Los Obama, en la Convención Demócrata. Reuters

«¡Sí, ella puede!»: Obama regala su eslogan a Kamala Harris

El expresidente advierte en la Convención Nacional Demócrata que, pese al entusiasmo que genera la candidata, su victoria «será una batalla»

Mercedes Gallego

Miércoles, 21 de agosto 2024, 09:01

«La esperanza está de vuelta». Lo anunció este martes Michelle Obama, tras electrizar al pabellón del United Center de Chicago con el discurso más esperado de la convención del Partido Demócrata, que esta semana corona a la vicepresidenta Kamala Harris como candidata presidencial y heredera de sus esfuerzos para honrar la diversidad de EE UU. Alguien que comparte sus principios y «ha mostrado su lealtad a esta nación, no escupiendo ira y rencor, sino con una vida de servicio público, empujando puertas que abren oportunidades a otros», dijo.

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De los Obama se esperaba un discurso optimista, pero sobre el escenario apareció también una ex primera dama resentida y lista para luchar, que parecía sacarse del pecho lo que ha estado rumiando en silencio durante años de obligado recato. En 2016, cuando hicieron campaña por Hillary Clinton, el matrimonio se propuso ser elegante en sus ataques, bajo el eslogan de «si ellos caen bajo, nosotros volamos alto». Ayer los Obama no perdieron la clase, pero disparaban a matar con alusiones veladas que pusieron a su delfina en perspectiva con el rival al que se enfrenta.

Michelle Obama durante su discurso. Reuters

«Ella entiende que la mayoría de nosotros no tenemos el lujo de quejarnos o hacer trampa para salir adelante, ni cambiamos las reglas para poder ganar siempre, sino que agachamos la cabeza y nos ponemos a trabajar», la defendió Michelle Obama. «Kamala Harris sabe que la mayoría de nosotros nunca se podrá permitir caer de pie, ni nos beneficiaremos nunca de la acción afirmativa de una riqueza generacional», añadió.

El pabellón rugía con sus palabras. La intención de la noche era aprovechar la atención de las cámaras para convencer a los votantes de otros colores políticos «que aún crean en la decencia» para que pongan «al país por encima del partido», como a lo largo de la noche pidieron algunos republicanos anti-Trump que han cruzado las filas hacia sus rivales. Sin embargo, dentro del pabellón los demócratas se conectaban con la rabia de Michelle Obama, que canalizaba sus propias frustraciones.

En las primarias que dieron a su marido la oportunidad de competir para presidente, aprendió a tragarse esa capacidad incisiva que mueve a las masas, pero asusta a quienes aún temen al estereotipo de mujer negra enfadada. Michelle Obama debe pensar que ya no tiene nada que perder. Ha llegado el momento de luchar con todo lo que tiene contra quien solo «redoblará en las mentiras feas, misóginas y racistas, en sustitución de verdaderas ideas y soluciones para mejorar la vida de la gente», arremetió contra el candidato republicano. «Durante años Donald Trump hizo todo lo que estuvo en su mano para intentar que la gente se asustara de nosotros. Su limitada y estrecha visión del mundo le hacía sentirse amenazado por la existencia de dos personas de éxito, trabajadoras y altamente educadas que resultaban ser negras«, subrayó en propia alusión, a la época en la que los Obama residieron en la Casa Blanca. ¿Quién va a decirle que el trabajo que busca (la presidencia) puede ser uno de esos trabajos de negros?», se burló.

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Listos para la presidencia

Su misión inicial en ese escenario era dar paso a su esposo, que bromeó con ser «la única persona lo suficientemente imbécil para hablar justo detrás de Michelle Obama». Proclamó que «Estados Unidos está listo para un nuevo capítulo» entre un atronador aplauso del auditorio que llenaba el United Center de Chicago. «Estamos listos para la presidenta Kamala Harris. Y Kamala Harris está lista para el trabajo», agregó. «¡Sí, ella puede!», exclamó, coreado por la multitud, una adaptación del esperanzador eslogan que marcó su ascenso a la presidencia en 2008.

