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diana martínez
Domingo, 29 de mayo 2022, 23:08
Seis días han pasado desde la masacre de Uvalde (Texas) en la que Salvador Ramos, de 18 años, entró en un aula de cuarto grado en la escuela primaria Robb y abrió fuego con un rifle semiautomático tras pronunciar unas aterradoras palabras: «Vais a morir ... todos». Una tragedia difícil de olvidar. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó este domingo, junto a la primera dama, Jill, esa pequeña población de Texas -de unos 16.000 habitantes, de los que el 80% es de habla hispana- para consolar a los familiares de las víctimas, aún traumatizados y con recurrentes pesadillas sobre lo ocurrido.
«Demasiada violencia, demasiado miedo, demasiado dolor». En un discurso lleno de emoción en el que se recordaron a las 21 víctimas del crimen (diecinueve niños de entre 9 y 11 años y dos profesoras), el mandatario norteamericano instó a actuar para evitar que se repitan sucesos de este calibre. «No se puede hacer que los dramas sean ilegales, lo sé. Pero se puede hacer que Estados Unidos sea más seguro», señaló Biden, lamentando que «tantas personas inocentes hayan muerto». Por ello, el jefe de la Casa Blanca hizo un llamamiento a «todos los estadounidenses para que se unan y hagan oír sus voces y trabajen juntos para hacer de esta nación lo que puede y debe ser».
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Por su parte, el Departamento de Justicia de EE UU anunció este domingo que habrá una revisión de la labor de las fuerzas policiales locales y federales durante la masacre cometida en la escuela de primaria de Uvalde. Según recoge el diario 'The Hill', se realizará lo que se denomina una 'revisión de incidente crítico', cuyo objeto es «tener una visión independiente de la actuación y respuesta de las fuerzas de seguridad ese día e identificar las lecciones aprendidas para mejorar las prácticas» ante sucesos violentos de ese tipo.
Los Biden visitaron el altar conmemorativo de la escuela primaria Robb. Asistieron a misa y se reunieron con las familias de las víctimas y sobrevivientes en el Centro de Eventos del Condado para acompañarlos en el duelo por el peor tiroteo que Estados Unidos sufre desde que en 2012 veinte niños y seis adultos fueron acribillados en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown (Connecticut).
Los esfuerzos para endurecer las regulaciones de armas de fuego han fracasado de manera reiterada en el país. Pero este último crimen ha reabierto el debate y podría cambiar el futuro de la legislación norteamericana. «Hay más republicanos interesados en hablar sobre encontrar un camino a seguir esta vez que lo que hemos visto desde Sandy Hook», subrayó a la cadena ABC el senador demócrata Chris Murphy, quien desde el tiroteo del pasado martes lidera las conversaciones con los republicanos, que se han resistido durante años a las medidas de control sobre el uso y la venta de armas, en aras de promover un cambio de leyes.
Dos de los puntos donde más se está hablando es la limitación –bajo supervisión judicial- de tenencia de armas a algunos individuos por parte de sus propios familiares o de la Policía y también más control sobre el almacenamiento de armas de fuego. No será fácil, pero tras la masacre escolar de Uvalde, hay un «sentimiento diferente», afirmó Dick Durbin, el demócrata número dos en el Senado. «El verdadero desafío es si los republicanos darán un paso al frente y mostrarán coraje en una situación muy difícil», declaró a la CNN.
No obstante, apostó por que «habrá algunos» legisladores opositores que estarían a favor de impulsar nuevas normativas según las primeras conclusiones que ha sacado de las reuniones que ha mantenido el fin de semana. Es el caso de Adam Kinzinger, un republicano moderado de la Cámara de Representantes, que aseguró estar «abierto a una prohibición» u otras medidas tras la última tragedia que sufre el país.
Los esfuerzos para endurecer las regulaciones de armas han fracaso reiteradamente en Estados Unidos. Pero este último crimen ha reabierto el debate. La vicepresidenta, Kamala Harris, pidió el sábado que se prohíban las armas de asalto en el país. «¿Saben lo que es un arma de asalto? Fue diseñada para un propósito específico: matar a muchos seres humanos rápidamente. Un arma de asalto es un arma de guerra que no tiene cabida en una sociedad civil», apuntó.
Harris también propuso medidas para un mayor control en la venta de armamento, como la verificación de antecedentes con el fin de saber si el cliente ha cometido con anterioridad algún tipo de crimen -sistema que ya se lleva a cabo con las licencias para conducir-. «Esto no debería estar sucediendo en nuestro país, deberíamos tener el coraje de hacer algo al respecto», zanjó la vicepresidenta.
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