Ciudadanos iraquíes prenden fuego a una bandera de EE UU y a una foto de Trump. Reuters

Teherán acusa a Washington de terrorismo

El bombardeo de EE UU contra las bases de una facción armada proiraní en Irak reaviva en ambos países el sentimiento antiamericano

Caroline Conejero

Nueva York

Lunes, 30 de diciembre 2019, 22:34

La Administración Trump ha sido acusada de terrorismo por Irán tras los ataques aéreos del Ejército contra bases de la milicia proiraní Kataib Hezbolá el domingo en la región fronteriza de Irak y Siria. El Pentágono describió los bombardeos como «defensivos» y en respuesta ... a la muerte de un contratista civil estadounidense durante un ataque con cohetes el viernes a una base militar iraquí cerca de la ciudad petrolera de Kirkuk.

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El Gobierno de EE UU señaló que los ataques de castigo, tres de ellos en el oeste de Irak y dos en el este de Siria, iban dirigidos contra centros de almacenamiento de armas y bases de Hezbolá utilizadas para preparar ataques contra las fuerzas de la coalición internacional. Al menos 25 combatientes de la milicia chií, incluidos 4 jefes, murieron y unos 55 resultaron heridos en los ataques. También quedó destruido el cuartel general del grupo cerca del distrito oeste de Al-Quaim en la frontera con Siria.

El comandante en jefe de las milicias iraquíes, Jamal Jaafar Ibrahimi, conocido también como Abu Mahdi al-Mohandes, señaló que habrá una «respuesta dura» para las fuerzas estadounidenses en Irak. Su Gobierno condenó también los ataques de EE UU como una «violación de la soberanía iraquí», una «peligrosa escalada que amenaza la seguridad de Irak y de toda la región», señaló el primer ministro Adel Abdul Mahdi.

Mahdi, apoyado por Irán y que permanece interino en el cargo tras su dimisión el mes pasado, recibió media hora antes una llamada del Secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, para prevenirle de los ataques. Mahdi le pidió en esa llamada que los suspendiera. También el presidente iraquí, Barham Salih, trató infructuosamente de persuadir a Washington de no llevar a cabo la operación.

Los ataques han intensificado la ya delicada situación del Gobierno iraquí, forzado a arbitrar entre los dos bandos, el de los que favorecen y los que no apoyan las acciones de Estados Unidos. Un Gobierno en crisis, que representa la compleja realidad política del país dividido por la lucha por el poder entre las distintas facciones chiíes y suníes.

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Prueba de su «falsedad»

En su condena a Washington, Irán señaló que los ataques son «prueba de la falsedad norteamericana en la lucha contra ISIS (el Estado Islámico)» al atacar a aquellos que durante años han combatido a los terroristas. De hecho, las Fuerzas de Movilización Popular (PMF), la coalición de grupos paramilitares de mayoría chií apoyada por Irán, fueron fundamentales para permitir a las estructuras armadas iraquíes recobrar un tercio del territorio nacional bajo el Estado Islámico.

Las relaciones de EEUU con Irán se han deteriorado rápidamente desde que Washington abandonó el histórico acuerdo nuclear con Teherán alcanzado con 6 naciones en 2015, y empezó a reimponer duras sanciones que han socavado la economía del país. Irak, un aliado tanto de EE UU como de Irán, se encuentra atrapado en una incomoda posición.

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