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Tanque ruso enarbola bandera en en una carretera de Osetia en 2008. AFP
Las derrotas pagadas con sangre del Ejército ruso

Las derrotas pagadas con sangre del Ejército ruso

La invasión de Ucrania pone a prueba las enseñanzas adquiridas por Rusia durante sus fracasadas incursiones armadas en Afganistán y Chechenia. Su jefe del Estado Mayor, el general Gerasimov, deberá demostrar que su aura de estratega es algo más que una leyenda

Domingo, 13 de marzo 2022, 00:18

La historia de las guerras en las que ha estado implicada Rusia (o la URSS) desde 1978 es un terrible relato de cómo un Ejército a punto de desaparecer por su degeneración se convierte en una máquina letal a base de derrotas y sangre. Desde Afganistán, en los 80, hasta la actual invasión de Ucrania, las tropas rusas han experimentado una evolución tecnológica y doctrinal que se está poniendo a prueba en Kiev. Ponerle nombre a esta evolución es complicado y reduccionista, pero existe un hombre ejemplifica la transformación: el general Valeri Gerasimov, actual jefe de Estado Mayor del Ejército ruso y viceministro de Defensa. Este militar, que tuvo su bautismo de fuego en las guerras chechenas, es el autor de la denominada 'doctrina Gerasimov'. Desde Occidente todavía se discute el alcance de este pensamiento y hay quienes le consideran poco original y sobrevalorado mientras que otros expertos quieren ver en él rasgos de genialidad.

Dos ideas claves del general. La primera; todo enemigo, por muy fuerte que sea, tiene alguna debilidad «que podemos aprovechar». La segunda; de inspiración occidental, es que la diplomacia no es para él una forma de evitar guerras sino un arma más para ganarlas. Esta la historia de cómo hemos llegado hasta aquí.

En 2013, en plena contienda en Crimea, el general Gerasimov había publicado en una revista militar rusa el documento fundacional de la doctrina que lleva su nombre. Promovía una guerra total en la que la población civil es tan importante como el Ejército y en la que la comunicación, la información, la economía, la ciberguerra, las 'fakenews' son un elemento más. Gerasimov defiende, por ejemplo, utilizar agentes encubiertos y aprovechar la oposición interna a un Gobierno para debilitarlo. El tópico del judo, convertir la fuerza del enemigo en su debilidad, entraba en esta estrategia.

Para muchos expertos, Gerasimov se inspiró en el libro clave para entender el nuevo orden mundial: 'Guerras sin restricciones', de los coroneles chinos Quiao Liang y Wang Xiangxoui. Los dos asiáticos habían teorizado en 1999 que para vencer a Estados Unidos sería necesario activar todos los tipos de lucha, la económica, cultural, ambiental, tecnológica, biológica, etc... Gerasimov lo adaptó a Rusia.

  1. 1978-1989

    Afganistán, la invasión que acabó en 'el Vietnam ruso'

Soldados rusos intentan protegerse de francotiradores chechenos durante su incursión en la ciudad de Grozny. EC

La invasión soviética de Afganistán ya ha sido definida como 'el Vietnam ruso'. La cifra de muertos entre las tropas rusas todavía se discute. Se manejan cifras que van de 13.000 a 26.000 bajas. El caos que creó la contienda permitió la forja del yihadismo global que todavía sufre el mundo. Para comprender esta guerra hay que conocer a la persona que la declaró. Fue el entonces presidente ruso Leonid Brézhnev, quien convenció a la más alta instancia política soviética, el Politburó, de que sería sencillo invadir Afganistán para poner fin a las disputas internas en el país e instalar un Gobierno títere que dependiese de Moscú.

En ese momento, Brézhnev era un septuagenario enfermo que acaba de superar un infarto, afectado por la arterioesclerosis, y que confiaba más en los curanderos que en la medicina. A los cargos que dudaban de la necesidad de implicarse en la guerra les dijo: «no os preocupéis, la guerra terminará enseguida». Se convirtió en una sangría que duró más de una década y que llevó al derrumbe de la Unión Soviética. El Ejército ruso, preparado para una guerra tradicional con los batallones de la OTAN, se vio de repente sumergido en una guerra de guerrillas con un puñado de tribus irreductibles que se refugiaron en montañas inhóspitas. La debilidad de la economía soviética afectaba a una maquinaria militar desmoralizada. Es una anécdota, pero la tropa rusa, aquejada de un grave problema de alcoholismo, se bebía el combustible de los tanques tras filtrarlo con rebanadas de pan.

