Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Lunes, 21 de mayo 2018, 20:19
Rusia no era el único país interesado en que Donald Trump fuese presidente. Israel, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos le ofrecieron ayuda para ganar las elecciones, según reveló el New York Times este fin de semana. Encaja, por tanto, que su gobierno intente ayudarles ... ahora con su peor enemigo en la región, Irán, al que el secretario de Estado Mike Pompeo amenazó este lunes con «las peores sanciones de la historia».
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En su primer gran discurso sobre política internacional, Pompeo anunció una lista de 12 demandas imposibles que el régimen de los ayatolás tendría que cumplir para evitar la furia de EE UU. De lo contrario amenaza con «aplastar» su economía y la de todos sus satélites alrededor del mundo. La ofensiva ya ha empezado. En las dos semanas transcurridas desde que Trump anunció su decisión de retirarse del acuerdo antinuclear firmado con las potencias europeas, Rusia y China, las grandes empresas que habían empezado a invertir en el país persa han huido despavoridas por temor a represalias estadounidenses. La UE aguanta el tipo en busca de una solución, pero todo el mundo sabe que sin EE UU será muy difícil mantener el statu quo de ese pacto negociado bajo el régimen de Barack Obama.
Su sucesor cree que «la riqueza que ha creado Occidente» está siendo usada para avanzar guerras proxy en terceros países «con masivas repercusiones para todo Oriente Medio», condenó este lunes Pompeo en la Heritage Foundation. Israel le combate en Siria y Líbano, Arabia Saudí en Yemen. Afganistán se queja de su apoyo a los talibanes. Todos ven con temor su creciente influencia en Irak «y la lista continúa», advirtió Pompeo, que acusó a Irán de ser «el mayor patrocinador de terrorismo en el mundo». Dirigiéndose directamente al pueblo iraní, le preguntó: «¿Es así como queréis que se conozca a vuestro país en el mundo?».
La estrategia de aplicar «una presión financiera sin precedentes» no busca solo eliminar el «dinero ensangrentado» sino incentivar un levantamiento popular. En las protestas de los últimos meses el gobierno de Trump huele sangre. «A los trabajadores no se les paga, hay huelgas todos los días, el real se está hundiendo, el desempleo juvenil alcanza el 25% y los malos manejos de sus recursos naturales han traído varias sequías y otras crisis medioambientales», enumeró. Una tormenta perfecta que cree poder llevar al punto de erupción «abogando incasablemente por el pueblo iraní».
En los próximos días el Tesoro anunciará nuevas sanciones que se sumarán a las que reinició la semana pasada, salvo que el gobierno iraní «recupere el sentido común» y renegocie los términos del acuerdo antinuclear. Además de la verificación permanente deberá revelar los detalles de sus pasadas intenciones como un mea culpa, cerrar el reactor de agua que se le permitió mantener, acabar con el desarrollo de misiles, dejar de financiar a grupos como Hezbollah, los yijadistas palestinos, los talibanes afganos o los houtis de Yemen, desmovilizar a las milicias shias, retirar sus fuerzas de Siria y liberar a todos los detenidos de EE UU y de sus aliados. Una lista «muy larga», admitió, para la que busca el apoyo del mundo.
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