Darío menor
Roma
Viernes, 23 de septiembre 2022
Unas flores de plástico, una triste vela eléctrica y un cartelito de papel en el que a malas se puede leer su nombre recuerdan a Alika Ogorchukwu en el lugar donde le mataron. Están colocados en la jardinera de un árbol frente al número 40 ... del Corso Umberto I, la principal calle comercial de Civitanova Marche, una pequeña ciudad del centro de Italia situada a orillas del Adriático. Es una de esas localidades tranquilas, limpias y ordenadas a las que viajan los turistas alemanes y austríacos con ganas de sol, playa y de disfrutar de las bellezas paisajísticas italianas. También atrae a los inmigrantes que intentan ganarse la vida, como Alika, que vendía pañuelos y otras baratijas a primera hora de la tarde del pasado 29 de julio cuando tuvo la mala suerte de cruzarse con Filippo Berlazzo y con su novia, Elena.
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«Ciao, bella», le dijo este inmigrante nigeriano a la mujer tratando de conseguir que le diera alguna moneda. A Berlazzo no le gustó y respondió echándosele encima. Le arrancó la muleta con la que Alika se ayudaba a caminar tras haber sufrido un accidente y comenzó a darle golpes hasta que le tiró al suelo. Una vez inmovilizado, continuó agrediéndole hasta que lo mató por asfixia. Los viandantes que pasaban a esa hora por el Corso Umberto I llamaron a la policía, pero no se atrevieron a separar a los dos hombres. Sí que hubo en cambio varias personas que sacaron sus teléfonos móviles para grabar la agresión. El video, que recuerda al del asesinato de George Floyd en Estados Unidos a manos de un policía, no tardó en llegar a los medios de comunicación, aunque el caso se olvidó pronto en un verano marcado por la campaña electoral de cara a los comicios de este domingo.
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Las encuestas auguran una victoria del bloque conservador del que forman parte Fratelli d'Italia (FdI, Hermanos de Italia) y la Liga, dos partidos que abogan por la mano dura contra la inmigración ilegal y que prometen acabar con los desembarcos de extranjeros que cruzan el Canal de Sicilia desde el norte de África. Las declaraciones sobre esta cuestión de Giorgia Meloni y de Matteo Salvini, que en ocasiones rayan la xenofobia, preocupan a Fulvio Vassallo Paleologo, profesor de Derecho al Asilo en la Universidad de Palermo. «Si finalmente hay un nuevo Gobierno de derechas desarrollará un soberanismo a la italiana, con leyes que dificultarán el acceso a la protección humanitaria y las llegadas a los puertos, por lo que los inmigrantes quedarán abandonados en el Mediterráneo Central, devueltos al norte de África o condenados a la explotación en la clandestinidad».
El previsible repunte de los flujos migratorios debido a las consecuencias de la guerra en Ucrania y la eventual criminalización de los mismos por parte de un nuevo Ejecutivo hacen temer a Vassallo Paleologo que se produzca «un repunte del racismo» en Italia. Los crímenes por odio racial ya no son inusuales en Las Marcas, la región en la que fue asesinado Alika y donde, en 2018, un 'cabeza rapada' dejó seis inmigrantes heridos en la ciudad de Macerata. Explicó que se puso a disparar contra todos los negros que encontró por la rabia que le produjo la muerte de una joven italiana a manos de un nigeriano.
La viuda de Alika, Charity, no quiere mojarse cuando se le pregunta si el asesinato de su marido estuvo motivado por odio racial. «Tiene que ser Filippo el que diga si actuó así por racismo o por otro motivo», responde, refiriéndose al agresor. «Yo llevo 20 años en Italia y siempre he sentido que la gente me trataba bien». Sentada en el sofá del humilde piso donde vive la familia Ogorchukwu en San Severino Marche, un pueblo a poco menos de una hora en coche de Civitanova Marche, la mujer exige justicia y dice con la voz entrecortada que el asesinato de su marido le ha dejado «un peso muy fuerte» en el corazón.
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«Han matado a Alika por nada. No me lo puedo quitar de la cabeza. Cuando cierro los ojos no puedo dormir y pienso todo el rato en él», cuenta entre lágrimas Charity. «Tampoco mi hijo puede dormir. Tiene 8 años. Está todo el rato preguntándome dónde está su padre. Yo no puedo aceptar que Filippo esté un par de años en la cárcel y luego salga. Debe pagar por lo que ha hecho».
La viuda de Alika no se explica por qué nadie intervino para detener la agresión, a pesar de que tuvo lugar a plena luz del día en una calle muy transitada. «Nadie le ayudó, pero la gente cogió el móvil para grabarlo todo, como si fuera una exhibición de lucha libre. Si alguien hubiera actuado, mi marido hoy seguiría vivo», lamenta mientras mira las fotos de su boda. Francesco Mantella, abogado de la familia Ogorchukwu, explica que el agresor ha alegado que sufre problemas mentales, por lo que ha sido sometido a una pericia psiquiátrica cuyos resultados aún no se conocen.
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«No se comprende la motivación de su gesto, lúcido y feroz hasta el final: cuatro minutos de agresión que tenían como objetivo acabar con su vida. No hubo ninguna provocación», afirma Mantella, que espera que por medio de la pericia psiquiátrica y del proceso se sepa si hubo una motivación racista. «Es algo que no puede excluirse».
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