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El presidente de EE UU, Joe Biden. Reuters
Biden, cada vez más solo en su inmovilismo frente al conflicto israelí

Biden, cada vez más solo en su inmovilismo frente al conflicto israelí

El presidente de EE UU sigue sin mostrar señales de presión al Gobierno hebreo y se arriesga a una crisis política interna

Caroline Conejero

Nueva York

Lunes, 17 de mayo 2021, 22:16

A medida que el conflicto de Gaza se recrudece en su segunda semana, el presidente Joe Biden continúa sin mostrar señales para presionar al Gobierno de Israel en aras de detener el conflicto y se enfrenta a su primera crisis internacional que podría sacudirle en ... casa. Una crisis que ha encontrado al mandatario estadounidense en estado predecible, lento y falto de preparación, aferrado a un paradigma forjado durante décadas en el Senado bajo la doctrina de «apoyo incondicional a Israel» y que no tiene visos de abandonar por el momento.

El líder demócrata, que en el pasado ha evolucionado en numerosos posicionamientos políticos, no parece dispuesto a ceder terreno al ala progresista de su propio partido, que le insta a presentar una línea más dura hacia el primer ministro Benjamín Netanyahu. Cada vez más aislado en su resoluta defensa de Israel, Biden se ha preparado incluso para encarar el aislamiento en el Consejo General de la ONU, órgano donde la semana pasada su Administración bloqueó dos veces una declaración sobre el conflicto.

El secretario de Estado, Anthony Blinken, que hasta ahora se ha limitado a reiterar el derecho de Israel a defenderse, declaró este lunes que EE UU no se unirá a los llamados internacionales de cese el fuego. Un portavoz del Departamento de Estado ni siquiera pudo llegar a decir la semana pasada ante los periodistas que el derecho a la autodefensa se extiende también al pueblo palestino.

La de Biden es una Administración ralentizada que ni siquiera ha nombrado todavía a un candidato para embajador en Israel y cuyo enviado especial para el conflicto llegó a la región el sábado. La percepción de inacción y de insensibilidad por parte de Biden ha empezado a poner a prueba a su gabinete en el teatro internacional y podría costarle su credibilidad sobre el multilateralismo y los derechos humanos. La falta de liderazgo del Ejecutivo ha contribuido además a la parálisis diplomática que parece conceder luz verde a Israel para continuar con «toda su fuerza» los ataques sobre Gaza mientras la ONU advierte ya de una crisis «incontenible».

El presidente de EE UU transita también en casa sobre un terreno movedizo con el cambio radical de las actitudes hacia Israel entre los judíos estadounidenses, cada vez más críticos con Netanyahu. Su ultranacionalismo político y su alianza con Trump han incrementado la oposición de este colectivo, cuyo apoyo al primer ministro israelí ha descendido a un 40%; un 32% entre los jóvenes, según el Centro de Investigación Pew.

El influyente lobby judío

En un cambio de carácter histórico, solo el 34% de la comunidad judía asentada en Estados Unidos se opone ahora a sanciones y medidas punitivas contra Israel. El lobby judío liberal J Street, que ejerce una creciente influencia en el Partido Demócrata, ha denunciado duramente la política israelí que ha llevado al conflicto y ha instado a Biden a actuar para detener un mayor derramamiento de sangre.

El presidente del grupo, Jeremy Ben-Ami, ha instado a la Casa Blanca a declarar públicamente que los esfuerzos israelíes de desalojo y desplazamiento de familias palestinas en Jerusalén Este y Cisjordania son inaceptables, así como el uso de fuerza excesiva. En un artículo de opinión, el 'New York Times' ha calificado la posición de Biden hacia la diplomacia de Oriente Medio de «paso atrás» mientras la radio pública denuncia que su Administración está «muda».

El apoyo incondicional del gabinete de Trump a Netanyahu ha convertido la política de Israel en un tema partidista, y la defensa del primer ministro, un argumento de la derecha. Por si fuera poco, Biden, que ayer expresó su preocupación por la escalada del conflicto, tampoco puede permitirse alienar al ala progresista de su propio partido, con figuras prominentes como el senador Bernie Sanders, judío opuesto a la política de Israel, con cuyo apoyo logró ganar las elecciones donde Hillary Clinton no pudo.

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