Un terremoto de 4,8 grados sacude Nueva York sin causar víctimas ni daños

El seísmo de 4,8 grados que sacudió este viernes los rascacielos de Manhattan tuvo su epicentro en Líbano, pero no en el país que comparte frontera con Israel, sino en un pequeño pueblo de 1.600 personas de New Jersey, a ochenta kilómetros de Nueva York. Allí las vajillas cayeron al suelo hechas pedazos y sus habitantes salieron a la calle despavoridos, sin que pudieran competir con el protagonismo de Nueva York.

En el rascacielos de 38 plantas que alberga la sede de la ONU, el Consejo de Seguridad se había reunido de urgencia a raíz del atentado contra el convoy de World Central Kitchen, que ha puesto a la luz de los focos la muerte de 196 trabajadores humanitarios durante los bombardeos de Gaza. Mientras la consejera delegada de Save The Children, Janti Soeripto, explicaba que los niños de Gaza no pueden ni refugiarse en los colegios porque el 80% han sido destruidos, las cámaras recogieron el temblor y las miradas preocupadas de los embajadores. «Estás sacudiendo la tierra», observó el representante palestino, Ryad Mansour.

Cada uno lo interpretaba a su manera. Los israelíes decían en X que «ahora le echarán la culpa al Mossad», y la congresista seguidora de QAnon, Mary Taylor Greene, que «Dios está enviando fuertes señales a EE UU para decirnos que nos arrepintamos». Las películas de Hollywood proporcionaron clips de ciencia ficción para repetirse en bucle por las redes sociales con imágenes del suelo resquebrajándose en Nueva York, posiblemente la ciudad más filmada de la historia. Y, por supuesto, estaban los que aseguraban que todo esto del terremoto eran fake news. «Yo no he sentido nada», aseguraba un anónimo en las redes.

Las autoridades se lo tomaron muy en serio. Los aeropuertos suspendieron todas las actividades de tierra y el más cercano al epicentro, el de Newark, no las reabrió hasta pasadas las 22:00 h de la noche, con cerca de 2.000 vuelos cancelados en la región. La empresa ferroviaria Amtrak informó de que todos y cada uno de sus trenes en ese corredor tendrían que ser revisados, por lo que mientras tanto circularían a baja velocidad. El suburbano que transporta diariamente a cerca de cinco millones de viajeros siguió su curso, tal como pidió el alcalde Eric Adams a la ciudadanía.

Al fin y al cabo no había daños que lamentar. Solo había durado 30 segundos y si se sintió con más virulencia es porque había sido más superficial que otros seísmos, que llegan a originarse hasta a 70 kilómetros en el interior de la tierra. En comparación, el que sacudió a Taiwán hace tres días registró 7,2 en la escala, dejando al menos 12 muertos, un millar de heridos y numerosos daños. En California, donde los movimientos sísmicos son frecuentes, no habría ganado titulares, pero en la costa Este era el mayor desde 2011, cuando Virginia registró uno de 5,9.

Para que se sintiera con fuerza en Nueva York hay que buscar los antecedentes en 1783. Las réplicas hicieron sonar las alarmas durante todo el día, siendo una de las más fuertes de 2,0 en Bedminster, la ciudad de New Jersey donde Donald Trump tiene su campo de golf y residencia de verano, lo que dio pie a otra sarta de bromas y conspiraciones.