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Europa ya sabe qué quiere ser de mayor

Europa ya sabe qué quiere ser de mayor

El desafío de Vladímir Putin, lejos de dividir a una UE que sólo sabe crecer a golpe de crisis, ha supuesto un revulsivo jamás visto que no oculta los muchos retos que el club de clubes tiene por delante: la defensa, mitigar su dependencia energética, gestionar la inmigración...

Domingo, 20 de marzo 2022

Durante la última década, la de la Unión Europea es una crónica de cicatrices. ¿Se acuerdan de la Gran Recesión que estuvo a punto de firmar la esquela del euro, la crisis de los refugiados, el Brexit, la irrupción del eurófobo Donald Trump o la ... pandemia? Lo bueno de las cicatrices es que evocan victorias pero, ahora, las heridas rusas pueden ser mortales. Si las anteriores crisis son puntos de inflexión, la guerra ucraniana es un punto y aparte para el futuro de la UE. El ahora o nunca vuelve a dominar la batalla del relato. Ya nada será igual.

Escuchen esto del alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, en el que ya es conocido como uno de los grandes discursos de los últimos años escuchados en el Parlamento Europeo. «Esta es la partida de nacimiento de la Europa geopolítica. Es el momento de que los europeos asuman sus responsabilidades para hacer frente a adversarios temerarios. El retorno de la tragedia, lejos de asustarnos, debería galvanizarnos. Nadie puede mirar a otro lado».

Un discurso «churchiliano», en palabras del exministro y exeurodiputado Ramón Jáuregui, que «logró agitar la conciencia de una Europa que ha reaccionado de la mejor forma posible». Toca pasar de las musas al teatro porque, sin casi pretenderlo, la UE ya sabe lo que quiere ser de mayor.

Decía Jean Monnet, uno de los Padres Fundadores, que Europa sólo sabe avanzar a golpe de crisis y, ahora, esta ley no escrita se está cumpliendo a rajatabla, se felicita el exministro de Exteriores Josep Piqué. «Se han tomado decisiones de trascendencia histórica de forma rapidísima y teniendo en cuenta el hándicap de la unanimidad necesaria», sostiene el exvicepresidente de la Comisión Europea Joaquín Almunia.

Populismo y extremistas

Flores y más flores en un mundo de bombas. Y ahora, ¿qué? ¿Qué sucederá cuando baje este suflé emocional proeuropeo? ¿Qué va a pasar con los populismos y la extrema derecha? ¿Y con la división norte-sur que sigue provocando y provocará el Pacto de Estabilidad y Crecimiento? ¿Con la política migratoria que tanta división generó en el pasado y que dejó en evidencia la solidaridad europea? ¿Cuál será la estrategia energética? ¿Se atreverá la UE a tener voz propia en materia de seguridad y defensa más allá de 'papá Estados Unidos'?

«Debemos reducir de forma urgente nuestra dependencia de Rusia. La energía es, y siempre ha sido, política»

Roberta Metsola | Presidenta de la Eurocámara

«Se han tomado decisiones históricas y rapidísimas teniendo en cuenta el hándicap de la unanimidad»

Joaquín Almunia | Exvicepresidente de la Comisión

«Además de una comunidad de valores, la Unión Europea es un estado de ánimo y el órdago de Putin ha supuesto la mejor inversión en autoestima nunca vista para afrontar unos retos descomunales», confiesa un veterano diplomático afincando en Bruselas. La unidad de los 27, que no cotizaba precisamente al alza, ha quedado más que consolidada después de que países como Polonia y Hungría se hayan dado cuenta del frío que hace fuera de la Unión. «Es paradójico, pero lo que Putin siempre ha buscado alimentando los movimientos de extrema derecha y antieuropeístas se ha convertido en un efecto bumerán en contra de sus intereses y en favor del europeísmo», sostiene.

Una opinión también defendida por Piqué. «Europa ha resistido los intentos de dividirla, como evidencian esas 27 cartas que Rusia envió a las capitales y la única que recibió el Kremlin con membrete de la UE recordando que cualquier intento de dividirla está condenado al fracaso».

