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El primer ministro italiano, Mario Draghi, en una conferencia de prensa en Roma. Efe
El economista «fiable» al que no le gustan las discusiones banales

El economista «fiable» al que no le gustan las discusiones banales

El expresidente del BCE, caracterizado por su seriedad y pragmatismo, se dispone a abandonar el Ejecutivo italiano al considerar rota la unidad de acción que exigió a los partidos de la coalición

E. C.

Jueves, 14 de julio 2022, 22:55

«¿Dónde está Draghi? En otra parte». La broma ha acompañado largo tiempo al primer ministro italiano. La repetían sus compañeros por su capacidad para marcharse cuando surgía una discusión banal. Pero ayer no fue así. El debate en el Senado no era precisamente banal ... y Mario Draghi recurrió a otros de sus principales rasgos de personalidad: la seriedad y la predisposición a no perder el tiempo. Entendió que con la ausencia del M5E en la votación de la moción de confianza se rompía la unidad de acción y la propia confianza que él exigió como valor estratégico para ponerse al frente del Gobierno italiano hace diecisiete meses y entonces presentó su renuncia.

Draghi nació en 1947 y la temprana muerte de sus padres le obligó a sacar adelante a sus dos hermanos pequeños solo con 15 años. Se formó como economista, dio clases en varias universidades y en 1991 fue nombrado director general del Tesoro. Considerado un genio de la economía y el análisis financiero, quince años más tarde pasó a ocupar el cargo de gobernador del Banco de Italia. Y en 2011, el de presidente del Banco Central Europeo.

«Seguro de sí mismo», «confiable», «amable», el primer ministro es un europeísta convencido y un político tremendamente comprometido con su país. En la reciente Cumbre de la OTAN en Madrid se marchó la noche antes de su conclusión porque debía hablar con el presidente, Sergio Matarella, de los asuntos del día en el Consejo de Ministros y tranquilizarle sobre su penútimo desencuentro con Giuseppe Conte. Por esa responsabilidad hacia Italia asumió el año pasado la petición general de hacerse cargo de un Ejecutivo difícil y tratar de salvar a un país muy castigado por el coronavirus y sometido a su peor crisis desde la II Guerra Mundial. Nadie sabe lo que duerme. Sí que le ha gustado siempre hacer footing, leer los periódicos y llegar a las reuniones con todo lo necesario aprendido de memoria.

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