Tras dos días de intensa búsqueda, las autoridades de Kiev han perdido la esperanza de encontrar supervivientes entre los escombros del centro comercial bombardeado en Kremenchuk, situada en la región de Poltava, al sureste de la capital ucraniana. Hasta el momento, el balance de ... víctimas se ha elevado a 20 muertos y 59 heridos, según el ministro del Interior, Denís Monastirski, mientras que se habían presentado más de 40 denuncias de personas desaparecidas, de acuerdo con las informaciones facilitadas por el subdirector de la Presidencia, Kirilo Timoshenko.
No obstante, fuentes del Ministerio del Interior ucraniano citadas por el medio 'Kyev Independent' afirman este miércoles «no tener esperanza» de encontrar supervivientes bajo las ruinas, pese al trabajo de los casi 4.500 miembros de los equipos de salvamento que participan en las tareas de descombrado y busca de cadáveres o víctimas atrapadas.
Una de las principales dificultades para identificar a los desaparecidos es la propia dimensión del ataque. Monastirski puntualizó que «la mayoría de los cuerpos de los masacrados en el centro comercial Amstor no han sido identificados todavía porque están prácticamente carbonizados». Otro misil, según las autoridades ucranianas, impactó contra la factoría de maquinaria Kredmash, destruyendo totalmente sus instalaciones. Su director asegura que allí no se fabrican vehículos militares desde 1989, solamente automóviles para uso civil.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, dijo el lunes a través de su cuenta de Telegram que, en el momento de la explosión, había en el centro comercial más de un millar de personas, de lo que dan testimonio las numerosas imágenes difundidas por redes sociales y medios de comunicación, incluidas las que él mismo publicó. Calificó lo sucedido de «uno de los actos terroristas más atrevidos de la historia europea».
Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso sostuvo este martes a través de un comunicado que el ataque con misiles contra Kremenchuk tuvo como objetivo la destrucción de «hangares» de munición recibida desde Estados Unidos y países europeos con destino a la agrupación de tropas ucranianas en Donbass. Según la versión del Kremlin, el centro comercial no estaba operativo y se incendió fortuitamente.
Detenido por no cooperar con Rusia
Mientras se trabaja para determinar el balance definitivo de la masacre de Kremenchuk, la guerra continúa en el resto del país. El Estado mayor ucraniano ha reconocido la práctica pérdida de la región de Lugansk, situada en el Donbass.
Por otro lado, funcionarios instalados por el Kremlin en la región ucraniana de Jerson aseguran que sus fuerzas de seguridad han detenido al alcalde de la ciudad del mismo nombre, Ihor Kolykhayev, después de que este se negara a seguir órdenes de Moscú y cooperar con los ocupantes. Jerson, ciudad portuaria situada en el Mar Negro, se sitúa en el noroeste de la península de Crimea. Fue ocupada durante los primeros compases de la guerra.
En una publicación en Facebook, el Consistorio de Jerson habla incluso de «secuestro» y denuncia que las fuerzas rusas se llevaron al regidor esposado. Kolykhayev fue elegido alcalde en las elecciones municipales de 2020. También fue elegido diputado en el parlamento ucraniano en los comicios de 2019. Se trata de al menos el tercer alcalde de una ciudad ucraniana detenido por las fuerzas rusas por negarse a cooperar. Sucedió lo mismo con los regidores de Dniprorudne, al sur del país, y Melitopol, ambos en marzo.
La condena de la comunidad internacional por lo sucedido en Kremenchuk ha sido general y unánime. «Éste es otro acto atroz más en una serie de ataques contra infraestructuras civiles por parte de las fuerzas rusas. El bombardeo continuo de civiles es reprochable, totalmente inaceptable y constituye un crimen de guerra», afirmaba en un comunicado la oficina del Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, por su parte, ha advertido durante la reunión del G7 en Baviera que los intentos intimidatorios de Rusia «no funcionarán» y califica el ataque de «horrendo e indiscriminado».
«Crimen de guerra»
Los líderes del G7, precisamente, han calificado la matanza de Kremenchuk de «crimen de guerra» en una declaración conjunta y anuncian que habrá más sanciones contra Moscú. La ONU también se une al clamor de repulsa contra Rusia. El portavoz de la Secretaría General de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric, ha tachado de «deplorable» la «nueva oleada» de ataques aéreos y bombardeos que viene padeciendo Ucrania. El domingo otro ataque de misiles causaron un muerto y varios heridos en un edificio de viviendas de la capital ucraniana.
Pero en Rusia no parece haber la más mínima intención de detener la carnicería. Peskov ha reiterado, respondiendo a una pregunta sobre cuándo terminará la guerra, que Ucrania puede poner fin al conflicto «en un mismo día. Basta con que se ordene a las unidades nacionalistas que depongan las armas, también a los militares ucranianos que se rindan. Después se aplicarían las condiciones fijadas por Rusia», que, según formularon hace semanas los negociadores de Moscú, incluye la capitulación y el reconocimiento de Crimea como rusa y el Donbass como ente independiente. Probablemente, Ucrania perdería también Jerson y gran parte de Zaporiyia. «Entonces, todo terminaría en un día», ha añadido el portavoz presidencial.
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