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Un helicóptero sobrevuela Taiwán. AFP
China bloquea Taiwán y emplea fuego real en las maniobras militares de la 'operación reunificación'

China bloquea Taiwán y emplea fuego real en las maniobras militares de la 'operación reunificación'

Periodistas internacionales desplegados en la zona han constatado los disparos de varios proyectiles procedentes del ejército chino

mercedes gallego

Nueva York

Miércoles, 3 de agosto 2022

Horas después de la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, China responde con el uso de la fuerza. Desde las seis de la mañana hora española, el gigante asiático ha empleado fuego real en las ... maniobras militares que ha puesto en marcha en la zona. Periodistas internacionales desplegados en la isla de Pingtan han constatado los disparos de varios proyectiles procedentes del ejército chino, sin ver hacia donde se dirigían.

Según informa la televisión estatal CCTV, estas maniobras se extenderán hasta el domingo, en lo que se denomina 'operación reunificación'. Un nombre que oficialmente implica el ensayo de ejercicios militares pero que oculta la amenaza, siempre presente, de invadir Taiwán. Pekín ya ha advertido al G7 de que responderá ante cualquier violación de su soberanía. Los barcos chinos rodean desde ayer la isla de Taiwán y sus cazas la sobrevuelan amenazadoramente en lo que es, de facto, un bloqueo.

Mientras tanto, en Estados Unidos continúa la polémica sobre el viaje de Pelosi. «¿De qué manera ha mejorado la seguridad Taiwánesa?», se preguntaban indignados los analistas de izquierda en todos los canales de televisión. Paradójicamente, la líder del Congreso, segunda en línea de sucesión a la Casa Blanca tras la vicepresidenta Kamala Harris, recibía grandes alabanzas de la oposición. «Déjame decir cuatro palabras que no me habréis escuchado mucho», entonó satisfecho el senador republicano de Missouri Roy Blunt: «La portavoz tiene razón».

Había, no obstante, una crítica. En el primer viaje de una portavoz del Congreso a Taiwán desde 1997 no la acompañaba ningún congresista republicano, solo demócratas. De haberlo hecho, «su mensaje hubiera sido mucho más contundente», lamentó el líder de la oposición en la Cámara Baja, Kevin McCarthy. Al recibir «en nombre del Congreso» la Orden de la Nube Propicia con Gran Cordón Especial, la congresista de 82 años, que ya le plantó cara a China en Tiananmen en 1991, dejó claro «inequívocamente» cuál era el objetivo de su polémica visita: «No abandonaremos nuestro compromiso con Taiwán», declaró.

Desde los tiempos de Nixon, el acuerdo de «ambigüedad estratégica» que acompañó a la declaración de «Una sola China» ha permitido a la isla disfrutar de una pseudo independencia que ha resultado en décadas de desarrollo económico bajo un régimen democrático. Muchos temen que eso esté llegando a su fin. China se comprometió en su día a buscar «por vías pacíficas» la incorporación de la isla que le arrebató a Japón en 1683 y le devolvió en 1895. El gigante asiático tomó brevemente el control de Taiwán en nombre de los Aliados tras la rendición de Japón al término de la II Guerra Mundial, pero la guerra civil que siguió en la China continental con la victoria del Partido Comunista convirtió a la isla en refugio de la resistencia. Las reuniones de Pelosi en las escasas 19 horas que ha pasado en Taiwán han incluido a disidentes.

Con la ambición imperialista de China, convertida ahora en la segunda superpotencia del mundo, detrás de EE UU, la unificación de su territorio histórico encabeza la lista de sus gobernantes, como le ha ocurrido a Vladímir Putin al evocar la grandeza de Rusia y el imperio de la Unión Soviética. China considera la presencia de Pelosi, que ha caracterizado su visita de oficial y ha llegado en un avión similar al Air Force One, como un desmarque de la promesa estadounidense de no retar su definición de que Taiwán es parte de «Una sola China». Ni EE UU ni la ONU han reconocido la independencia de Taiwán, aunque Washington le vende armas y se ha comprometido a defenderla militarmente de cualquier agresión china.

Para algunos, la «provocación» de Pelosi es equivalente a los flirteos de Ucrania con la OTAN que justificaron la invasión rusa. Para otros, es precisamente lo único que contendrá la invasión china, considerada inevitable en muchos ámbitos. «La cuestión no es si ocurrirá, sino cuándo», dijeron fuentes del Gobierno estadounidense a la presentadora de NBC, Andrea Mitchell.

Sólida promesa

«Madam presidenta», dijo este miércoles Pelosi a la jefa de Estado Taiwánesa. «Creo que es importante recordar a algunos e informar a otros de cómo hemos llegado hasta aquí: Hace 43 años, con la Ley de relaciones con Taiwán, EE UU hizo una sólida promesa de alzarse siempre al lado de Taipéi», entonó.

Los cargos de los congresistas que le acompañaban daban una idea de la firmeza de su resolución: el presidente del Comité de Asuntos Exteriores, el del Comité de Veteranos, el vicepresidente del Comité de Medios y Formas, que tiene la jurisdicción del gasto de presupuesto discreccionario, y miembros del Comité de Inteligencia, del de Servicios Armados y hasta un diplomático del Departamento de Estado.

La Casa Blanca no aprobaba el viaje, pero se ha visto forzada a defenderlo. «China no puede dictar a los cargos del Ejecutivo estadounidense a dónde pueden o no pueden viajar», se defendió el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.

Así se lo habría repetido el presidente Joe Biden al su homólogo chino, Xi Jinping, que le advirtió de que estaba «jugando con fuego» durante su conversación telefónica del jueves pasado. Tras ver el despliegue militar de las maniobras chinas al partir Pelosi y su delegación, la Casa Blanca dijo no estar sorprendida. «Es exactamente lo que esperábamos que ocurriera», respondió Kirby, casi satisfecho.

El Gobierno chino convocó la misma noche del martes al embajador estadounidense en Pekín, Nicholas Burns, para protestar oficialmente por la visita que el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, calificó de «una completa farsa que viola la soberanía» del país. «Quien ofenda a China será castigado», amenazó.

Su portavoz, Hua Chunying, aseguró que las maniobras que llevan a cabo las fuerzas armadas chinas no suponen ninguna alteración del comercio o el tráfico de navegación en el Estrecho de Taiwán. «Creo que deberían poner más atención a cómo se acercan los barcos de guerra y cazas estadounidense hasta el umbral de China en una desafiante muestra de fuerza», contraatacó.

Taiwán ha tenido que responder al despliegue de 27 aviones chinos con el despegue de sus propios cazas, alegando que 22 de ellos cruzaron la línea fronteriza que separa su espacio aéreo del chino. Si eso era la amenaza, el castigo se ha materializado con la suspensión de varias importaciones agrícolas. Al Gobierno de Taipéi no le ha parecido mal precio a pagar por el espaldarazo conseguido: «Su presencia aquí sirve para reforzar la confianza del público en la fuerza de nuestra democracia como un cimiento a nuestra alianza con EE UU», le dijo agradecida la presidenta Tsai Ing-Wen.

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