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Lourdes Gómez
Londres
Domingo, 20 de febrero 2022, 20:10
El primer ministro británico, Boris Johnson, denunció este domingo que los planes del presidente ruso, Vladímir Putin, en la crisis de Ucrania pueden desencadenar un conflicto de «mayor envergadura» que la Segunda Guerra Mundial. «El plan que estamos viendo es para algo que realmente podría ... ser la guerra más grande en Europa desde 1945», declaró a la BBC en una entrevista grababa en Múnich, donde intervino en la conferencia anual sobre seguridad internacional.
El mandatario conservador se basó en datos compartidos por Estados Unidos, que apuntan al avance simultáneo de las fuerzas rusas desde varios frentes de la frontera ucraniana. Así, según explicó en el programa de televisión, el ataque se produciría desde Bielorrusia, en el norte, y desde las regiones del sureste bajo control de separatistas ucranianos pro-rusos con el fin de «rodear» y sitiar a la capital, Kiev. «Todas las señales indican que el plan ya ha comenzado en ciertos sentidos», añadió.
Johnson instó al Kremlin a considerar el «tremendo coste en vidas humanas« que implicaría la invasión de Ucrania, »no solo para los ucranianos, sino para los rusos, en particular jóvenes rusos«. El primer ministro incidió en la BBC en el mensaje de su discurso en Múnich, donde instó a la unidad de las democracias occidentales para disuadir a Putin de ejecutar los aparentes bélicos sobre la exrepública soviética. «Es un momento muy peligroso de nuestra historia», dijo.
Por otra parte, el jefe del Gobierno del Reino Unido calificó de «tragedia» que «tantos países europeos sigan inyectándose petróleo y gas rusos». «Necesitamos desengancharnos», urgió, como si tratara de una drogodependencia. En la conferencia de seguridad también abogó por cortar la dependencia del suministro de hidrocarburos controlado por Moscú porque, según advirtió, «no podemos permitir que Rusia chantajee a los países europeos, ni consentir que la amenaza de la agresión rusa altere la infraestructura de seguridad de Europa».
Johnson reconoció a la BBC que «hay un problema con el dinero ruso en la City» de Londres. El distrito financiero se considera la «lavandería» mundial de capitales turbios y el centro de un enjambre de servicios complementarios para millonarios rusos- desde despachos de abogados, a bancos y parlamentarios con influencia y contactos gubernamentales – que es casi imposible de desenredar. Esta vez, el 'premier' prometió lidiar con la polémica mediante sanciones, transparencia sobre los propietarios reales de empresas y propiedades e, incluso, el cierre de los mercados de divisas de la City a inversores rusos.
Advirtió, sin embargo, que Putin podría resultar inmune al endurecimiento de las sanciones. «Puede ser insuficiente para disuadir a un actor irracional y debemos aceptar que Vladímir Putin está posiblemente pensando ilógicamente y no ve el desastre que se avecina».
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