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Mercedes Gallego
Nueva York
Martes, 17 de marzo 2020, 23:17
Es año electoral, Donald Trump se juega la reelección. Por eso ha sido tan fácil quitarle de la cabeza las ayudas fiscales para paliar la crisis causada por el coronavirus que según los economistas hubieran ayudado más a las grandes empresas y ciudadanos más acaudalados. ... Este martes el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, anunció que estudian enviar directamente a cada ciudadano cheques de hasta mil dólares de forma inmediata.
«Vamos a ayudarles ya, en las próximas dos semanas». Eso quiere decir que en el mejor de los casos los cheques podrían llegar a los ciudadanos a final de abril. A Wall Street le ha gustado la idea, a la oposición también. Los economistas advertían que los recortes fiscales tardan demasiado tiempo en repercutir en la economía, dañada a lo largo y ancho de la sociedad. La idea todavía tiene que vencer la resistencia de los senadores republicanos que preferían aprovechar esta crisis para seguir bajando los impuestos.
La partida que propone la Casa Blanca equivaldría a un plan de estímulo económico de un billón de dólares y sería el mayor paquete que se haya aprobado nunca en la historia. Además, incluirá ayudas directas para sectores críticos particularmente dañados como las aerolíneas, que recibirían 50.000 millones, y otros negocios de la pequeña y mediana empresa a los que se destinarían 250.000 millones de dólares. La Reserva Federal ya hizo un movimiento inédito el pasado domingo al bajar los tipos de interés casi a cero en un intento de estabilizar la economía e inyectar liquidez a los bancos para facilitar los préstamos, pero no fue suficiente.
«Son tiempos extraordinarios que requieren medias extraordinarias», dijo este martes a los legisladores de su partido el líder republicano del Senado Mitch McConnell. Por una vez, los propios republicanos entienden que la clase alta no debe beneficiarse de ello. «Creo que está claro que no necesitamos enviar mil dólares a quien gana millones de dólares año», explicó el secretario del Tesoro, que sería uno de los excluidos.
Con esta medida, horas antes solo «una idea» de las que barajaba Mnuchin, queda desfasada la ley que aprobó el viernes la Cámara Baja, en la que se contemplan cien mil millones de ayudas, que ahora podrían incluirse en el nuevo paquete. Aquello ya era un repentino aumento de los 8.500 millones propuestos por los demócratas, que a su vez habían subido la mano de Trump. Así de rápida evoluciona la crisis del coronavirus, que se propaga a la misma velocidad que la pandemia entre los negocios que han cerrado las puertas y los trabajadores que se han quedado sin trabajo.
Con todo, el líder de la oposición en el Senado, Charles Schumer, presentará su propia versión del plan, que expande el seguro de desempleo, proporciona dinero para transporte público, amplía la asistencia médica, congela los embargos y proporciona préstamos a bajo interés. Todo ello por 750.000 millones de dólares. La negociación será ardua, por mucho que apremie su aprobación.
A Schumer le urge más que a nadie. Como senador por Nueva York, su distrito electoral es uno de los que más casos registra y puede convertirse pronto en el más afectado del país. Con nueve muertos y 814 casos a primera hora del martes, el alcalde Bill de Blasio anunció este martes que considera poner a toda la ciudad en cuarentena, como ya ha hecho parte de California. Siete condados alrededor de Silicon Valley impusieron medidas que forzarán el aislamiento de siete millones de personas.
De Blasio se ha dado 48 horas para tomar la decisión, a la que se opone el gobernador Andrew Cuomo, temeroso de que el cierre de la Gran Manzana simplemente signifique la dispersión de sus habitantes en el resto del Estado. Para poder imponer medidas uniformes a nivel federal haría falta una orden del presidente, que no solo ha entendido de golpe el calibre de la epidemia sino que ha perdido la memoria reciente.
Hace una semana aseguraba que este virus desaparecería en abril, en cuanto subieran las temperaturas. Este martes dijo que puede durar hasta «julio o agosto». Y ya no «desaparecerá como por milagro». A diferencia de esa frase de hace dos semanas, aseguró haber sabido «siempre» que era una verdadera pandemia. Y si de verdad lo sabía, la pregunta será por qué durante dos meses ni siquiera permitió pruebas de diagnóstico. Para cuando la tormenta pase, Donald Trump tendrá mucho a lo que responder, y puede ser en las urnas.
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