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Miguel Pérez
Lunes, 19 de agosto 2024, 15:30
El gran espectáculo de la política estadounidense ya está en marcha, La Convención Nacional Demócrata ha abierto este lunes sus puertas con la obsesiva fijación de mostrar la unidad del partido. El documento político de la cumbre rebosa equilibrio por todas partes y resulta singificativo que, siendo su principal sorpresa y la protagonista central del evento, Kamala Harris solo aparezca nombrada 32 veces, Se trata de colocar el todo (el partido) por encima de la persona y, de paso, ahorra posibles debates sobre si hubiera sido mejor una convención demócrata o está bien dejarla así: con Kamala Harris y Tim Walz ya sobradamente nominados. Los dos candidatos se encuentran en lo alto de la ola de la popularidad y nadie quiere enturbiar ese nuevo clima de ilusión después del duro proceso de descreimiento que precedió a la retirada de Joe Biden.
El presidente es, sin embargo, preofusamente citado en el argumentario de la convención. Biden aparece 287 veces en el informe político, símbolo de que los demócratas quieren rendir homenaje a su legado histórico en el partido y en los últimos cuatro años en la Casa Blanca. Este lunes será, además, la estrella del estreno, con el discurso central del día de la inauguración a su cargo. Una vez terminado, Biden se marchará de vacaciones con su familia sin esperar al jueves y al discurso de Kamala Harris con el que se cerrará la convención.
Biden pasó este fin de semana en su residencia de Camp David redactando su discurso. No será nada novedoso. La previsión es que aliente a fortalecer a las clases medias del paí y haga un repaso de sus cuatro años en el Gobierno, Que no es poco. Pocos presidentes han afrontado tantas crisis como él, desde el asalto al Capitolio, un movimiento extremista en llamas alimentado por Donald Trump, la epidemia del coronavirus –que convirtió a EE UU en el país más afectado del mundo–, la crisis económica y dos guerras: Ucrania e Israel.
También es cierto que el inquilino de la Casa Blanca ha tenido fallos clamorosos, como la precipitada retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán, pero los 5.500 delegados de la convención prefieren recordarle como el presidente que ha recuperado el liderazgo en el mundo libre. En cualquier caso, Biden no solo hará una elegía de su legado. Sus asesores afirman que ha cuidado el texto para que no parezca que es él quien se presenta a la reelección ni tape con sus méritos el programa de Kamala Harris. ¿Cómo lo ha resuelto? Muy sencillo: centrando su alocución en los peligros que acechan a la democracia y las críticas a Trump. Que, por cierto, es el tercer elemento unificador de los demócratas. Su informe político le nombra 150 veces; cinco veces más que a su propia candidata.
Chris Klain, el exjefe de gabinete de la Casa Blanca, predice que en esta inauguración no habrá «ningún tipo de amargura». Biden y sus más cercanos tienen asumido que lo principal es que «Kamala sea elegida y Trump, no», señala Klein en 'The Washington Post'. Eso no asegura, sin embargo, que el presidente y su antigua aliada y estrecha amiga Nancy Pelosi, expresidenta de la Cámara de Representantes, vayan a a saludarse. Entre bambalinas, Pelosi ha sido la dirigente que más ha empujado para marcar la salida de Biden y éste no se lo perdona. Los resentimientos con lo que más enfáticamente han puesto en entredicho su salud mental dentro del partido siguen presentes,
«Mi esperanza es que reciba el aplauso más prolongado que haya recibido cualquier líder en una convención en la historia de Estados Unidos», ha dicho, por su parte, Chris Coons, senador demócrata por Delaware. A su juicio, el «sacrificio» de retirarse de la carrera electoral y «su entrega» para volcarse en apoyo de Kamala Harris «hacen que, sin duda, se merezca esa ovación». Resulta evidente que será una noche emocional. Hasta hace poco más de un mes, Biden llegaba a la convención como el candidato y hombre que iba a vencer de nuevo a Trump. Ahora sabe que es la convención de su despedida, a escasos cinco meses de dejar la Casa Blanca. Habrá detalles sentimentales en este acto histórico. La organización regalará tazas de café con la frase 'difunde la fe', que el presidente utiliza asiduamente en los discuros como forma de alentar a los simpatizantes demócratas. Sus antiguo equipo electoral de 2020 le ha preparado una fiesta. Luego se irá con su mujer, Jill Biden, a la soleada California a descansar.