«Cuando acabe esta 'merkelmanía' veremos las consecuencias catastróficas de su política energética»

Josep Piqué | Exministro de Exteriores

«Es necesario un ejercicio de realismo y adaptarnos a una realidad que nunca imaginamos porque no era parte de nuestra lógica»

Arancha Glez. Laya | Exministra de Exteriores

Cantar victoria, sin embargo, no es una opción. «No podemos olvidar que la de los populismos y extremismos es un asignatura que tenemos pendiente y creo, incluso, que es bueno que existan para reivindicarnos y ensalzar nuestros valores para arrinconarlos», explica Susana del Río, doctora en Ciencias Políticas y miembro del Comité de Expertos del Ejecutivo comunitario.

El fracaso energético

Sigamos con los peros. El órdago de Putin deja demasiados claroscuros. Sobre todo en lo energético, donde Europa ha pecado de ingenuidad y dejadez en los últimos años. Porque instalar una calefacción de última generación en tu casa pero poner la llave de paso en la del vecino es uno de los grandes errores históricos de la UE.

«Una de las lecciones más importantes de esta crisis es que necesitamos reducir urgentemente nuestra dependencia energética de terceros países, como Rusia. La energía es, y siempre ha sido, política», advierte en declaraciones a este periódico la nueva presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola.

Imagen de Familia. Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete se reunieron hace unos días en Versalles en una cumbre extraordinaria para hablar sobre la guerra. AFP

«Hay que reconocer que nunca creímos que esto pudiera suceder, que tendríamos que haber escuchado más a los países bálticos», admite Ramón Jáuregui. «Rusia nos ha colocado ante nuestro espejo», abunda Almunia. «Es necesario un ejercicio de realismo, adaptarnos a una realidad que nunca imaginamos porque no era parte de nuestra lógica», incide la exministra de Exteriores, Arancha González Laya.

El mejor ejemplo de que algo se ha hecho mal (o muy mal) es que el club, sobre todo la gran locomotora alemana, sigue atada de pies y manos por su extrema dependencia energética de Rusia. Para muestra, los 700 millones de euros que cada día transfieren las capitales europeas a Moscú. Un dinero, paradójicamente, que es clave para financiar la guerra.

«Cuando termine esta especie de 'merkelmanía' recordando la pena que nos da que se vaya, hablaremos de las consecuencias catastróficas de sus políticas incidiendo en la debilidad de Alemania frente a Rusia», enfatiza Josep Piqué. De ahí que destaque el cambio de rumbo anunciado por el nuevo canciller, tanto en lo referido al gasto en defensa como en lo relativo a la energía.

La Europa de la Defensa

Se habla y mucho de «la Europa geopolítica», de ganar «soberanía estratégica» frente a Estados Unidos y China... «Después de una larga adolescencia, Europa se ha tenido que hacer adulta de golpe», asegura Piqué. ¿Pero qué eso de la Europa de la Defensa? No es algo ni mucho menos nuevo, lo que evidencia la extrema lentitud con la que tradicionalmente ha avanzando el club de clubes.

«Nace la Europa de la Defensa. El sueño se hace realidad. Son malas noticias para nuestros enemigos». La frase, con la conveniente carga de épica que siempre conllevan las cumbres europeas, la pronunció hace cinco años (sí, sí, cinco) el entonces presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Entonces, la UE decidió avanzar a toda prisa porque el recién llegado Trump puso a la OTAN en su punto de mira si los europeos no aceptaban rascarse el bolsillo y gastar más en defensa.

Fue entonces cuando la UE decidió que debía hacerse mayor, pero el paso del tiempo, la pandemia y, sobre todo, la llegada del europeísta Joe Biden, terminaron por congelarlo todo. Ahora, de nuevo, vuelven las prisas. Por Putin, sobre todo, pero también por una posible resurrección de otro Trump al otro lado del Atlántico a medio plazo. «Por eso debemos ir rápido. La Europa de la Defensa y la OTAN no es que puedan ser compatibles, deben serlo», subraya.

