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caroline conejero
Nueva York
Viernes, 2 de octubre 2020
El estado de salud del presidente de EE UU, Donald Trump, y de los altos cargos del Gobierno, comprometido tras el anuncio ayer de que tanto él como su esposa, Melania, habían contraído el coronavirus, empuja al país hacia un nuevo escenario de ... incertidumbre justo cuando atraviesa inmensas dificultades. La noticia ha generado también una avalancha de reproches hacia Trump, no solo por sus efectos en el Gobierno sino por su arrogancia hacia la pandemia y por arriesgar el futuro de su campaña a 30 días de las elecciones.
Circulan ya especulaciones sobre los próximos peligros. Desde si la salud del presidente haría necesario aplicar la Vigésima Quinta Enmienda para transferir el poder al vicepresidente Mike Pence, hasta cómo afectará a las elecciones presidenciales.
Trump ha hecho saber que el tratamiento por coronavirus al que se está sometiendo en el hospital militar Walter Reed parece estar surtiendo efecto y ha agradecido al pueblo estadounidense su preocupación por su estado de salud, en su primer mensaje tras su ingreso a última hora de este viernes. «¡Voy bien, creo! ¡Gracias a todos! ¡Amor!», ha escrito Trump en su cuenta de Twitter poco después de empezar su tratamiento con el antiviral remdesivir frente al coronavirus, aunque no necesita suministro adicional de oxígeno, según ha anunciado en un comunicado el médico del mandatario, Sean P. Conley.
Ayer Trump fue ingresado en el hospital militar Walter Reed, algo «fatigado» y con fiebre. Estará «los próximos días» bajo observación «como medida de precaución recomendada por los médicos», según la Casa Blanca, pero seguirá trabajando a distancia. Se le suministró una dosis del cóctel de anticuerpos Regeneron, un tratamiento aún en etapa de ensayos clínicos. Poco antes de salir hacia el centro sanitario, grabó un vídeo donde decía «creo que estoy muy bien; pero vamos a asegurarnos de que todo salga bien», además de apuntar que su esposa se encuentra «muy bien».
Gabriel Attal - Gobierno francés. «El virus no perdona a nadie, incluso a quienes han mostrado escepticismo con él»
Angela Merkel- Canciller alemana. «Envío a Donald y Melania Trump todos mis buenos deseos y que pronto vuelvan a estar plenamente saludables»
Boris Johnson - Primer ministro británico. «Mis mejores deseos a los dos. Espero que se recuperen rápidamente»
Vladímir Putin - Presidente de Rusia. «Estoy seguro de que su energía vital, fortaleza de espíritu y optimismo les ayudarán a superar este peligroso virus»
Charles Michel - Presidente de la CE. «La pandemia es una batalla que todos tenemos que continuar luchando cada día»
Hu Xijin - Redactor-jefe 'Global Times'. «El presidente y la primera dama han pagado el precio de jugar a menospreciar el Covid-19»
María Neira - OMS. «No queremos que nadie se infecte, pero parece un poco irónico que así haya sido. Esperamos que se recupere lo antes posible»
El alcance de la propagación de la covid-19 en el nivel más alto de la política estadounidense depende en gran medida de cuándo se infectaron el presidente, su esposa y la asesora Hope Hicks, de la que parece provenir el contagio de la pareja Trump. Un alto cargo ha confirmado hoy a la CNN que el director de la campaña electoral del mandatario, Bill Stepien, ha dado positivo en coronavirus, aunque ha asegurado que seguirá trabajando desde casa.
La propia actitud negligente del mandatario para proteger su posición como jefe de Estado, su salud y la de otros, tendrá implicaciones legales y consecuencias políticas. Todos los ojos ahora se centran en el vicepresidente, Mike Pence, quien dio negativo en la prueba del virus al igual que su esposa, Karen Pence. El candidato presidencial demócrata, Joe Biden, de 77 años, que también resultó negativo en el virus, deseó una rápida recuperación a la familia presidencial, al igual que su compañera en el ticket demócrata, la senadora Kamala Harris, asimismo negativa en la prueba.
