juan carlos barrena
Berlín
Sábado, 10 de diciembre 2022
El asombro en Alemania fue general. El descubrimiento el pasado miércoles de una conspiración de ultraderecha para dar un golpe de estado en el país y acabar con el sistema democrático sorprendió por lo avanzados que estaban los planes, pero también por la curiosa composición ... de quienes pretendían perpetrarlo. Un grupo variopinto de profesionales bien situados, que recuerda más a una secta política esotérica que a un comando revolucionario.
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En una operación sin precedentes en Alemania, más de 3.000 policías se encargaron de desarticular la organización y de detener a las 25 personas que forman parte de su núcleo duro, mientras se investiga también a otros 29 hombres y mujeres. Ese día se realizaron más de 130 registros simultáneos en 11 estados federados, así como en la estación de esquí austríaca de Kitzbühel y en la localidad italiana de Perugia.
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Los agentes de la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA) llevaban meses observándolos. Escuchando sus conversaciones telefónicas, vigilando los movimientos de sus cuentas, verificando sus movimientos y reuniones y controlando sus canales en las redes sociales. Con todo ello, la Fiscalía Federal tuvo claro que en el entorno de los llamados 'Reichsbürger' -literalmente los «ciudadanos del Reich»-, se había formado una organización terrorista con el objetivo de cambiar el sistema político germano por uno autoritario mediante un golpe de estado contra el poder legislativo.
Los integrantes de la conspiración preparaban un asalto armado al Reichstag, la histórica sede del Bundestag, el Parlamento alemán, para tomar como rehenes a miembros del Gobierno federal y a los diputados de la cámara baja presentes en la sala de plenos. Los fiscales encargados del caso no descartan que podían haberse producido en ese caso muertes entre «representantes del sistema vigente». El objetivo del grupo era «eliminar con el uso de la violencia y medios militares» la democracia en Alemania, dijo el fiscal federal general, Peter Frank.
El hallazgo de armas en medio centenar de los registros realizados, la constitución de un 'brazo armado' dentro de la organización y la presencia entre sus miembros de militares en activo o en la reserva del Comando de Fuerzas Especiales (KSK), la unidad de élite del Bundeswehr, el Ejército federal, así como agentes de policía, han confirmado la peligrosidad del grupo.
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Una jueza afiliada a la ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) que fue diputada en el Bundestag la pasada legislatura, un piloto de aerolínea comercial, un profesional de la alta cocina, un abogado, un tenor de ópera, un empresario y una médico bien situada se encuentran también entre los detenidos. Todos miembros de la clase media-alta. Y todos seguidores de los 'Reichsbürger', militantes del movimiento de los llamados 'Querdenker', inconformistas que protestaron durante la pandemia contra las medidas del Gobierno federal, o adeptos del culto conspirativo de 'QAnon', procedente de Estados Unidos y que piensan, entre otras cosas, que la élite dirigente asesina niños para obtener un suero rejuvenecedor.
«Lo decisivo para el éxito de una historia conspirativa no es su contenido de verdad, sino su potencial de resolver contradicciones de manera creíble», explica el psiquíatra Philipp Sterzer en su libro la 'La ilusión de la razón'. Quienes siguen teorías conspirativas «son personas que se encuentran en un permanente estado apocalíptico», explica a su vez la psicóloga social y experta en ideologías conspirativas Pia Lamberty. «Están convencidos de que poderes profundamente malvados tienen un plan secreto y de que hay que liberar al mundo de ellos. Se sienten privilegiados escogidos capaces de reconocer ese peligro. La consecuencia lógica de esa opinión es que hay que superar el todo y para ello la violencia es un medio legítimo. Se ven luchando contra el máximo mal», añade la experta, que califica al grupo detenido de «extremadamente peligroso».
A la cabeza de todos ellos un noble extravagante de ideología neonazi, antisemita, seguidor de teorías conspirativas y que aspiraba a encabezar el futuro gobierno golpista. El príncipe Heinrich -Enrique- XIII de Reuss, de 71 años de edad, descendiente de una familia con más de ocho siglos de abolengo y propietario en la región de Turingia de un pabellón de caza, un palacio de torre almenada de principios del siglo XIX donde los conspiradores acostumbraban a reunirse. El idílico lugar fue asaltado el miércoles durante la gran redada por una unidad de las GSG-9, los comandos antiterroristas de la Policía Federal. El príncipe fue despertado a las 6 de la mañana y detenido en su residencia de Fráncfort, donde gestiona con éxito negocios inmobiliarios. Su familia, con numerosas ramas, le ha repudiado. En un comunicado de la Asociación de familias de la casa Reuss se subraya que el que puede considerarse 'oveja negra' del clan es un «viejo amargado» que defiende «opiniones erróneas basadas en teorías conspirativas».
