es porque Rusia ha concitado el rechazo de todo el mundo desarrollado. La tupida red internacional comercial y financiera permite que un país tan grande se vea afectado aunque China y otros estados de Asia no se sumen a las sanciones.

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- ¿Y qué puede hacer el Gobierno de Moscú?

- Sus alternativas son muy reducidas. El capítulo financiero se le ha hundido. ¿Y a quién vende el gas que no envía a Europa? La situación en cuanto a intensidad de las sanciones y países que las aplican es inédita, pero puede que eso empuje a Rusia a continuar atacando para conseguir sus objetivos cuanto antes porque su retaguardia se está viendo ya afectada. El Gobierno tratará de evitar que se extiendan las protestas, que al principio han sido por razones morales pero pueden llegar a ser por escasez. Creo que en el Kremlin ya cunde el nerviosismo.

- ¿En qué se basa para eso?

- La prueba está en la afirmación de que esto puede derivar en una nueva guerra mundial. Solo dice eso quien está a punto de perder el control. Fíjese en que ningún gobierno occidental le ha contestado.

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- ¿Las monedas también batallan?

- Por supuesto. Pero Rusia tiene una economía muy primitiva. No contábamos con que atacara Ucrania, pero tampoco en Moscú contarían con la unanimidad de una UE que en estos temas suele ver cómo cada país tira por su lado. Seguro que el Gobierno ruso ya sabe que ha metido la pata. A Putin se le ha caído la careta y eso ya no tiene marcha atrás, será un paria en la escena internacional. Si convierte a Ucrania en un país con un Gobierno títere, como otros de la región, no lo reconocerá nadie más que su entorno.

- Históricamente, ¿las grandes potencias económicas son las que ganan las guerras? Porque si es así, Rusia no tiene opción alguna.

- No creo que nadie pueda pensar que Rusia ganaría una guerra contra EE UU y la OTAN. Seguro que en Rusia hay generales que son conscientes de que están haciendo una barbaridad. Un militar retirado ha escrito un artículo hablando de eso, y de que el Ejército no es ni mucho menos tan potente como dicen. No me extrañaría que hubiera un golpe de Estado.

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- A diferencia de la Guerra Fría, en la que se enfrentaban dos modelos económicos, ahora no sucede. Rusia es tan capitalista o más que muchos países europeos. No hay lucha por una hegemonía económica, ¿o sí?

- No hay una lucha por una hegemonía económica; es un asunto de puro nacionalismo e imperialismo. La comparación con Hitler no es mala. Él se pintaba como víctima para justificar sus agresiones. Putin también inventa agresiones que no existen. Ya con Bielorrusia empezaron a decir que les amenazaban. Inventa las amenazas.

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- Los críticos del capitalismo suelen decir que este necesita guerras continuas para mantener en funcionamiento la industria armamentística. ¿Lo ve así?

- No. No digo que no haya una industria armamentista que genere discursos belicistas. Pero a las guerras se va normalmente por otras razones. La URSS tenía un escudo de países satélites en su entorno y ahora quiere recuperar en lo posible ese escudo. Controlaron Ucrania hasta 2008 y perdieron ese control. No creo que el capitalismo sea una garantía contra la guerra, pero no es belicoso, aunque algún país concreto lo sea. El comunismo lo ha sido más. En cualquier caso, ni en Alemania en los años treinta y en Rusia en otras épocas el problema era capitalismo o comunismo. Era cuestión de resentimiento por la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y la derrota de la URSS en la Guerra Fría.

Poder de las corporaciones

- En Occidente existen corporaciones con enorme poder. ¿Qué influencia han podido tener en lo que está sucediendo?

- Las hay que tienen mucho poder, cierto, pero no es verdad eso de que son más poderosas que los gobiernos de sus países. No le niego que una de EE UU pueda tener más poder que un gobierno de un país pequeño, pero nunca más que el suyo. Y además tampoco las grandes corporaciones tienen los mismos intereses; a veces, incluso, los tienen contrapuestos y se equilibran unos con otros. Sin olvidar que las mayores hoy en EE UU ya no venden maquinaria o armas, sino servicios. El capitalismo cambia mucho y muy rápido. No creo que ese prejuicio sobre el poder de las corporaciones sea hoy acertado.

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- En los años treinta, los sindicatos se manifestaron en toda Europa contra la tensión belicista. Ahora no lo han hecho. ¿Ya no tienen papel político alguno?

- Tienen mucho menos poder que en los años veinte y treinta del pasado siglo, que fue su momento álgido. La democracia y el sufragio universal se impusieron en Occidente tras la Primera Guerra Mundial y los partidos socialistas y los sindicatos cobraron mucha importancia. Luego fueron perdiéndola.

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- Izquierda Unida sí se ha manifestado contra la OTAN. ¿Qué opina?

- El PCE e IU son fuerzas residuales. Desde que los partidos socialistas entraron en los gobiernos, la clase obrera llegó al poder. A partir de ahí han cambiado las cosas. Mire lo que sucede con el PSOE, que ya no es obrero ni casi español. Lucha por los derechos de los gays y por el feminismo porque su programa tradicional ya no le da votos. Todos esos grupos pequeños en torno al PCE son nostálgicos y tienen un peso reducido pero se les da mucha importancia. España es un país escorado a la izquierda: si estás ahí eres noble aunque te equivoques; si eres de derechas, eres abyecto y explotador.

- ¿Cómo se sale de una crisis como esta?

- Es muy difícil verle una salida y eso es lo que me asusta. ¿Cómo sale Putin de ahí? Supongamos que, como es previsible, cae el Gobierno de Zelenski y Rusia pone uno títere, como ha hecho en otros países. Una situación así sería inestable porque los países occidentales no querrían saber nada con él. De ahí la posibilidad de la que le hablaba: un golpe de Estado que quite a Putin y lo denuncie para lavar las culpas del país.

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- Eso no lo hemos visto muchas veces en la Historia.

- Los precedentes históricos nos ayudan poco en una situación así. No se ha declarado la guerra a Rusia como se hizo con Alemania cuando invadió Polonia. No hay guerra de Occidente contra Rusia. Otra cosa es que no creo que en dos o tres años EE UU, Alemania y otros países vayan a decir que todo está olvidado y volvamos a la situación anterior pero con Ucrania sojuzgada.

- ¿Contaba con cambios como la diferente actitud respecto de los refugiados o el reforzamiento de UE y OTAN?

- Eso llama la atención: se ha reforzado la OTAN. De pronto, es razonable que Finlandia y Suecia quieran entrar en ella porque temen una invasión de Rusia para ponerles otro gobierno títere. A la larga, en Rusia se van a dar cuenta del disparate que han cometido. Aunque tampoco debemos olvidar lo que dijo Churchill: que Rusia es un enigma dentro de un misterio.

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