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Funeral por soldados prorrusos de la autoproclamada república de Luhansk, ya totalmente ocupada por las tropas del Kremlin Alexander Ermochenko/reuters

Rusia se queda sin soldados en Ucrania

El Kremlin recurre a presos, mercenarios, civiles y veteranos de la reserva para reemplazar el alto número de bajas que sufre en la guerra

anje ribera

Martes, 12 de julio 2022

Ni el Ejército más poderoso del mundo pude ser inmune a la pérdida de 37.500 soldados en una contienda bélica que apenas se ha prolongado más allá de cuatro meses. El ruso paga ya la sangría de bajas en Ucrania, sean o no ciertas ... las cifras que difunde Kiev y desmiente Moscú. Lo único confirmado es que la infantería de Vladímir Putin no protagoniza la Blitzkrieg (guerra relámpago) inicial de los nazis.

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Sus tropas llevan mucho tiempo estancadas en los frentes del Donbás, en el este, y de Odesa, en el sur, algo que obliga a basar la ofensiva únicamente en los bombardeos con aviones o misiles. Pero ninguna conflagración se gana sin que los soldados pongan sus botas en territorio enemigo y para ello el Kremlin precisa de nuevas remesas de uniformados. Esta circunstancia ha obligado al Ministerio de Defensa a recurrir a métodos de reclutamiento no tradicionales.

Si en un principio la invasión se llevó a cabo con jóvenes que cumplían el servicio militar, ahora, según desvela la inteligencia británica, la escasez de reemplazos y abundantes deserciones obligan a reclutar a presos que cumplían condenas o a veteranos que llevan más de diez años retirados y superan en su mayoría los 45 años. Además, cada vez se depende más de los mercenarios del grupo Wagner –hasta ahora solo utilizados en misiones especiales de alto riesgo– para reponer el elevado número de caídos en el campo de batalla. Asimismo, muchos de los militares profesionales destacados en tierras ucranianas se han negado a renovar sus contratos.

La solución más efectiva para Rusia sería decretar una movilización general, pero el Gobierno de Putin teme que ello llevará a una reducción del apoyo popular a la invasión entre la ciudadanía. Se correría el riesgo de que los rusos acabaran asociando la invasión de Ucrania a desastres militares del pasado como los de Afganistán o Chechenia.

Además, se precisarían entre tres y seis meses para preparar a los nuevos combatientes. Ante estas dificultades, se ha optado, según expertos en estrategia militar, por una 'movilización sigilosa' que permita proseguir con la «operación militar especial».

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Todo este cúmulo de dificultades y errores de cálculo, según las fuentes británicas, ha llevado asimismo a Moscú a reclutar a la fuerza a ucranianos de los territorios conquistados, basándose para ello en leyes vigentes en los enclaves dominados por los separatistas prorrusos desde 2014.

Sueldos tentadores

Moscú también 'ficha' en Transnistria, el territorio ocupado de Moldavia, donde una base remanente de la época soviética acoge a 2.500 soldados y un arsenal de 40.000 toneladas de municiones. En la región asimismo residen unos 15.000 reservistas con edades que rondan los 50, pero que parecen ser tentados por importantes incentivos económicos que oscilan entre los 2.000 y los 5.000 euros de salario mensual.

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Estas 'ofertas laborales' se gestionan en muchos casos a través de internet, donde Rusia además intenta atraer a ingenieros de combate, paracaidistas y expertos en el uso de lanzagranadas, como asegura 'The New York Times'.

El Kremlin ha pedido ayuda a sus aliados de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central como Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán o Armenia, que, sin embargo, prefieren no involucrarse en la guerra. Solo la Bielorrusia de Lukashenko se ha alineado en todo momento junto a Rusia y ayuda a seguir alimentando las fuerzas invasoras y subsanar las «pérdidas significativas» que admite el Kremlin y que podrían alcanzar a un tercio de los tropas que cruzaron la frontera ucraniana el 24 de febrero.

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La falta de avances y el desgaste de los hombres hace que la guerra se encuentre en un punto muerto y corra peligro de alargarse en el tiempo como una contienda de baja intensidad en las que, según el Instituto para el Estudio de la Guerra (IWS) obligará a Moscú a realizar «operaciones ofensivas que logren avances limitados» y, en cambio, acumulen «un gran costo humano».

Ello explicaría los últimos movimientos que se ven sobre el campo de batalla, donde se puede comprobar un repliegue ruso en el sur de Ucrania para concentrarse en el Donbás, un área muy restringida con respecto a las ambiciones iniciales de Putin.

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