Al otro lado, los islamistas que corrieron a ayudar a las tribus afganas consiguieron instalar campamentos en la región en los que se formaban alrededor de 3.000 muyahidines al mes. Estados Unidos entregó a estos guerrilleros el misil Stinger, el arma antiaérea portátil más importante de la época y que hizo que los rusos perdieran la superioridad aérea. Sus helicópteros dejaron de poder proteger a sus tropas. Los dirigentes soviéticos, ancianos enfermos, apenas aguantaban en el cargo. Tras la muerte de Brézhnev llegaron los efímeros Andropov -exjefe del KGB- y Chernenko.

En 1985 subió al poder Mijail Gorbachov, quien ya había comprendido que la guerra estaba perdida. En una reunión con el presidente marioneta de Afganistán, Babrak Karmal, le dijo: «Olvídese del socialismo y busque el apoyo de su país». No sirvió para nada. Rusia abandonó Afganistán y Karmal tuvo que refugiarse en Moscú. Este desastre bélico y la catástrofe de Chernobil acabaron con la URSS.

  1. 1994-2009

    Chechenia, un desastre con 11.000 bajas rusas

Soldados rusos yacen muertos en Kharki. AFC

El 8 de diciembre de 1991 la Unión Soviética había dejado de existir después de que Rusia, Bielorrusia y Ucrania firmaran en los bosques de Belavezha el pacto por el que se disolvía la URSS y se creaba una Confederación de Estados Independientes. En el antiguo estado soviético de Chechenia, un exgeneral responsable de los bombarderos nucleares soviéticos, Dzohjar Dudáyev, comenzaba a reclamar la independencia para su país. El entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, se mostró complaciente con Dudáyev porque había rechazado el golpe de Estado que en enero quiso acabar con la reformas rusas. Pero no había entendido nada. Dudáyev no dejaba de armar al país con material conseguido gracias a la corrupción del Ejército y a sus contactos con las mafias chechenas. Ese mismo año declaró la independencia.

En 1994, Yeltsin ordenó la invasión de Chechenia con la idea de aplicar un correctivo violento para que otras repúblicas no siguieran el ejemplo de Dudáyev. Un batallón de paracaidistas se desplegó en la capital, Grozny, con la idea de la que guerra dudaría unas horas.

Lo que comenzó fue una violenta ocupación que alcanzaría su éxtasis sangriento en agosto de 1996, cuando los separatistas atacaron Grozny, que ya era por entonces el centro neurálgico ruso. Goliat fue derrotado por David. Murieron miles de soldados rusos y se creó la denominada 'doctrina Grozny' para poder recuperar la ciudad, algo que hay que tener ahora en cuenta para entender la táctica rusa en Ucrania. Esta forma de actuar consiste en atacar una zona poblada y, si existe resistencia, endurecer la agresión y ofrecer un pasillo humanitario para evacuar a la población. Una vez que los civiles han desaparecido, la artillería y los misiles reducen a escombros la zona para poder ocuparla con el menor número de bajas posibles.

Hay unas cuantos nombres clave para entender lo que sucedió en Chechenia, donde se sufrirían dos guerras. Uno de ellos es Shamil Basayev. Este independentista islamista atacó la república vecina de Ingushetia en 1999, en lo que sería el origen de la segunda guerra chechena, y puso en marcha campañas terroristas sin precedentes -la matanza de niños en la escuela de Beslán, por ejemplo-. En 1999, una serie de atentados en Moscú en los que murieron 300 personas -atribuidos a Basayev pero de una autoría que hoy en día se considera dudosa- llevaron al Ejército a multiplicar su actuación en Chechenia.

El segundo nombre es Ranzam Kadyrov, el actual presidente checheno. Su padre, también presidente, fue asesinado por seguidores de Basayev y él creó una milicia islamista -los Kadyrovski- a sueldo de Moscú que pacificó la región a sangre y fuego. Sus temidos hombres han sido desplegados ahora en Ucrania.

El tercer nombre pertenece a una heroína: Anna Politkovskaya. Esa periodista denunció las brutalidades militares en la zona -torturas, violaciones, corrupción, crímenes de guerra- gracias a la exigua libertad de prensa que existía en Rusia. Enemiga declarada de Putin, fue asesinada en 2006.

Y el cuarto nombre a tener en cuenta es Valeri Gerasimov. El ideólogo militar participó en la lucha al frente de una columna de blindados y fue condecorado por ello. Su leyenda comenzaba a echar raíces, hasta alcanzar ahora la jefatura del Estado Mayor. La guerra se dio por finalizada en 2009 y el número de bajas rusas oscila según las fuentes: 5.500 según la versión oficial, 11.000 según las asociaciones de madres de soldados.

  1. 2008-2014

    Osetia y Crimea, lecciones contra los independentistas

Chechenia. Lanzadera de cohetes.

