Trump acepta que no podrá cumplir su palabra de reabrir el país para Semana Santa

«¿Fue un error lanzar la idea de Semana Santa», se le preguntó. «No», respondió tajante. «Era sólo una aspiración». Mucho más realista, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, advirtió este lunes de que «lo peor está por llegar», y no solo para su estado. A todos los menos poblados del centro y norte del país que miran el coronavirus como un castigo a Sodoma y Gomorra, el responsable del Estado les recordó que «Nueva York no es una anomalía», sino su propio futuro.

La buena noticia para la ciudad de los rascacielos, donde en menos de dos semanas se han disparado el crimen y la mendicidad, fue la llegada el lunes del buque hospital de marina 'USNS Comfort', donde se tratará todo menos el COVID-19. Son mil camas y una docena de quirófanos que flotan sobre el río Hudson a la altura de la calle 50. Un poco más abajo, entre la 34 y la 40, la Guardia Nacional ha convertido al Centro de Convenciones Jacovit Center en otro hospital que liberará camas para la avalancha que se espera cuando la epidemia alcance su punto máximo en las próximas dos o tres semanas.

La ciudad encajó este lunes los primeros 1.200 muertos, con más de 250 vidas perdidas en sólo 24 horas. Desde su torre de la Quinta Avenida Trump podría haber visto los hospitales de campaña que se han levantado en Central Park, pero por televisión lo que le llamó la atención fueron los camiones refrigeradores a las afueras del hospital de Elmhurst, en Queens, muy cerca de donde nació. «Nunca había visto imágenes así, bolsas de cadáveres por todas partes», confesó estremecido. «Y ése es básicamente mi barrio», apostilló.

Trump ya no vive en la ciudad de los rascacielos, ni la visita. Lo que le atraía era el dinero y el poder, que ha encontrado multiplicado en la Casa Blanca. Ahí es donde quiere quedarse, por eso los altos ratings que están teniendo sus conferencias de prensa sobre la epidemia no compensan el daño a la economía, que puede costarle la reelección. «Lo que yo querría es que volviéramos a la vida que teníamos», suspiró. «Teníamos la mejor economía que nunca habíamos tenido, sin muertes, y ahora esto», añadió.

Una crisis que no entiende y que paga con las autoridades locales, dependientes de él para obtener ayudas federales. El mandatario acusó a los hospitales de Nueva York de «algo peor que acaparar» material médico, porque «¿cómo se puede pasar de 20.000 máscaras a 300.000?», se preguntó públicamente. «¿Salen por la puerta trasera? Las autoridades tendrían que investigarlo». El gobernador de Nueva York, prefirió no entrar en la batalla ni para explicarle que son de usar y tirar. «No voy a entrar en guerra con el presidente, tenemos una crisis de salud pública nacional y no me voy a ponerme a hacer política».

Tampoco los países con los que Trump dice estar «en contacto cercano», como Italia y España, cuyos datos ayudan a los expertos estadounidenses a anticipar el problema. Confrontado con la pregunta de si Estados Unidos se pondría a la altura de Rusia, China y Cuba, que han mandado ayuda a Italia y España, el mandatario se apresuró a decir que Washington también ayuda a Italia económicamente. «Les mandamos un montón de cosas que nosotros no necesitamos», afirmó sin precisar. No parece que Mr. Marshall vaya a visitar España, sino que Mr. Trump no quiere ser menos que sus rivales.