La campaña electoral mantiene hasta ahora a Biden con un holgado liderazgo sobre Trump en las encuestas, tanto a nivel nacional como en muchos Estados con contiendas competitivas. Los demócratas apuntan a que los electores seguirán pasando factura al presidente en las urnas por su mala gestión de la pandemia, la mala economía, y sus políticas erradas para el país.
Los aliados de Biden señalan que el resultado positivo de la enfermedad de Trump no beneficia a nadie, y tampoco afectará al mensaje o a la estrategia publicitaria del candidato demócrata. Según Hilary Rosen, estratega demócrata y aliada próxima al equipo de Biden, en sus filas «nadie se alegra por esto», y lo que se vive es «frustración e ira» hacia Trump por algo que pudo evitarse.
Su campaña tuvo que posponer todos los eventos que involucran al presidente y su familia que podrían llevarse a cabo en un entorno virtual. No obstante, el vicepresidente Mike Pence continuaría con su programa de campaña, aunque el equipo estará al tanto en los próximos días para confirmar que no desarrolla síntomas del coronavirus.
Asimismo, en los próximos días se espera lo que podría ser un dominó de anuncios de infecciones, como el del senador republicano de Uta, Mike Lee, positivo por coronavirus tras participar en varios actos en la Casa Blanca y el Capitolio esta última semana.
Reproche. El equipo del demócrata Biden vive la noticia con «frustración e ira» por algo que podía haberse evitado
Asesores y estrategas de ambos partidos han reconocido que el presidente tendrá que rendir cuentas al electorado por llevar al país a un nivel de gran incertidumbre después de uno de los años más difíciles de su historia. El consultor republicano Rob Stutzman reconoció que no cumplió con las precauciones obvias, y señaló que ahora es difícil de imaginar que esta situación no acabe con su reelección.
La noticia de que Donald y Melania Trump habían dado positivo por coronavirus fue dada a conocer por etapas. Primero la Casa Blanca anunció que la asistente de confianza de Trump, Hope Hicks, había contraído el virus. La noticia disparó torrentes de especulación durante horas en las redes de información que reproducían segmentos de video de Trump y sus asesores, todos sin máscaras y caminando por el Jardín Sur de la Casa Blanca.
Después de la noticia de Hicks, Trump comentó al presentador de noticias del canal Fox, Sean Hannity, que Hicks «habría saludado» a los oficiales de servicio, y que es «una enfermedad muy, muy dura». Ya entrada la noche en los horarios de Washington y la costa Este, el presidente publicó un tuit sobre su diagnóstico. Según asesores de la Casa Blanca, el presidente parecía «agotado» el miércoles, aunque la opinión general fue atribuirlo al riguroso programa de campaña.
La unidad médica de la Casa Blanca realiza un rastreo de contactos para determinar hasta qué punto se ha extendido la infección entre los altos cargos del Gobierno, en una apretada semana de actos oficiales que incluyeron el debate presidencial, actos de campaña y reuniones de la Administración con el Congreso.
Entre los posibles expuestos a la infección está el propio Biden, a solo unos metros de Trump durante los 90 minutos del debate del martes, momento en que ya el presidente podría haber estado infectado, 48 horas antes de dar positivo. También en la lista de posibles contagios incluye al jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, la nominada de Trump al Tribunal Supremo, Amy Coney Barrett, y los republicanos del Senado que participaron en las reuniones en preparación para su confirmación.
Además, figuran los hijos de Trump y su yerno, Jared Kushner, junto con otros altos funcionarios de la Casa Blanca que acompañaron a Trump al debate, muchos de los cuales aparecieron sin llevar mascara tanto en Cleveland como en el Air Force One. Según los médicos, la edad y el sobrepeso del presidente podrían generar complicaciones de la covid, que, unido a otros factores de riesgo como afecciones cardiovasculares, le sitúan en un cuadro patológico preocupante.
