darío menor
Corresponsal. Roma
Viernes, 21 de octubre 2022
Giorgia Meloni ha conseguido hacer realidad el sueño que tenía desde que se metió en política con 15 años con el objetivo de «cambiar el mundo y salvar a mi nación», como cuenta ella misma en su autobiografía, 'Io sono Giorgia' (Yo soy Giorgia). Tras ... su rotunda victoria en las elecciones generales celebradas el pasado 25 de septiembre como candidata del partido de extrema derecha Fratelli d'Italia (FdI, Hermanos de Italia), líder del bloque conservador del que también forman parte la Liga de Matteo Salvini y Forza Italia, la fuerza política de Silvio Berlusconi, Meloni recibió este viernes el encargo de formar Gobierno de manos del presidente de la República, Sergio Mattarella.
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Aceptó la petición y este sábado ha vuelto al Palacio del Quirinal de Roma, donde tiene su sede la jefatura del Estado, para jurar el cargo de primera ministra junto al resto de miembros de su Gabinete. A sus 45 años, Meloni se convierte en la primera mujer en liderar un Gobierno en Italia. Tendrá dos vicepresidentes como escuderos: Antonio Tajani, 'número dos' de Forza Italia y expresidente del Parlamento Europeo, que será el ministro de Exteriores; y Matteo Salvini, líder de la Liga, que se encargará de la cartera de Infraestructuras. Será otro dirigente de la Liga como Giancarlo Giorgetti quien estará al frente del Ministerio de Economía, mientras que en Defensa Meloni coloca a uno de sus hombres de confianza, Guido Crosetto, cofundador de FdI. También este partido, que lleva la voz cantante en el Ejecutivo, se queda con la cartera de Justicia, que recae en manos del exmagistrado Carlo Nordio.
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En la habitual ronda de consultas con los presidentes del Senado y de la Cámara de los Diputados y con los representantes de las fuerzas políticas, Mattarella confirmó que Meloni contaba con apoyos suficientes para convertirse en la nueva primera ministra. La muestra más evidente de lo claro que lo tenía fue la brevísima duración de la última reunión de la ronda de consultas, la que mantuvo con los representantes del bloque conservador: se prolongó únicamente 11 minutos. Fue la señal más clara de que quedaba superada, al menos por el momento, la crisis interna abierta en la derecha por Berlusconi al defender a su amigo el presidente ruso, Vladímir Putin, y echarle a Ucrania la culpa de la guerra. Estas declaraciones, unidas a las críticas que dedicó en los días anteriores a la presidenta de FdI, a la que calificó de «prepotente, arrogante y ridícula», han provocado que surjan dudas acerca de cuál será la estabilidad de la que gozará el nuevo Ejecutivo debido a la falta de sintonía entre los líderes de los tres partidos que lo componen.
Tanto Berlusconi como Salvini no pueden ocultar la frustración que les genera que FdI les haya comido el terreno en los últimos años. El partido de Meloni pasó del 1,9% en las elecciones generales de 2013 hasta el 4,3% de los comicios de 2018, llegando hasta el 26% de la reciente cita con las urnas. Su crecimiento ha conllevado la caída numérica de sus socios, que tienen que aprender a aceptar ahora que ya no son ellos quienes llevan la voz cantante. El cruce de miradas entre Berlusconi y Salvini mientras Meloni explicaba a la prensa que la coalición conservadora había propuesto de manera «unánime» su nombre a Mattarella como futura jefa de Gobierno era la mejor representación de ello.
La primera ministra 'in pectore' dio muestras de que no había tiempo que perder para coger las riendas del poder. «Estamos preparados, queremos proceder en el menor tiempo posible», dijo, asegurando que son «muchísimas» las «urgencias a nivel nacional e internacional» a las que tendrá que responder el nuevo Ejecutivo. También aprovechó para darle las gracias a Mattarella por «su magisterio», un término que se utiliza de forma más frecuente en Roma para referirse a los Papas que a los presidentes de la República. Unos y otros, no obstante, están unidos por el Quirinal, que fue residencia pontificia antes de convertirse en la sede de la presidencia de la República.
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Después del juramento de los ministros, el nuevo Gobierno se someterá a la necesaria votación de investidura en la Cámara de los Diputados y en el Senado, lo que tendrá lugar probablemente el martes y el miércoles de la semana que viene. Los discursos que Meloni pronuncie en ambas aulas serán mirados con lupa tanto dentro como fuera de Italia, pues plasmará en ellos las prioridades de su Ejecutivo. El primer ministro saliente, Mario Draghi, que protagonizará este fin de semana junto a Meloni la tradicional ceremonia en la que le entrega la campanilla con la que se abren los Consejos de Ministros, dijo que «no da consejos al nuevo Gobierno» y aseguró que su testimonio estaba en las cosas que había hecho en estos casi 20 meses en el poder al frente del Ejecutivo de unidad nacional.
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