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Mercedes Gallego
Nueva York
Martes, 29 de agosto 2023, 07:28
No hay mucho que conmemorar, el sueño continúa. Un 28 de agosto de 1963, se calcula que 250.000 personas se dieron cita en el Lincoln Memorial de Washington para pedir trabajo y libertad. El discurso de Martin Luther King de «I have a dream» ... se convirtió ese día en el símbolo de la lucha por los derechos raciales y la igualdad social, pero 60 años después «EEUU ha vuelto a caer en la intolerancia y los prejuicios», dijeron el sábado los organizadores de la marcha de aniversario.
Ese mismo día, un pistolero blanco de 21 años con una esvástica en el rifle y un manifiesto racista entró en la histórica Universidad negra de Edward Waters, y acabó matando a tres personas a sangre fría en una tienda de Dollar General. «Odiaba a los negros y creo que a todo el que no fueran blanco, lo dejó muy claro», contó ayer el sheriff T.K. Waters. Joe Biden lo comparó con el asesinato de las cuatro niñas que murieron dos semanas después del discurso de Martin Luther King en un atentado bomba ocurrido en una iglesia baptista de Birmingham (Alabama).
«El supremacismo blanco es un veneno», sentenció el presidente. «Se ha permitido que crezca más y más rápido en nuestras comunidades, hasta el punto de que la inteligencia estadounidense ha concluido que el terrorismo doméstico anclado en el supremacismo blanco es la mayor amenaza terrorista que enfrentamos en nuestro territorio».
El presidente recibía en esos momentos al Comité de Abogados por los Derechos Civiles que John F Kennedy formó en los años 60, tras implorarles que trabajasen pro bono en casos que pudieran convertirse en referentes para avanzar las causas con las que soñaba el reverendo asesinado cinco años después en Memphis. Kennedy no viviría para verlo. Lo mataron en Dallas tres meses después del discurso que ayer cumplía 60 años.
«El silencio es su cómplice»
Desde entonces la organización de abogados, a la que otro presidente, Biden, volvió a suplicar ayer su ayuda, ha puesto más de un millón de horas de trabajo sin remunerar en avanzar esas causas, pero el odio racista «nunca muere, se esconde bajo las piedras, y cuando alguien le respira oxígeno sale rugiendo», dijo el mandatario. «El silencio es su cómplice y nosotros no vamos a permanecer en silencio. Negarlo es todavía peor, lo llamaremos por su nombre».
El presidente reconoció que no hay nada que pueda prevenir completamente la radicalización de ciertos individuos y culpó de ello a la «incansable explotación de internet para reclutar y movilizar a los extremistas violentos». El conflicto que eso general con la primera enmienda constitucional, con la que Estados Unidos ha sacralizado la libertad de expresión, es uno de los principales problemas que ve en esa lucha. Biden cree que los tiempos vuelven a ser tan críticos como aquel convulso año de 1963 en el que mataron a Kennedy.
«Cuando se está borrando la historia, se están censurando libros, y se ataca a la diversidad, que es la fuerza de nuestra nación y la piedra angular de la democracia, es el momento de hablar», advirtió, en referencia velada a lo que está pasando en Florida. Si aquel 1963 fue un momento que definió a Estados Unidos, este 2023 también lo es. «Estamos ante un punto de inflexión en la historia, no solo para EEUU sino para el mundo», advirtió. «Pero como soy un optimista redomado os diré que un punto de inflexión es cuando vas por la autopista a cien kiómetros por hora y de pronto das un giro a la derecha tan brusco que nunca más podrás volver al camino anterior. Estás ante un nuevo destino y aunque no sepas exactamente cuál es, tendrás que adaptarte a él». FIN
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