Los laboristas aventajan a los conservadores por 33 puntos

Los mercados de capitales han declarado una tregua al Tesoro británico tras la intervención del Banco de Inglaterra, el miércoles, que detuvo una espiral que algunos han descrito como próxima a la que culminó en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers. En este caso, el banco central evitó la posible quiebra de fondos privados de pensiones.

La opinión más extendida es que la causa del torbellino –además de la multiplicación del riesgo, como en 2008, por instrumentos financieros derivados, populares en la gestión de los fondos durante la última década– fue la presentación por el ministro de Hacienda, Kwasi Kwarteng, de un minipresupuesto que contenía subvenciones y reducciones de impuestos sin presentar un cuadro de ingresos o ahorros.

La gobernación británica tras el 'Brexit' ha deparado la gestión agónica de Theresa May para negociar la marcha de la UE con un Parlamento en el que había mayoría en favor de la permanencia y después el desorden provocado por un líder, Boris Johnson, extremadamente narcisista. Los primeros pasos de Kwarteng y Truss, correligionarios del conservadurismo libertario, además de amigos y vecinos, son chocantes.

En la mañana de este viernes, recibieron en Downing Street a tres miembros de la Oficina de Responsabilidad Fiscal, creada hace doce años para auditar la contabilidad genérica del Estado, ofreciendo proyecciones que no estén sesgadas por el interés partidista. Kwarteng y Truss descartaron que su minipresupuesto requiriese un informe de la OBR, dijeron también que no había tiempo para elaborarlo.

El comité parlamentario que analiza la política del Tesoro advirtió el jueves que el OBR sí tenía un informe dispuesto para ser publicado hace unas semana. A ese anuncio le ha seguido la reunión. Nunca se había producido un encuentro oficial de primeros ministros con este ente independiente. Se anunció después que la OBR entregará el informe al Gobierno el 8 de octubre, pero se publicará el 23. La libra descendió tras la reunión.

La precipitación por anunciar recortes de impuestos, especialmente a los más ricos, ha costado a fondos de pensiones cantidades de dinero aún desconocidas y ha obligado a cambiar el curso al Banco de Inglaterra, que quería comenzar esta semana la retirada de bonos acumulados en su balance desde 2008 y crecidos durante la pandemia. Su nueva compra de bonos podría causar ahora más inflación.

El inicio del mandato de Truss evoca el 'miércoles negro' del 16 de septiembre de 1992. El Gobierno de John Major tuvo que retirar la libra del sistema de cambios de la Comunidad Económica Europea tras aumentar el tipo de interés al 15% en un afán fallido de detener la caída de la divisa. Quedaban casi cinco años para las elecciones, pero los conservadores habían perdido la credibilidad en la gestión económica y, muy divididos tras el derrocamiento de Margaret Thatcher, fueron arrollados por los laboristas de Tony Blair.

Truss necesita actuar con urgencia porque su promesa de cambiar el rumbo de una economía estancada, y lograr un crecimiento que ella ha fijado en 2,5% anual, debe lograrse en dos años. Su primer paso ha causado efectos lamentables para sus planes. El domingo comienza la conferencia anual del Partido Conservador. La líder rendirá cuentas en lo que suele ser un festín retórico, con discursos triunfalistas y burlas de los rivales.