La estatua desnuda de la primera feminista causa desconcierto en Londres

«Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino que lo tengan sobre sí mismas», reza la inscripción en el pedestal citando a la conmemorada. Wollstonecraft había publicado antes una «Vindicación de los derechos del hombre», como réplica a la critica de la Revolución Francesa publicada por el intelectual británico, nacido en Irlanda, Edmund Burke.

Su libertad sexual escandalizó más que sus escritos y durante un siglo su recuerdo fue crítico o marginal. Hasta que la pionera del movimiento sufragista, Millicent Fawcett, reivindicó su figura. En 2018 se desveló una estatua de Fawcett frente al edificio del Parlamento, que no compensaba la desproporción de género en los monumentos de Londres, más del 95% levantados en recuerdo de hombres.

La campaña «Mary on the Green», Mary en el parque, ha recaudado fondos y aireado la causa de levantar una estatua a Wollstonecraft durante una década. El lugar elegido, la plaza ajardinada del barrio de Newington, es apropiado porque allí vivió la protagonista, allí escuchó la prédica disidente en la capilla de la Iglesia Unitaria y fundó una escuela. La asociación vecinal se sumó a la campaña.

Se encargó la estatua a Hambling, que ahora mismo expone obra reciente en la prestigiosa galería Marlborough, que tiene una larga trayectoria como pintora de trazos frenéticos y gran maestría en el uso del color. Ha cumplido 75 años. Fue amiga de Francis Bacon y Lucien Freud. Es una artista incesante y reconocida, y cree que los críticos no han entendido su obra.

No es una escultura «de Wollstoncraft» sino «para Wollstoncraft», ha explicado al 'Evening Standard'. «Es todas las mujeres y la ropa la hubiese restringido. Las estatuas en ropajes antiguos parecen pertenecer a la Historia, por sus prendas. Es crucial que ella sea «ahora»», ha esgrimido la escultora en su defensa. «En lo que a mí concierne, tiene la figura que todas quisiéramos tener».

La novelista Jojo Moyes fue una de las primeras en expresar su rechazo: «Creo que hubiese estado bien conmemorar a Mary Wolltonecraft con su ropa puesta. No se ven muchas estatuas de figuras políticas masculinas sin calzoncillos». Según Hermes Gover, también escritora, «sin nombre, desnudas y convencionalmente atractivas es la única manera en la que las mujeres han sido aceptables en las esculturas públicas».

En este año de disputas sobre la idoneidad de estatuas y derribo o retirada de algunas que conmemoraban a esclavistas, la campaña para levantar a tal precursora de la igualdad de derechos no era discutida. Una de sus principales promotoras, Bee Rowlatt, ha afirmado a 'The Guardian' que «la obra de Maggi se sostiene en el tiempo, creo que la gente la entenderá».

Esa condescendencia no apaciguará quizás a Rhiannon Lucy Cosslett, novelista a la que le ha sorprendido desagradablemente la Mary de Maggi: «Lo último que esperaba era una mujer desnuda y además una que atrae la mirada tan magnéticamente a su vello púbico». A Cosslett le ha pillado el desvelamiento de la estatua estudiando la historia del desnudo femenino.

En un artículo muy crítico con el concepto de Hambling, publicado en 'elephant.art', escribe: «Como incontables desnudos femeninos anteriores a este, el espíritu es de proporciones convencionales: delgada, tonificada, de rasgos caucásicos. Representa a todas las mujeres tanto como los desnudos idealizados y las anónimas ninfas que artistas varones han producido durante cientos de años».