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Mercedes Gallego
Nueva York
Domingo, 7 de mayo 2023, 08:21
No hubo prolegómenos. El 'rambo' vestido de negro llegó en un sedán plateado al aparcamiento del centro comercial Allen Premium Outlet, abrió la puerta y la emprendió a tiros contra todo el que pasaba por delante de su rifle. En cuestión de minutos dejó el ... aparcamiento regado de cuerpos ensangrentados. El balance de ocho muertos y siete heridos, de entre 5 y 61 años, hace del tiroteo ocurrido el sábado en Allen (Texas) el segundo más mortal de EE UU en lo que va de 2023, tras la matanza del Año Nuevo Chino en Monterrey (California), y el peor en este estado desde el de Uvalde hace casi un año.
Vestido de negro, con gafas de sol y dos cartucheras cruzadas sobre el pecho, el asesino dejó la puerta del coche abierta y siguió disparando mientras se acercaba a la acera. Al lado se encontraba una tienda de ropa de la cadena H&M, cuyos empleados salieron ilesos, según un comunicado de la marca. Todo hace pensar que su cercanía era tan aleatoria como la identidad de los que cruzaban por el aparcamiento en ese momento.
Al sonido de los disparos, que cualquiera puede reconocer en uno de los estados con leyes armamentísticas más laxas del país, cundió el pánico. Kimberly Blake agarró del brazo a su hija de 14 años y salió corriendo hacia el coche. Encendió el motor y emprendió la huida, pero en el nerviosismo condujo en dirección contraria, directa al pistolero. Fue su hija la que le hizo darse la vuelta a gritos pero se encontró atrapada en el atasco de salida. Todo el mundo huía frenéticamente del gigantesco centro comercial convertido en ratonera. Fue entonces cuando el sonido de los tiros se hizo más fuerte y dos balas impactaron en su vehículo. «Le dije a mi hija que se agachara y la escuché rezando en voz alta», contó a la cadena de televisión CNN.
Muchos otros se quedaron pegados sobre el pavimento, los chorros de sangre secándose al sol, las sábanas blancas sobre los cadáveres y el aullido de las ambulancias trasladando heridos al hospital más cercano.
Fue un policía que se encontraba en el centro comercial el que disparó a bocajarro contra el pistolero con la misma determinación con la que él acribilló a sus víctimas.
Steven Spainhouer dice que le vio muerto en el suelo, las gafas tiradas y el rifle a poca distancia. También pasó junto a dos niños, uno de los cuales sobrevivió bajo el cadáver de su madre que murió protegiéndole. «Estaba cubierto de sangre de la cabeza a los pies, como si alguien le hubiera vaciado un cubo por la cabeza», relató a la cadena local KTVT. Por ese y otros testimonios se sabe que hay algún menor entre los muertos y heridos, pero al cierre de esta edición no se había hecho pública la identidad de las víctimas.
#Terror #Texas
— Laura PocaSV (@LauraPocaSV) May 7, 2023
Así fueron los momentos de terror que vivieron en un mall de Texas, cuando un pistolero realizó otra #Masacre mas en #USA 😔😔💔
Autoridades han anunciado 9 asesinatos y varios heridos.
Que Dios nos proteja a todos🙏🏼
pic.twitter.com/SiwZgIFHOU
Habrá también héroes que celebrar. El mismo Spainhouer entró corriendo por el aparcamiento mientras todo el mundo luchaba para salir, porque su hijo, que trabaja en la tienda de H&M, le pidió que avisara a la policía. Entre los que como él se apresuraron a hacer torniquetes y socorrer a los heridos estaba también Joshua Barnwell, un veterano de guerra, funcionario del ayuntamiento, que apenas hace un mes había tomado un cursillo de primeros auxilios. Su amigo, Génie Ruple, al que había llevado de compras ese día, se quedó convencido de que fueron instrumentos de Dios.
La tragedia ha revivido el llamamiento del presidente Joe Biden para legislar un veto a las armas de asalto, que convierten cada tiroteo en una masacre. «Demasiadas familias tienen ya sillas vacías en la mesa», dijo en un comunicado. «Los congresistas republicanos continúan reaccionando con los hombros encogidos, pero tuitear condolencias y donaciones no es suficiente», les sermoneó. La bandera de la Casa Blanca permanecerá tres días a media asta. Eso es todo lo que se puede esperar de Washington.
El gobernador de Texas, Gregg Abbot, aguerrido defensor de las armas, cree que la masacre del sábado es un acto «indescriptible», pero para el mundo es otro día más en EE UU. Se trata del tiroteo masivo 199 de un año al que le queda más de la mitad, según las cuentas de Gun Violence Archive, que sólo incluye en esta lista los que dejan al menos cuatro muertos.
Hace apenas una semana, un hombre disparó y mató a cinco vecinos en Cleveland, también en Texas, después de que uno de ellos le pidiera que dejara de disparar un rifle en el patio de su casa porque su bebé dormía.
Con más armas de fuego que habitantes, Estados Unidos tiene la mayor tasa de muertes por esta causa de todos los países desarrollados: 49.000 en 2021, frente a los 45.000 del año anterior.
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