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S. A.
Domingo, 3 de abril 2022, 22:28
El ultranacionalista Viktor Orban, a la cabeza del partido Fidesz, se convirtió este domingo en vencedor de las elecciones celebradas en Hungría. Un triunfo esperado, entre otras variables, por una reforma electoral que diseñó a su medida y por el control que ha venido intensificando ... sobre los medios de comunicación. Todo lo hacía previsible. Aunque por primera vez, eso sí, tuvo enfrente a una coalición integrada por seis partidos de amplio espectro ideológico decidida a poner pie en pared y neutralizar sus derivas autoritarias. Al timón, un independiente, Peter Marki-Zay.
Los resultados oficiales, con el 85,96% de papeletas procesadas, le daban un 53,71% de respaldo frente al 34,41% de la coalición Unidos por Hungría. De esta manera, Orban controlará en torno a 122 de los 199 escaños, por 77 de la coalición opositora. La senda que habían apuntado los sondeos previos (al cierre de los 10.000 colegios electorales) y que firmaba el centro demoscópico Median concedían, de hecho, 121 escaños al partido Fidesz (frente a los 133 actuales); el 49% de los votos frente al 41% del crisol de partidos (populistas de derechas, ecologistas o liberales) gestado como la lista 'antiOrban'. Un margen que, a priori no le permitiría acometer con comodidad una reforma de la Constitución. La participación fue similar a la de las elecciones de hace cuatro años.
Marki-Zay no consiguió torcer los pronósticos que desde hace semanas otorgaban la quinta victoria al líder ultraderechista (la cuarta que consigue de forma consecutiva). La campaña para las que eran novenas elecciones en el país desde el fin de la etapa comunista (1989) ha estado condicionada por la guerra en su vecina Ucrania, como está sucediendo en otros procesos en curso, al igual que el de las elecciones francesas.
Orban ha imprimido el mensaje menos contundente de la UE contra el Kremlin bajo el argumento de la total neutralidad de su Gobierno y la defensa del pacifismo. En el 'club' ya estaba considerado como el mandatario menos crítico con Vladímir Putin. Y en esta ocasión se ha destacado ante su electorado como garante de «estabilidad» en la endiablada etapa que está viviendo Europa.
Y ni que decir tiene que ha jugado a su favor la carta de una reforma electoral que sacó adelante su partido con la mayoría absoluta que consiguió en los comicios de 2010, y que en la práctica otorga un mayor peso específico a las áreas rurales del país, las que tradicionalmente vienen siendo más permeables al conservadurismo.
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