Ivia Ugalde
Miércoles, 14 de septiembre 2022, 20:40
Cuando apenas quedaban este miércoles por contabilizar los votos en un puñado de colegios electorales, la primera ministra sueca, la socialdemócrata Magdalena Andersson, hizo gala de un ejercicio de responsabilidad política al anunciar su dimisión por la derrota de su coalición en las elecciones legislativas ... celebradas el domingo. La mandataria admitió que, con más del 99% de los sufragios escrutados, es incuestionable el triunfo del bloque conservador y de ultraderecha, que habría obtenido 176 escaños, tres asientos más que los conseguidos por su alianza.
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El bloque formado por el conservador Partido Moderado de Ulf Kristersson, por democristianos, liberales y por los ultraderechistas Demócratas de Suecia logró «una pequeña mayoría pero una mayoría así y todo», reconoció Andersson durante una rueda de prensa. «Por ese motivo, mañana (por hoy) pediré dimitir de mis funciones de primera ministra, y después de eso, la responsabilidad recaerá en el presidente del Parlamento», agregó la jefa de Gobierno, que matizó que seguirá al frente de su formación.
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Pese a que el Partido Socialdemócrata fue el más respaldado en las urnas, con un 30,4% de los votos, el bloque formado por el Partido Moderado y el ultraderechista Demócratas de Suecia es quien cuenta con mayoría. La formación xenófoba y nacionalista que lidera Jimmie Akesson desde 2005 fue, sin duda, la gran sorpresa de la cita electoral ya que, con más de un 20% de los sufragios, se ha convertido en la principal fuerza política de la derecha y la segunda de Suecia.
El discurso radical de Akesson sobre todo en materia de inmigración, que choca frontalmente con el de los liberales, así como su ambición ya expresada el lunes de «estar en el Gobierno» auguran una compleja cimentación de un gabinete conservador. Kristersson, en cualquier caso, no se ha arrugado ante la tarea y ha confirmado el inicio de las conversaciones para conformar un Ejecutivo. «Los moderados y los demás partidos de mi lado han recibido el mandato de cambio que pedíamos. Quiero juntar, no dividir», dijo en un vídeo publicado en su perfil de Instagram, recogido por la televisión pública sueca SVT.
En caso de que no prosperaran finalmente las conversaciones del bloque derechista para formar gobierno, Andersson ha manifestado estar dispuesta a «cooperar con cualquiera que quiera ser parte de la solución a los problemas que enfrenta Suecia». En cualquier caso, su coalición de socialdemócratas, Partido de la Izquierda, Verdes y Partido del Centro sufre un importante desgaste ante la sociedad tras ocho años en el poder.
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Los ciudadanos suecos parecen decididos por un cambio de rumbo y es aquí donde la ultraderecha ha sabido pescar un gran número de votos tras una exitosa campaña centrada en la creciente llegada de inmigrantes, la violencia de las bandas en los suburbios y la subida de los precios de la energía. «El pequeño partido del que todo el mundo se reía, hoy es el segundo partido más grande del país», espetó Akesson el lunes, que apostó por dejar a un lado sus propuestas más extremistas, como la salida de Suecia de la UE, para ofrecer una imagen más benévola que le ha granjeado los mejores resultados de su historia.
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