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EFE
Berlín
Martes, 14 de noviembre 2017, 16:49
Un acta de la Stasi, la policía política de la República Democrática Alemana (RDA), recoge el relato de un exespía de la CIA detenido al entrar en territorio alemán que temía por su vida tras haberse negado a matar a Lee Harvey Oswald, antes ... de que éste asesinara al presidente estadounidense John F. Kennedy.
El acta, revelada este martes por el popular diario Bild, ofrece detalles de una de las teorías que han circulado en torno al asesinato de Kennedy, aunque aparentemente no convenció a la temida Stasi, que reseñó en su informe las contradicciones del exespía y su comportamiento agresivo en prisión.
El exespía, Richard Case Nagell, fue detenido el 11 de junio de 1968 en la frontera de Alemania Oriental al intentar entrar en el país en un tren procedente de Zúrich. Según su relato, semanas antes del asesinato de Kennedy había descubierto los planes de Oswald y había informado a la CIA de la hora y el lugar del atentado.
El exagente, que murió en 1995 con 65 años de acuerdo con el Bild, fue encarcelado en Berlín sospechoso de espionaje. "Nagell explicó que la CIA le encargó en 1963 investigar a una organización que planeaba la muerte del presidente de EE UU. En el transcurso de su aparentemente exitosa investigación, recibió la orden de matar a tiros a Lee Oswald antes del atentado contra Kennedy", se señala en el acta de la Stasi.
"Mi tarea era eliminar a Oswald y eso fue quizá mes y medio antes del asesinato... Debía matarlo en septiembre de 1963 y el asesinato fue en noviembre de 1963", testificó el exagente ante la policía del régimen comunista. Sin embargo, según su versión, no quería verse "involucrado en esa maquinación", por lo que en septiembre de 1963 fingió el robo de un banco por el que fue detenido y juzgado.
La información que tenía sobre la muerte de Kennedy suponía "un peligro para la CIA", continuó, y fue encarcelado, aunque quedó en libertad en abril de 1968. Según las actas de la Stasi, quería viajar a Berlín Oriental para pedir asilo político en la Embajada de Cuba al temer que la CIA acabara con su vida, ya que cinco colegas, todos jóvenes que habían trabajado con él, habían muerto -uno saltó al vacío desde una habitación de hotel, otro fue atropellado y tres fallecieron por un infarto-.
El aparato de seguridad del régimen comunista analizó todo el caso y llegó a contactar a la KGB soviética. En el acta de la Stasi se recoge también la negativa del exespía a responder a interrogatorios y cómo una noche destrozó la celda en la que estaba recluido, además de agredir a un guardia.
Los médicos determinaron que padecía delirios, algo que aparentemente ya habían diagnosticado especialistas de Estados Unidos, y se le declaró incapacitado, por lo que carecía de responsabilidad penal. Fue expulsado a Berlín oeste y desde allí voló a EE UU.
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