«Debemos reivindicar nuestros valores para luchar y arrinconar a los populismos y los extremismos»

Susana del Río | Doctora en Ciencias Políticas

«Hay que reconocer que nunca pensamos que esto podría suceder, que no escuchamos lo suficiente las alertas de los bálticos»

Ramón Jáuregui | Exministro y exeurodiputado

«No podemos confundir la Europa de la Defensa con la defensa de Europa», aclara Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano. No hay que olvidar que el anterior presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, llegó incluso a confesar que su «sueño» era la creación de un ejército europeo. Sin embargo, como admite Arteaga, esto tiene escasos visos de realidad. La opción más viable y con la que sienten «más cómodos» los países europeos es seguir bajo el cobijo de la OTAN. «Estados Unidos es la clave de todo, el gran factor de disuasión por excelencia», recalca. Que Europa deberá dar un paso al frente es un hecho. El cómo se decidirá en los próximos meses con la cumbre de la Alianza Atlántica que acogerá Madrid a mitad de año como cita de referencia.

«Necesitamos con urgencia impulsar nuestra inversión en defensa y en tecnologías innovadoras para seguir construyendo una verdadera política de Seguridad y Defensa, que sea capaz de contrarrestar nuevas amenazas», asegura Roberta Metsola.

Cicatrices económicas

Entre las muchas cicatrices que dejará la guerra destacan las humanitarias y las económicas. Como recuerda Joaquín Almunia, si hay un episodio negro en la reciente historia del club es el que escribió con la crisis migratoria provocada por la guerra siria. Muchos países, sobre todo los del Este, se pusieron de perfil cerrando sus puertas y, ahora por contra, han sido los primeros en abrir sus brazos. «Atentos porque la gestión migratoria es uno de los grandes retos de la UE», advierte Jáuregui.

Pandemia, guerra, ayuda humanitaria... ¿Cómo se paga todo esto? Será complejo, recuerda González Laya, el vaso vuelve a verse medio lleno tras «romperse el tabú de la mutualización de la deuda» para aprobar los Fondos Next Generation. Si antes de la guerra eran la gran esperanza, ahora se han erigido en la tabla de salvación.

Los retos son inmensos, pero si Jean Monnet tenía razón, si Europa sólo sabe crecer a golpe de crisis, ninguna como la rusa para que la Unión Europea sepa, por fin, qué quiere ser de mayor.

«Europa está rodeada de un océano de inseguridad que nos ha unido más»

Margaritis Schinas es uno de los vicepresidentes de la Comisión Europea que más horas de vuelo acumula en lo referido a Bruselas. Su voz es una de las más autorizadas para saber qué está ocurriendo y, sobre todo, qué puede suceder. «Llevo muchos años en la política europea y no recuerdo un caso similar de unidad y en tiempo récord. Poco a poco se está creando algo que nunca hemos tenido en Europa: una opinión pública europea, que está apoyando incondicionalmente tanto a Ucrania como nuestra actuación conjunta, y creo que esto es quizás el signo más prometedor para nuestro futuro común», confiesa en declaraciones a este periódico.

Mano derecha del expresidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, fue reclutado por Ursula von der Leyen para ocupar la vicepresidencia destinada a la «protección del estilo de vida europeo». Derechos, valores... De ahí que destaque con énfasis, con cierto «orgullo», cómo la UE está respondiendo a la gravísima crisis humanitaria. «Estamos hablando ya de casi cuatro millones de refugiados que intentan escapar de los bombardeos rusos. Se trata del mayor movimiento de población en el continente desde la Segunda Guerra Mundial y Europa ha sido capaz de organizar en un tiempo récord su acogida».

Respecto a los retos de futuro, lo tiene claro. «Debemos alejarnos rápidamente de la dependencia de Rusia en el ámbito del suministro energético». Recuerda, en este sentido, que el objetivo es reducir esta dependencia en dos tercios para finales de este año, «con medidas como la diversificación de las importaciones de gas de países como Estados Unidos, Qatar y Noruega».

Sobre la Europa de la Defensa, admite que históricamente siempre ha habido divisiones, pero ahora todo parece haber cambiado. «Creo que, poco a poco, nos damos cuenta de que Europa está rodeada de un océano de incertidumbre e inseguridad, que está empujando a los europeos a unirse aún más y a actuar juntos».

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