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El príncipe Enrique XIII de Reuss está considerado como uno de los líderes del movimiento de los 'Reichsbürger'. Estos defienden la vigencia de la legislación del Reich imperial, el segundo Reich, no el tercero de Adolf Hitler. Afirman que la República Federal no es soberana y está dominada todavía por las potencias ganadoras de la II Guerra Mundial. Lamentan que el mundo es manipulado desde la clandestinidad por los grandes capitalistas judíos y afirman, entre otras cosas, que la Primera Guerra Mundial benefició fundamentalmente a los intereses empresariales y comerciales de Estados Unidos.
Los cabecillas
Heinrich -Enrique- XIII P. Reuss
Jefe de Estado
B. Malsack-Winkemann
Ministra de Justicia
Michael Fritsch
Ministro de Interior
Rüdiger von Pescatore
Líder del 'brazo armado'
Peter Wörner
Ministro de Defensa
Maximilian Eder
Fuerza de asalto
Unos 21.000 alemanes son considerados 'Reichsbürger', según datos de los servicios de inteligencia interiores de la Oficina Federal para la Defensa de la Constitución. Muchos están en conflicto con la Justicia, la Hacienda y las Administraciones alemanas. Algunos declaran su residencia independiente y emiten documentación de reinos y países inventados, cuando no se coronan con toda la pompa y el boato como reyes de su parcela o matriculan su vehículo con una placa acorde con su nueva nación. Pero lo que más preocupa a las fuerzas de seguridad es que muchos están legalmente armados.
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La operación para desarticular el grupo extremista se precipitó tras conocer los investigadores que el aristócrata y su círculo de conspiradores tenían intención de crear un 'ejército en la sombra' para llevar a cabo sus planes, y que habían iniciado una campaña discreta para reclutar seguidores entre miembros de las fuerzas armadas y del orden germanas. Como responsable del 'brazo armado' de la organización y aspirante a ministro de Defensa, la Fiscalía Federal ha identificado a Rüdiger von Pescatore, de 69 años, comandante en los años 90 de un batallón especial de paracaidistas, precursor de lo que hoy es el KSK. Aprovechó en aquellos años su rango de teniente coronel para hacerse con armas del Ejército y la Policía de la extinta República Democrática Alemana. Entonces desaparecieron 165 fusiles y pistolas y solo se recuperaron 11. Pescatore fue condenado a dos años de cárcel en régimen de libertad condicional y vio finalizada su carrera militar.
Al 'ejército en la sombra' pertenece también Peter Wörner, exparacaidista de 54 años que cumplió servicio a las órdenes de Pescatore y era hasta ahora entrenador de supervivencia en situaciones extremas. Una especie de Rambo alemán que se mueve en ambientes neonazis. Pero también se ha detenido a un miembro activo del KSK, un sargento de 58 años con varias temporadas de servicio en Afganistán.
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La idea de los golpistas de tomar el Reichstag por las armas tiene antecedentes. En verano de 2020, y al margen de una gran manifestación contra las medidas gubernamentales para contener la pandemia de coronavirus, un grupo de militantes 'Reichsbürger' y adeptos a 'QAnon' estuvieron a punto de tomar el edificio al asalto. Hubo un momento en el que solo tres agentes defendían la entrada. Solo la llegada de refuerzos policiales evitó la invasión del edificio.
Los planes ahora eran asaltar el Reichstag con dos docenas de hombres y mujeres armados, tomar como rehenes a los diputados presentes, detener y esposar a los miembros del Gobierno federal y asumir el poder con el apoyo de una buena parte de la población que, creían, se levantaría en contra del sistema vigente, según los investigadores de la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA).
El núcleo duro de la organización se había dotado de teléfonos satelitales de iridio para comunicaciones seguras. Y financieramente carecía de problemas. En los registros realizados se incautaron más de 130.000 euros, así como kilos de oro y plata. Contaban además con apoyos influyentes, como el de Alexander Q., identificado como colaborador por la policía y protagonista de uno de los canales de mayor alcance del movimiento 'QAnon' en Alemania. Con más de 131.000 abonados en Telegram, propaga con frecuencia historias de niños secuestrados a los que se les extrae 'Adrenochrom', un suero que supuestamente rejuvenece.
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