La fiesta en Chicago está asegurada, Más de 50.000 personas han llegado a la ciudad más poblada del país para contamplar o estar cerca del evento. Los escenarios de la convención son monumentales. Épicos. El logo y los colores de la asamblea lo llenan todo, hasta el exterior de los vñagones de tren. Y miles de globos esperan a ser inflados para caer sobre Kamala Harris y Tim Walz el jueves.
Antes del capítulo legendario de Biden, este lunes tocan los correspondientes discursos políticos de programa. Seguramente se hablará de Gaza. Hay multitudinarias protestas convocadas en la calle y el documento político demócrata le confiere un gran valor, consciente de que puede mover montañas de votos, bien en favor o en contra. No es un tema sencillo. Ya se ha cobrado el puesto de la rectora de la Universidad de Columbia, una todopoderosa institución, bajo la acusación de permitir el «antisemitismo» por las protestas en los campus contra la guerra de Israel en La Franja. Las presidentas de Harvard y Pensilvania ya dimitieron también en su día.
El apoyo del Gobierno de EE UU a Israel divide a los demócratas. No son muchos, pero al menos treinta delegados de la convención mostraron en su momento su rechazo a Biden por el apoyo al Gobierno hebreo. Y muchas más voces internas critican la muerte de civiles y las deplorables condiciones humanitarias en La Franja. El informe de la cumbre destaca, en este sentido, su condena de los atentados de Hamás del 7 de octubre a la par que defiende un «un acuerdo de alto el fuego inmediato y duradero» que ponga fin a la muerte de palestinos.
La resolución deberá aprobarse este mism lunes. Y a Biden le hubiera gustado mucho llegar a esta cita con una tregua ya pactada. Sin embargo, los negociadores (EEUU, Egipto, Catar e Israel) no volverán a reunirse hasta finales de esta semana en El Cairo, aunque fuentes del partido adelantan que el presidente pondrá en valor ante los 5.500 delegados que la posibilidad de un acuerdo «está más cerca que nunca».
En la misma jornada está previsto abordar asuntos de índole social. El principal será el aborto. Las trabas que los republicanos están aplicando para que las mujeres no disfruten de este derecho en los Estados que dominan se ha convertido en uno de los puntos centrales del programa de la candidata Harris.
Después de una controvertida decisión del Tribunal Supremo en 2022, el malestar ha sido creciente en este sentido y el Partido Demócrata quiere convertirlo en votos que lleven a su aspirante a la Casa Blanca y que permitan producir una nueva legislación más protectora del derecho a la interrupción del embarazo. Al esrado del centro de convenciones se subirán este lunes tres mujeres que corrieron el peligro de perder su vida tras no poder abortar por las prohibiciones impuestas por los republicanos en Texas, Kentucky y Louisiana.
El relato más estremecedor corresponde a Headley Duvall. Su padrastro la violó repetidamente siendo niña y quedó embarazada a los doce años. La legislación de Kentucky le dejó claro que no podría interrumpir la gestancia bajo pena de ser acusada de delitos graves. Al final tuvo un aborto espontáneo. «La idea de que los políticos me obliguen a dar a luz al bebé de mi violador es inconcebible», dirá esta noche en su discurso. «Chicas como yo en todo el país están sufriendo. Su futuro está siendo destrozado», recoge 'The Washingron Post' de su discurso.
Mientras tanto, uno de los primeros líderes en saludar la nueva convención de Chicago ha sido... Donald Trump. En su línea habitual, ha dicho que oficializará el «golpe de Estado» dado por los demócratas al nominar a Harris tras el «derrocamiento de un presidente», en referencia a Biden. A juicio del líder republicano, este hecho pone en peligro la legitimidad de las elecciones de noviebre, una cita donde las encuestas comiezan a mostrarse en su contra. Altos cargos republicanos han mostrado en privado, según 'The Telegraph', que ese tipo de mensajes puedan costarles los comicios y han sugerido que Trump debería tomarse la campaña con más seriedad.
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