Osetia era una provincia de Georgia que desde el hundimiento de la unión soviética estaba reclamando su independencia con respecto a la capital, Tiblisi. En agosto de 2008, cuando solicitó el reconocimiento internacional, el presidente georgiano Mijeil Saakashvili ordenó el inició de acciones bélicas contra Osetia. Los georgianos no tardaron en verse desbordados por el poderío ruso, que corrió a ayudar a los independentistas prorrusos. Ese mismo año se firmó una frágil paz para volver a la etapa anterior a los hostilidades. Se pusieron en marcha acciones como el bloqueo de internet y una lucha propagandística, en la que Putin presentaba a su homólogo georgiano como un peligroso antidemócrata.

Crimea, al igual que la posterior del Donbass y Donetsk, fue una guerra totalmente distinta y sentó las bases de lo que hoy es la invasión rusa de Ucrania. Los independentistas prorrusos de estas regiones ucranianas protagonizaron violentas revoluciones en 2103 para declarar su autodeterminación y desgajarse de Kiev. En sus acciones armadas tuvieron al apoyo encubierto de las tropas rusas. El armamento de Moscú fue clave en la revuelta. El 7 de julio de 2014 se produjo uno de los incidentes más terribles de esa guerra, cuando un misil antiaéreo derribó un Boeing malayo con 298 personas a bordo. El ataque se atribuye al bando prorrusos, algo que Moscú niega.

  1. 2015-?

    Siria, la guerra de Putin contra el islamismo radical

Siria era un país fallido desde que las revueltas de la primavera árabe habían estado a punto de derrocar al tirano Bashar Al-Asad. El Estado Islámico (EI) había llegado también a la zona y había convertido una de las cunas de la cultura árabe en un cadalso regado con sangre. En septiembre de 2015, Vladimir Putin autorizó los primeros bombardeos contra los islamistas para apoyar a Al-Asad. Su implicación tenía un doble objetivo: luchar contra el terrorismo del EI, que podía llegar a afectarle, y de paso mejorar su imagen ante occidente -que le había aplicado duras sanciones por Crimea- luchando contra el mismo Califato que había causado matanzas como las de París.

Para preparar esta guerra, Rusia desplazó hasta Siria a la Quinta Armada, la flota del Mediterráneo. Navíos lanzamisiles con tecnología de precisión y fuerzas especiales llegaron a la costa siria y demostraron que ya no eran el Ejército de zarrapastrosos de Chechenia o Afganistán. Moscú puso a prueba su capacidad para realizar ataques de precisión y comenzó a crear una generación de héroes-mártires como Alexander Prokhorenko, 'Shasa', el 'spetnaz' -comando, en ruso-, que se enfrentó en solitario contra batallones del EI y, al verse rodeado, pidió por radio que bombardeasen su posición para morir matando.

El Ejército ruso ya no era el Goliat ebrio al que derrotaban los pequeños David regionales sino que había aprendido a utilizar la honda. Un dato clave para entender su potencia es que el gasto en Defensa de los rusos es de algo más del 4,2% de PIB, lo que triplica, por ejemplo, a la media europea.

Gerasimov, ya elevado a puestos de responsabilidad en el Ministerio de Defensa ruso, formó parte de la dirección de la guerra. Una las directrices que se adoptaron fue que el mayor número posible de militares rusos rotase en los campos de batalla sirios de tal forma que todas las unidades pudieran tener experiencia en este tipo de nueva guerra.

  1. 2022-?

    La invasión de Ucrania, una prueba de fuego

Putin con el general Valeri Gerasimov, jefe de Estado Mayor del Ejército ruso y viceministro de Defensa, hombre clave en la invasión de Ucrania. EP

Para muchos expertos, la invasión de Ucrania va a poner a prueba la capacidad de Gerasimov y la transformación del Ejército ruso tras sus guerras pasadas. Por ahora, la invasión ha demostrado que algunos de los males endémicos se mantienen. «El Ejército ruso era un instrumento eficaz para mantener el orden interno, pero en sus despliegues internacionales mostraba su incapacidad de mantener un apoyo logístico, como sucede ahora en Ucrania», afirma el teniente general en la reserva Francisco José Gan Pampols.

Los rusos tampoco están siendo capaces de proteger desde el aire a sus soldados, algo que el general atribuye a la tradicional desconfianza interna. «No se fían de ellos mismos y no dejan a los mandos tomar decisiones sobre el terreno. En Occidente intentamos expandir el liderazgo pero ellos no saben descentralizar»,agrega. Esta frase explica por qué un convoy de blindados apelotonado en una calle es destruido por los ucranianos con absoluta impunidad. Gerasimov tendrá que dar explicaciones.

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