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Podría ser la escena más típica de una despedida de soltero: un hombre coge con su mano derecha una cerveza, la levanta al cielo y mientras sus amigos lo vitorean («¡eh, eh, eh!»), se la bebe, orgulloso, de un trago en apenas 19 segundos. Acabada ... su hazaña, respira, sonríe y saluda. Pero ni era una despedida ni el hombre es un cualquiera. Se trata del presidente de Francia, Emmanuel Macron, en la fiesta del título de la liga gala de rugby, conquistado el domingo por el Toulouse, y su celebración abre un nuevo debate en el 'Hexágono'. ¿Ha dado el presidente un buen ejemplo al país?
Las críticas le han llegado desde la oposición, que considera que su imagen trasegando cerveza hace mucho daño a las campañas contra el consumo abusivo de alcohol en los jóvenes. El portavoz del Partido Socialista en la Asamblea Nacional, Arthur Delaporte, expresó su indignación.
🇫🇷🤡🍺🤦🏻♂️
— Patriota!! (@carouru2) June 19, 2023
¡Macron se siente cómodo bebiendo una cerveza Corona mientras intenta obtener el apoyo de los franceses! pic.twitter.com/4PkNIk48IG
«Un presidente de la República nunca debería hacer esto. 50 años de políticas de salud pública contra el consumo excesivo de alcohol, contra el 'binge drinking' (atracón de bebida)... Claramente, el mensaje que ha dado no es bueno», lamentó Delaporte. Y de hecho, el diario Liberation recuperó este martes unas palabras de Macron de 2018 en las que criticaba a los jóvenes que «se emborrachaban por atracón con licores fuertes y cervezas».
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Además, el feminismo ve la actitud de Macron como un ejemplo claro de una «masculinidad tóxica» que debería ser desterrado. «La masculinidad tóxica en el liderazgo político en una imagen», escribió en Twitter la diputada ecologista Sandrine Rousseau junto con el vídeo del jefe del Estado galo. En la misma línea se pronunció la senadora socialista Laurence Rossigno. «Beberse una cerveza de un trago. ¿Qué intenta probar? ¿Que es un tipo de verdad? Cliché virilista, populismo masculinista y anticuado», opinó.
Elitismo
Pero en otros círculos se considera que Macron buscaba con este gesto suavizar su imagen elitista y congraciarse con los electores que le achacan ser un líder político alejado de sus inquietudes. Sin ir más lejos, los jugadores del Toulouse estaban encantados de «acoger» al presidente en su fiesta, donde la cerveza, la gran bebida del rugby, corría sin control.
En sus horas más bajas de popularidad, que ha levantado en armas a media Francia, Macron ha sufrido el rechazo popular. Desde la aprobación del polémico decreto, el 14 de abril, cada vez que salía a la calle en cualquier lugar del país era recibido con el ruido de las cacerolas, aunque en las últimas semanas la presión ha disminuido. Pero los acontecimientos multitudinarios se han convertido en un test de estrés para sus guardaespaldas. En la final de la Copa de Francia de fútbol, el presidente recibió una sonora pitada que obligó a su equipo de seguridad a aumentar el dispositivo para evitar más incidentes.
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