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Los sondeos indican que el populista de derechas Partido Liberal Austríaco será este domingo la fuerza más votada. Agencias
Austria teme el primer triunfo de la ultraderecha en su historia

Austria teme el primer triunfo de la ultraderecha en su historia

Los sondeos dan en las legislativas de este domingo como favorito al populista Kickl, que quiere limitar el asilo, niega el cambio climático y es antiislamista, rusófilo y eurocrítico

Juan Carlos Barrena

Berlín

Sábado, 28 de septiembre 2024, 09:03

La ultraderecha también avanza y tiene opciones de gobierno en Austria. Aunque su ventaja se ha visto recortada en los últimos sondeos y existen dudas sobre la fiabilidad de los mismos, todos indican que el populista de derechas Partido Liberal Austríaco (FPOE) será este domingo y por primera vez en la historia la fuerza más votada en unos comicios legislativos en la república alpina. De la mano de su presidente, el incendiario Herbert Kickl, el FPOE aspira a estrenarse en la jefatura del gobierno austríaco y a imponer desde el ejecutivo una política restrictiva de máximos con la inmigración, además de antiislamista, rusófila, eurocrítica y negacionista del cambio climático.

Las dos últimas encuestas realizadas antes de los comicios indican que el FPOE obtendrá entre un 26% y un 27% de votos, mientras adjudican al unísono a los conservadores del Partido Popular Austríaco (OEVP) un 25% de sufragios, al Partido Socialdemócrata (SPOE) un 21%, un 12% a los liberales de NEOS y un 8% a Los Verdes. Sin embargo, hay dos pequeñas formaciones que, aunque parecen quedar fuera del parlamento en Viena al rondar ambas el 3% de votos, no se descarta que lleguen a lograr diputados y alteren apreciablemente el reparto de escaños. La barrera electoral a superar en Austria para conseguir representación parlamentaria es el 4% de votos.

Se trata por un lado del Partido de la Cerveza, el «Bierpartei», que preside el cantante Dominik Wlazny, líder de la banda de punk-rock «Turbobier», que defiende una sociedad abierta, justicia social e igualdad de oportunidades, para fomentar la educación, la protección del medio ambiente y la cooperación internacional sobre la base del respeto, la tolerancia y el progreso. Y por otro, el renacido y rejuvenecido Partido Comunista Austríaco (KPOE), que ostenta desde 2021 la alcaldía de Graz, la segunda ciudad del país, y a punto estuvo el pasado año de lograr la de Salzburgo. Su retorno a la cámara baja austríaca por primera vez desde 1959 sería todo un hito.

Aunque los sondeos proclaman un triunfo del Partido Liberal, resulta improbable que Kickl llegue a convertirse en canciller federal. Los conservadores son el único partido que se ha mostrado dispuesto a formar una alianza de gobierno con el FPOE, pero el presidente del OEVP y actual jefe del gobierno de la república alpina en coalición con los verdes, Karl Nehammer, ha dejado claro de antemano que nunca colaborará con un gobierno presidido por Kickl. También es dudoso que el presidente federal austríaco, Alexander van der Bellen, llegue a encargar al FPOE la formación de un nuevo ejecutivo si ganan las elecciones. El jefe del estado tiene la potestad de ceder ese privilegio a los segundos clasificados, lo que beneficiaría a Nehammer, que espera además que su partido, contra todo pronóstico, vuelva a ser el más votado.

El FPOE tendría dificultades para lograr un socio que le permitiera conformar una coalición de gobierno

En todo caso, la presencia de la ultraderecha en un gobierno federal no es nueva en Austria. Entre los años 2000 y 2005, cuando el FPOE era liderado por el carismático Jörg Haider, los populistas fueron el socio menor en el ejecutivo que dirigió el conservador Wolfgang Schüssel. Esa alianza condujo entonces al aislamiento de Austria en el seno de la Unión Europea, en aquella época con 15 miembros. Ante el temor de que la política xenófoba de los liberales influyera en el gobierno de su país, los restantes 14 socios acordaron reducir a la mínima expresión las relaciones del bloque y bilaterales con la república alpina. Fue la única vez en la historia que la UE «sancionó» a un socio.

No es seguro que gobiernen

Más reciente fue la alianza formada entre el OEVP y el FPOE de 2017 a 2019 bajo el gobierno del joven canciller federal Sebastian Kurz y con el ultraderechista Hans Christian Strache como número dos del ejecutivo. Una coalición que duró solo año y medio y que reventó debido al llamado «Escándalo Ibiza». Un escándalo que tuvo su origen en la publicación de un vídeo rodado con cámara oculta en una villa de la isla española en el que se veía y escuchaba como Strache se dejaba corromper por una presunta oligarca rusa, a la que ofreció privilegios en Austria a cambio de dinero. La escena, que resultó una trampa para el vicecanciller, condujo a la ruptura de la coalición, el fin de la carrera política de Strache y una crisis aguda en el seno del FPOE.

En las elecciones generales adelantadas celebradas en septiembre de 2019, la ultraderecha austríaca, hasta entonces en permanente ascenso, perdió 10 puntos y cayó hasta un 16% de votos. Un bajón del que no comenzó a recuperarse hasta la pandemia de coronavirus, en la que los liberales criticaron sistemáticamente las restricciones del gobierno ganándose a los insatisfechos. Un momento que coincidió además con la elección de Kickl como presidente de la formación en 2021. Desde entonces el FPOE ha recuperado terreno con suma rapidez y, entre tanto, es socio de coalición de los conservadores en los gobiernos de los estados federados de Alta Austria, Baja Austria y Salzburgo.

A nivel europeo, Kickl y su partido se han alineado con formaciones de ideología similar. El pasado 30 de junio y tras las elecciones europeas al parlamento de Estrasburgo, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, su colega checo, Andrej Babis, y el austríaco Hebert Kickl anunciaban la creación de un nuevo grupo en esa cámara para formar «la más fuerte alianza de orientación de derechas», una alianza bautizada como «Patriotas para Europa» que defiende la soberanía nacional de los países miembros de la UE, la lucha contra la migración ilegal y la revisión del llamado «Pacto Verde», es decir del acuerdo para reducir las emisiones contaminantes y evitar el cambio climático, que el trío austro-checo-húngaro considera una amenaza para la economía continental y «veneno político», según afirmó Orbán en la rueda de prensa conjunta.

El FPOE y Kickl se han pasado la campaña afirmando que su objetivo es combatir «el sistema», incluidos los «partidos del sistema» y los «medios del sistema» o, en palabras de su líder, «orbanizar» Austria siguiendo las directrices practicadas en su país por el primer ministro húngaro. Sus críticos señalan que eso supone acabar con la democracia liberal, limitar la libertad de prensa y abolir el derecho de asilo. Aunque ganen las elecciones, no es nada seguro que lleguen a gobernar. La advertencia de los conservadores de que nunca apoyarán un gobierno con Kickl como canciller federal reduce las posibilidades de un acuerdo. Y si al final la ultraderecha quedase fuera de unas negociaciones, tampoco será fácil pactar un nuevo ejecutivo. Haría falta un acuerdo entre tres partidos para contar con una mayoría parlamentaria suficiente. La que más barajan los analistas austríacos sería una de conservadores, socialdemócratas y liberales.

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