El Papa Francisco recibió este viernes al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y a su esposa, Jill, en el Palacio Apostólico del Vaticano.

El Partido Demócrata debilita la posición de Biden ante sus socios europeos

Las pugnas para negociar el plan de infraestructura retrasan su votación y con ello inversiones para la lucha climática

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Viernes, 29 de octubre 2021, 22:59

El plan era demostrar al mundo de lo que es capaz EE UU, aprobando un histórico paquete de inversión que saque brillo a la clase media, devuelva el liderazgo al país y muestre su compromiso en la lucha contra el cambio climático. El resultado ha ... sido otro tipo de lección: la democracia es complicada.

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Joe Biden se presentó este viernes en Europa sin la autoridad moral que le había pedido a su partido, tras suplicar a sus correligionarios que aprobasen su histórico paquete para 'Reconstruir Mejor EE UU' (Build Back Better). Donald Trump lo hubiera resuelto con un golpe sobre la mesa, los habría llamado uno a uno a su despacho, amenazado con destruir sus carreras políticas y habría retirado los fondos federales a sus Estados, hasta que el miedo se tradujese en votos. ¿Habría estado más satisfecha Europa con las técnicas del expresidente?

La paradoja es que el mundo odia al matón, pero admira la mano dura y la capacidad para obtener resultados, mientras que desprecia el talante conciliador de Biden, al que tacha de débil por haber cedido casi la mitad de sus aspiraciones a cambio de un voto que no se ha producido.

Durante tres meses dos senadores conservadores -Joe Manchin y Kyrsten Sinema- le han retorcido el brazo para que pele el plan del senador Bernie Sanders hasta niveles inaceptables para el ala progresista del partido y muchos sectores de la sociedad. Ahora es Sanders y otros de su cuerda los que se niegan a votarlo hasta que se incluyan de vuelta algunas de las partidas retiradas.

«Nos prometieron doce semanas de bajas laborales pagadas y nos conformamos con cuatro, pero ahora resulta que no hay ninguna», se quejaba la congresista Barbara Lee. Su voto puede ser prescindible porque el Partido Demócrata tiene un margen de ocho escaños en la Cámara Baja, pero en el Senado no puede perder ni uno solo. Los votantes lo dividieron salomónicamente 50 a 50 en las últimas elecciones y como no hay posibilidad de entenderse con la oposición, tampoco se puede perder a ningún demócrata. Sin la disciplina de partido que existe en España, cada senador responde sólo antes sus votantes -y donantes-, convirtiéndose en un pequeño tirano al que hay que complacer.

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Lee no tiene duda de que la histórica ley que pondrá a Biden en los libros y modernizará EE UU se aprobará, la cuestión es cuándo. Y, desde luego, no será a tiempo para que pueda presentarse en Glasgow con aura de triunfador.

Cada presidente estadounidense aparca sus promesas durante el primer año para sacar adelante el proyecto legislativo más difícil que defina su presidencia antes de perder fuerza legislativa en las elecciones de medio mandato. Si lo hace bien y a tiempo de que los votantes experimenten en carne propia los beneficios, amortiguará la debacle de las elecciones de noviembre. Solo que la incapacidad de los demócratas para votar en bloque lo pone muy difícil.

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Motivos para la decepción

Obama, otro negociador pragmático, decidió empeñar su capital político del primer año en la reforma sanitaria, que acabó tan devaluada con las concesiones que para cuando se convirtió en ley ya no contentaba a nadie. El 'Build Back America' de Biden va por el mismo camino.

Hay motivos para la decepción en cada sector: los estudiantes no tendrán universidades gratuitas, las mujeres se quedarán sin bajas de maternidad, los ancianos sin cobertura dental y los obreros sin vivienda social. Detrás de tantas expectativas frustradas seguirá estando una ley «sin precedentes para un momento sin precedentes», dijo Sanders cuando presentó el paquete de 3,5 billones, pulido a 1,85. Incluso con esas rebajas será la mayor inversión social desde el New Deal, que sumada al Plan de Rescate de marzo pasado convierte la respuesta a la pandemia en un revulsivo económico.

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Según sus defensores, Biden ha demostrado una enorme paciencia con los demócratas conservadores de su partido, pero ha llegado la hora de que dé un golpe sobre la mesa y les obligue a retratarse en votación, antes de que la naturaleza hunda para siempre su escueta mayoría, como le ocurrió a Obama con la muerte de Ted Kennedy. Su presidencia, confesó él mismo antes de partir, está en juego, y el futuro de EE UU también.

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