A sus 74 años, el mandatario entra en el segmento de mayores con un alto riesgo de mortalidad. Los médicos tendrán en observación al presidente especialmente durante la primera semana critica, en la que suele determinarse la evolución de la enfermedad y si se vuelve grave, especialmente si contrae una neumonía.
Un pequeño grupo de funcionarios de la Casa Blanca estaba al tanto del positivo de Hicks el miércoles por la noche, tras sentirse mal en un mitin en Minnesota. La asistente voló de vuelta en una cabina separada del Air Force One. Aun así, Trump viajó a Nueva Jersey para un evento de recaudación de fondos el jueves, y su secretaria de prensa, Kayleigh McEnany, hizo también su comparecencia habitual.
En caso de que Donald Trump quedara incapacitado por el coronavirus, la Constitución abre la puerta a que el mando sea transferido al vicepresidente, Mike Pence. Y si éste también padeciera la enfermedad -el primer test al que se sometió este viernes ha dado resultado negativo-, las reglas de sucesión apuntan al presidente de la Cámara de Representantes como el siguiente en la línea para asumir los poderes de la presidencia.
Con ello, la demócrata Nancy Pelosi queda emplazada a ser la tercera en el escalafón para asumir el poder presidencial, lo que no deja de constituir una paradoja: adversaria política de Trump, su relación con éste se ha deteriorado tanto que ambos no han tenido ningún contacto serio en meses. Si por una situación catastrófica, la presidenta de la Cámara también quedara imposibilitada, los poderes serían entregados al presidente 'pro témpore' del Senado, el republicano Chuck Grassley.
Ratificada en 1967, la última vez que se invocó la Vigésima Quinta Enmienda fue en 2002 y 2007, cuando el presidente George Bush se sometió a dos colonoscopias, y temporalmente se transfirió el poder a su vicepresidente, Dick Cheney. Y antes, en 1985, Ronald Reagan cedió temporalmente sus funciones a Bush para una cirugía destinada a prevenir un cáncer de colon
Hasta ahora no se había vuelto a plantear esta hipótesis, cuya materialización dependerá ahora de cómo el coronavirus afecte al líder republicano y si necesita cuidados especiales incompatibles con el ejercicio de su presidencia temporalmente. En ese caso cedería por escrito sus funciones a Pence y las recuperaría una vez repuesto.
El asesinato de Kennedy
La citada enmienda vino a actualizar la Constitución de Estados Unidos tras el asesinato de John F. Kennedy en 1963. Fue entonces cuando se detectó que la Carta Magna dejaba en la indefinición el mecanismo para ocupar la jefatura del Estado, que asumió el entonces vicepresidente Lyndon B. Johnson. El Congreso propuso enmendar el artículo dedicado a la sucesión para clarificarlo en todos los supuestos -muerte, incapacidad o inhabilitación- y fue ratificado como parte de la Constitución en 1967, con el refrendo de 47 Estados.
Se trata de una enmienda relativamente desconocida para los ciudadanos, pero que cobró popularidad en 2017 cuando un grupo de psiquiátras y psicólogos -respaldados por personal interno de la Casa Blanca- publicó una carta en 'The New York Times' en la que cuestionaban la salud mental de Trump y advertían de su «incapacidad para servir como presidente de forma segura». Expertos todos ellos de prestigiosas universidades y clínicas de Estados Unidos, consideraban que el jefe del Gobierno sufría «reacciones de rabia» cuando le contradecían, no soportaba «diferentes puntos de vista» y mostraba tendencia a «distorsionar la realidad para adaptarla a su estado psicológico». Ya entonces esa palabra clave, «incapaz», hizo que políticos, analistas y hasta cargos de la Administración se preguntaran si sería necesario invocar la enmienda constitucional para inhabilitarlo. No fue así.
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