mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Viernes, 12 de marzo 2021, 22:27
Hace un año la pandemia convirtió a Andrew Cuomo en el gobernador más popular del país. Hoy la mayoría de su propio partido pide su dimisión porque «los neoyorquinos han perdido la confianza en él», repetían los comunicados en cascada de sus correligionarios. Así de ... efímeros son los 15 minutos de gloria que popularizó Andy Warhol.
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Cuomo, de 63 años, se resiste con uñas y dientes a dejar el cargo que podía servirle de trampolín a la presidencia, pero la fuerza del #MeToo es imparable. Son ya seis las mujeres que lo acusan de acoso sexual, la mayoría antiguas empleadas de gobierno. Cuomo ha intentado navegar el patrón exculpatorio de otras grandes figuras políticas, incluyendo la de Joe Biden, pero no ha sido suficiente. El «Ahora entiendo que mis interacciones pueden haber sido insensibles o demasiado personales dada mi posición» era tan insatisfactorio como el «nunca tuve la intención de ofender a nadie». El calculado baile de palabras para disculparse sin admitir culpa alguna solo logró indignar a más mujeres, que salieron al paso para apoyar a las que habían tenido el valor de denunciarlo.
«Hemos llegado muy lejos, pero ahora es el momento de asegurar que el valor de esta generación acaba con los acosadores de una vez por todas», dijo la congresista del Partido Demócrata Carolyn Maloney. En las últimas horas la voz de Alexandra Ocasio Cortez, Nydia Velazquez, Jamaal Bowman, Yvett Clarke, Grace Meng y Adriano Espaillat, que se han unido al clamor por su dimisión, suman ya 13 de los 19 congresistas que representan al estado de Nueva York en Washington.
Cuomo tiene otras opciones. Si de verdad cree que limpiaría su nombre, puede dejar que continúe la investigación que ha abierto la fiscal general del Estado Letitia James en nombre de una mujer que no quiso presentar cargos ella misma. O puede enfrentarse al juicio de impeachment que la Asamblea Estatal le abrirá, pero con el 40% de sus correligionarios pidiendo su dimisión es difícil que sobreviva. Además, esa investigación podría extenderse al escándalo de las residencias de ancianos, dado que su gobierno ocultó datos de defunciones el año pasado para que no se le culpase de ellas por haber obligado a readmitir ancianos con covid.
Ninguna de esas opciones pinta bien y todo sugiere que Cuomo, que llegó al poder hace doce años con la dimisión de Eliot Spitzer, otro demócrata hundido por un escándalo sexual, tiene los días contados.
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