A los 16 años de que él mismo aceptase la nominación del partido, al expresidente le tocaba rendir homenaje al hombre que eligió para acompañarle en ese viaje improbable, y ahora apura su turno en la Casa Blanca, tras rescatarla de manos de Trump. «La historia le recordará como un presidente que defendió la democracia en un momento de gran peligro», dijo de Joe Biden. «Se ha pasado la antorcha, pero no os equivoquéis, esto será una batalla».

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Obama ofreció un enérgico discurso. Reuters

Obama, que ganó dos veces la presidencia, sabe que para el triunfo no basta con unir al partido. Hay que unir al país. Por eso pidió respeto para «todos lo que no piensan como nosotros». En una sociedad polarizada donde se asume que es imposible reconquistar a los seguidores de Trump, el expresidente, eterno optimista, sigue apelando a los mejores ángeles con música de Bruce Springsteen y consejos paternalistas destinados a cambiar por empatía el desdén hacia los «deplorables» de Trump, como les llamó Hillary Clinton.

Bajo la mirada de Obama, «si un padre o un abuelo, ocasionalmente, dice algo que te pone los vellos de punta, no asumamos automáticamente que son mala gente. Reconozcamos que el mundo se mueve deprisa y necesitan tiempo y apoyo para cogerle el paso». Solo así espera construir «la verdadera mayoría demócrata», que Harris necesitará para ganar las elecciones en noviembre. Una mujer en la que el matrimonio más venerado de la política estadounidense confía para abrir una nueva etapa que entierre la era de divisiones y odio en la que florece gente como Trump y «políticos que solo buscan atención», dijo el exmandatario, sin perder la fe en su país. «Estados Unidos está listo para un nuevo capítulo y para una historia mejor. El mundo está mirando a ver si de verdad somos capaces de sacarlo adelante», advirtió. «¡Sí, ella puede!», coreó el público.

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A muchos de los presentes, la efervescencia de Kamala Harris les recuerda la emocionante carrera de Barack Obama hacia la Casa Blanca en 2008. «Fue lo más espectacular», manifestó Lorraine Saulino-Klein, delegada de Florida que estuvo en la cita en 2008. «Y espero que esta (noche) sea aún más espectacular», convino, minutos antes de que el expresidente saliera a escena.

Un auditorio entusiasta y a rebosar recibió los discursos de los Obama. Reuters

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A ritmo de rap, rock, pop e incluso reguetón, los casi 5.000 delegados demócratas nominaron este martes a la vicepresidenta Kamala Harris en la convención nacional del partido en Chicago para asumir la candidatura a la Casa Blanca. Estado por estado, con himnos de la música estadounidense como 'California Love' de Tupac Shakur, o 'Born in the USA', de Bruce Springsteen, los delegados, acompañados por figuras como la actriz Eva Longoria, el cineasta Spike Lee y el gobernador de California, Gavin Newsom, sellaron el futuro de Harris, que se prepara a vivir los meses más intensos de su carrera.

La candidata respondió a los delegados desde el vecino Milwaukee. Viajó allí desde Chicago para protagonizar un acto de campaña y está previsto que hoy, miércoles, ya esté de vuelta en la convención. Esta noche es el turno de su compañero de papeleta electoral, Tim Walz. «Nos han nominado al entrenador Walz y a mí para ser los próximos vicepresidente y presidenta de Estados Unidos«, dijo Harris en un pase televisivo desde Milwaukee. «Estamos tan honrados de ser sus nominados», agregó. «Ésta es una campaña del pueblo, y juntos vamos a abrir un nuevo camino hacia adelante». «A todos, en Chicago, y Estados Unidos: Gracias», dijo la vicepresidenta.

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Su esposo, Doug Emhoff, asumió la tarea de pintar un retrato personal, humano, de la candidata. «Te amo y estoy tan orgulloso de cómo has dado un paso adelante por todos nosotros», manifestó Emhoff, quien fue presentado por su hijo Cole. «Ella lo hizo por mí y nuestra familia. Ahora que el país la necesita, está mostrando lo que nosotros ya sabíamos: está lista para liderar. Ella toma esta tarea con alegría y fortaleza, y ella será una gran presidenta de la cual todos estaremos muy orgullosos». Emhoff cautivó a la audiencia de la convención a quien les pidió confiar en Harris para asumir las riendas del país, así como él le confió su propia familia.

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